– El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, no duda en afirmar que hay armas de destrucción masiva en Iraq, pese a que se demostró la falsedad de buena parte de los datos sobre los que basó antes su confianza.
No tengo absolutamente ninguna duda de que los 1.500 espías de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos a cargo de la tarea encontrarán la evidencia más clara posible sobre la existencia de las armas de destrucción masiva de Iraq, dijo Blair ante la Cámara de los Comunes (baja) del parlamento británico.
El primer ministro británico puso en juego no sólo su credibilidad sino su futuro político. Pocos creen que se mantenga al frente del gobierno el año próximo si pierde esta partida.
Por eso, tal vez, Blair comenzó a tomar distancia de los informes de inteligencia que él mismo defendió hace pocos meses.
Esos informes aseguraban, por ejemplo, que Iraq le había comprado uranio a Níger y que era capaz de armar y desplegar armas de destrucción masiva en solo 45 minutos, versiones cuya falsedad se demostró luego.
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Blair dice ahora que, en su momento, el gubernamental Comité Conjunto de Inteligencia dio por buenas esas versiones.
Los medios de prensa comienzan a especular sobre quiénes fueron las fuentes de información según las cuales el derrocado régimen de Saddam Hussein (1978-2003) poseía armas de destrucción masiva.
En Estados Unidos, la mayoría de los suspicaces señalan como autor de esas versiones al banquero iraquí Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí que se oponía desde el exilio a Saddam Hussein.
Pero el diario británico The Daily Telegraph sugirió esta semana que el infidente fue, en realidad, Tariq Aziz, ex ministro de Relaciones Exteriores y viceprimer ministro del gobierno de Saddam Hussein.
En los últimos días, según el informe de The Daily Telegraph, Saddam Hussein desconfiaba de Aziz y lo tenía bajo estricta vigilancia.
Aziz fue capturado por fuerzas estadounidenses en Bagdad hace varias semanas. Poco se supo sobre él desde entonces.
Poco se sabe también sobre la información recabada por los espías ahora diseminados por el desierto. Hasta ahora, la inteligencia británica ha estado muy equivocada, como queda en evidencia de la relectura de los informes difundidos por el gobierno en septiembre y en febrero.
El primero de esos documentos, que comienza con un prólogo de Blair, incluye fotografías de cuatro instalaciones tomadas desde un satélite. Las primeras dos son de sitios de almacenamiento de armas químicas. La tercera, de un centro de prueba de misiles, y la cuarta, de un palacio presidencial.
Los cuatro lugares figuraron entre los primeros en ser estudiados por las fuerzas invasoras, que no encontraron nada en ellos.
El informe aseguraba que Saddam Hussein había intentado comprar material nuclear a Níger. Pero la Agencia Internacional de Energía Atómica, una agencia de la Organización de las Naciones Unidas, aseguró que eso no era cierto.
El ex ministro de Relaciones Exteriores y ex ministro de Asuntos Parlamentarios británico Robin Cook advirtió que la versión sobre operaciones en Níger era, más allá de toda duda, una invención, una pieza de inteligencia falsa.
El informe de septiembre recogía la vieja historia de que el régimen de Saddam Hussein había torturado a los jugadores de la selección nacional de fútbol porque habían perdido un partido. Pero la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) demostró hace años que se trataba de una mentira.
Pienso, Dios mío, si esa es la mejor inteligencia que tienen y no encontramos nada, ¿cómo será el resto?, se preguntó este viernes el jefe de la misión de desarme de la ONU en Iraq, Hans Blix, sobre la información brindada a su equipo por Washington y Londres.
Una de las fuentes mencionados en los informes oficiales británicos admitió que había recogido los datos de un artículo al que tuvo acceso a través de la red mundial informática Internet, escritio por un exiliado iraquí.
El autor de ese artículo, el académico Ibrahim al-Marashi, residente en el sudoccidental estado estadounidense de California, sostuvo en un texto publicado el jueves por The Daily Telegraph que el gobierno británico plagió y manipuló su informe para exagerar la capacidad bélica de Iraq.
El dossier de septiembre indica que 45 minutos es todo lo que Iraq necesita para armar y desplegar un arma química y biológica. Publicar tal cifra demuestra que Downing Street (donde se ubica la oficina del primer ministro británico) no es una institución de investigación adecuada, sostuvo Al-Marashi.
Ese lapso de tiempo no toma en cuenta la complicada cadena de comando de Iraq y los requisitos técnicos necesarios para preparar y lanzar tal arma, agregó.
Las armas de destrucción masiva se convirtieron en un problema de vida o muerte para Blair. Su futuro está en manos de la inteligencia.