Científicos estadounidenses cuestionan hipótesis que han fundamentado la lucha global contra el cambio climático, y creen que recientes olas de calor y frío pueden responder a variaciones naturales.
Que el siglo XX fue el más caliente del milenio y que en cien años la temperatura del planeta podría incrementarse hasta en 3,5 grados son dos de las más publicitadas hipótesis en la lucha de la comunidad global contra el cambio climático.
¿Pero hay suficiente evidencia para sostenerlas? No, según el astrofísico Willie Soon.
A través del análisis de fósiles biológicos, tasas de acumulación de hielo, sedimentos en el lecho marino y anillos de los árboles, entre otros indicadores que los científicos denominan "proxy paleoclimáticos", Soon sugiere que las mediciones fundamentan políticas globales están erradas.
Investigador del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian de la Universidad estadounidense de Harvard, Soon lideró un equipo que recopiló y analizó más de 200 reportes científicos producidos en los últimos 10 años.
"El objetivo de nuestro trabajo es lograr la comprensión del cambio climático en ámbitos locales y regionales en lugar de globales, porque éstas son las medidas más relevantes de cambio, en un sentido práctico", dijo Soon a Tierramérica.
"Esto es especialmente importante dado que sociedades, economías o esferas humanas no están 'viviendo' bajo una temperatura global", explicó.
El equipo, que incluye a científicos de las universidades de Harvard y Delaware, analizó minuciosamente, por ejemplo, archivos documentales sobre asentamientos vikingos en Groenlandia (del año 986), variaciones de los glaciares en Argentina y registros isotópicos de estalagmitas de la Cueva de Buda en China.
Su hallazgo, publicado en abril en la revista científica Journal of Energy and Environment, demostró que las últimas olas de calor y de frío pueden corresponder a variaciones climáticas naturales y no a emisiones de gases de efecto invernadero, y que el siglo XX no fue el más caliente del último milenio.
Soon se incorpora así al cada vez más grueso batallón de científicos que pone en tela de juicio las afirmaciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), considerado la máxima autoridad en la materia.
Según el IPCC, que intenta descifrar el clima global de la Tierra a través de modelos matemáticos que simulen las interacciones del suelo, el mar y el aire, el siglo XX habría sido el más caliente del milenio, presumiblemente debido en gran parte a la actividad humana, responsable de la emisión de gases de efecto invernadero (como el dióxido de carbono) cuya acumulación aporta al calentamiento global.
El IPCC pronostica que entre 1990 y 2100 la temperatura global promedio podría incrementarse entre 1 y 3,5 grados. Si esto fuera así, se espera un aumento en la incidencia de olas de calor, inundaciones y sequías.
De ahí que el IPCC, establecido en 1988, persiga establecer normativas internacionales de control de emisiones de gases de efecto invernadero como el Protocolo de Kyoto.
El acuerdo, suscrito en 1997, aún no entra en vigor, debido sobre todo al rotundo rechazo de la administración de George. W. Bush, que considera que no existe suficiente evidencia científica para respaldarlo.
La postura de Estados Unidos, responsable del 23 por ciento del total global de emisiones de dióxido de carbono, enfrentó una condena global.
Pero los modelos matemáticos del IPCC enfrentan varios cuestionamientos.
"Cada vez es más claro que el registro principal adoptado por el IPCC, desarrollado por Mann et al. (1999), presenta un sesgo por la subestimación de variaciones climáticas naturales en escalas de tiempo que van desde varias décadas a un siglo", explicó Soon.
Según su estudio, titulado "Reconstruyendo Cambios Climáticos y Ambientales de los Pasados 1000 Años: Una Reevaluación", indicadores proxy climáticos de varias localidades confirman la existencia global de una anomalía climática denominada Período Medieval Templado (entre los años 800 a 1.300) durante la cual se estima que la temperatura fue mayor a la del siglo XX.
Por ejemplo, el análisis de indicadores proxy marinos en la región denominada Pacific Warm Pool (Indonesia) demuestra que durante el Período Medieval Templado la temperatura en la superficie marina alcanzó un máximo de 30 grados centígrados, mientras en las dos últimas décadas registró sólo entre 28 y 29 grados.
Además, se confirmó la existencia de una Pequeña Edad de Hielo (entre 1.300 y 1.900) con temperaturas bajas extremas.
Las hipótesis de Soon son compartidas por otros científicos. "Estimo que el doctor Soon está en lo correcto" al afirmar que el siglo XX no ha sido el más caliente del milenio, dijo a Tierramérica Richard S. Lindzen, profesor de Meteorología del departamento de Ciencia Atmosférica, Planetaria y de la Tierra del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés).
"La mayoría de la literatura especializada acepta la existencia de un Período Medieval Templado, aunque se debate si en realidad fue un fenómeno global", añadió.
En su Tercer Reporte de Evaluación de 2001, elaborado por decenas de prominentes científicos, el IPCC desestimó la presencia de ambos períodos como un fenómeno global y otorgó particularidad a los niveles de calentamiento del siglo XX.
Pero pese a las discrepancias, tanto miembros del IPCC como expertos en Harvard son concluyentes al afirmar que existe un gran número de incertidumbres cuando se trata de determinar en qué proporción el calentamiento de la Tierra se debe a causas naturales o a emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Se puede esperar la inclusión de estas variables naturales en los nuevos informes del IPCC?
Lindzen se muestra escéptico: "Tengo mis dudas. Participé ampliamente en el Tercer Reporte de Evaluación del IPCC y fue claro que existieron presiones políticas. La participación demandó mucho tiempo y no fue de valor científico".
Mientras el IPCC prepara su Cuarto Informe de Evaluación para 2007, expertos como Soon, cuyos argumentos científicos alimentan la toma de decisiones en Washington, se proponen seguir buscando una teoría climática más sólida.
* Publicado originalmente el 14 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.