Los insectos, como los virus y otros microorganismos, se han vuelto mercancías de creciente presencia en el comercio internacional, como medios para controlar plagas agrícolas cada día más diseminadas por el mundo.
La globalización, al intensificar el intercambio de bienes, el turismo y las migraciones, también aumentó la diseminación internacional de hongos, bacterias y otros agentes biológicos que causan graves pérdidas a la agricultura.
Hasta hace una década, el ingreso a Brasil de esas especies dañinas se medía por decenas, y en los últimos años se mide por centenares, según las autoridades sanitarias.
Como esas plagas exóticas no tienen enemigos naturales en el país, se expanden con rapidez y agresividad, y obligan a realizar fuertes gastos en venenos agrícolas. El consumo en el país de agrotóxicos creció de 1.000 millones de dólares en 1991 a 2.500 millones en 2000, según la industria del sector.
El control biológico de plagas es una alternativa de reciente desarrollo en el país, pero con un futuro prometedor pese a los obstáculos culturales provocados por el desconocimiento y el apego a los agroquímicos, dijo a IPS José Roberto Parra, experto en el tema y director de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (ESALQ), en Piracicaba, a 120 kilómetros de Sao Paulo.
Es una gran oportunidad para los jóvenes agrónomos o biólogos, ya que el mercado nacional e internacional tiende a crecer mucho, evaluó.
Eso lo entendieron dos alumnos de maestría de la ESALQ, los agrónomos Danilo Pedrazzoli y Diogo Rodrigues Carvalho, que hace dos años crearon la empresa Bug Agentes Biológicos, productora de ejércitos de insectos y huevos para combatir a causantes de plagas.
Esa firma tiene 30 empleados y ya exporta huevos de una polilla, cuyo nombre científico es Anagasta kuehniella, que sirve de alimento para multiplicación del insecto Trichogramma, un parásito de huevos usado en control biológico de por lo menos 18 millones de hectáreas cultivadas en 16 países, según Bug.
Caña de azúcar, maíz, soja, algodón y tomate son los cultivos en que más se aplica ese parasitoide.
La empresa brasileña produce diez kilogramos mensuales de huevos de polilla y exporta 30 por ciento a Estados Unidos y a países europeos como Dinamarca, Francia y Suiza. Eso es suficiente para reproducir 360 millones de ejemplares de Trichogramma según Parra, quien es también consultor de Bug.
La exportación es favorecida por bajos costos en Brasil, explicó a IPS Alexandre de Sene Pinto, coordinador del proyecto de producción de enemigos naturales de plagas, ejecutado por la Bug con financiación de la Fundación de Amparo a la Investigación de Sao Paulo, órgano estatal de fomento tecnológico.
El control biológico ofrece varias ventajas, especialmente su costo. Contra la oruga Diatraea saccharalis, que reduce la productividad de la caña de azúcar, el uso de agroquímicos cuesta tres veces más que el combate mediante parásitos, sostuvo.
Por eso en 80 por ciento de la caña del estado de Sao Paulo se emplea el control biológico, estimó Sene Pinto.
Las empresas productoras de insectos y microorganismos antiplagas empiezan a multiplicarse en Brasil, donde esa tecnología empezó a discutirse en los años 70, observó Parra. En general empiezan pequeñas y se expanden, como pasó con la Koppert holandesa, que ya tiene subsidiarias en varios países, señaló.
Según Parra, los mayores obstáculos par el control biológico en Brasil son, además de trabas culturales, la debilidad de las actividades de extensión en el medio rural, que impiden la llegada de tecnología a los agricultores, y la escasez de recursos humanos calificados.
Incluso en el contexto de América Latina, el país va rezagado en relación con Colombia, que hace tiempo tiene más de 20 empresas especializadas en el sector. Recién ahora Brasil empieza a disputar el liderazgo, gracias a la creciente cantidad de estudiantes de posgrado, observó.
Creció la masa crítica, y en un congreso a mediados de junio en el interior de Sao Paulo se reunieron más de 600 investigadores brasileños interesados en esa área, destacó el experto.
Brasil y varios países latinoamericanos cuentan con su enorme biodiversidad como un factor favorable para el avance de las biofábricas de especies antiplagas, aunque las naciones industrializadas lleven actualmente gran ventaja tecnológica, opinó.
Además, en los países tropicales es más difícil controlar plagas, porque no hay un invierno riguroso que mate a muchos microorganismos, apuntó Parra.
El comercio internacional de agentes biológicos es aún limitado por barreras sanitarias, por temor a introducción de nuevas especies, pero tiende a crecer a medida que las plagas cruzan fronteras, afirmó.
La plaga llamada minador de citrus, provocada por la larva Phyllocnistis citrella Stainton, apareció en Brasil en 1996, procedente de Asia y se diseminó en los extensos naranjales del estado de Sao Paulo, favorecida por la inexistencia de enemigos naturales. En casos así, en general hay que importar tales enemigos, para reequilibrar el medio ambiente, ejemplificó.