Hace 50 años, la hoy disuelta Unión Soviética envió tanques a Berlín oriental para reprimir la protesta de los trabajadores que se alzaron contra el régimen estalinista de la República Democrática Alemana (RDA).
La segunda guerra mundial había terminado en 1945, y Alemania estaba dividida entre la RDA, controlada por la Unión Soviética, y la República Federal Alemana, bajo el control de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
La RDA, con más de 400.000 soldados soviéticos que mantenían el orden y la disciplina, se convirtió a partir de entonces en la última frontera de Occidente en la guerra fría.
El histórico líder soviético Jósif Stalin había muerto el 5 de marzo de 1953. El 17 de junio de ese año, miles de trabajadores salieron a las calles de Berlín oriental para exigir la renuncia del secretario general del Partido Socialista Unificado (SED), el estalinista Walter Ulbricht.
Cientos de tanques soviéticos fueron de inmediato desplegados en la capital y en las ciudades de Magdeburgo, Halle y Leipzig.
El Kremlin (sede del gobierno soviético en Moscú) se habían dado cuenta de que atender el clamor por la renuncia de Ulbricht sería visto en el mundo como un rechazo al comunismo en la RDA, y por lo tanto decidieron respaldarlo.
Así, Ulbricht sobrevivió a la primera revuelta europea luego de la segunda guerra mundial. En Budapest se produciría otra tres años después, y otra en Praga en 1968.
No fue sino 20 años después de que Ulbricht fuera finalmente desplazado por otro dirigente comunista de línea dura, Eric Honecker, quien daría paso luego a Egon Krenz en los últimos meses de 1989, cuando la RDA estaba muriendo.
Los acontecimientos en torno de la manifestación de 1953 son objeto ahora de la atención de muchos escritores, intelectuales, historiadores y políticos de la Alemania reunificada.
Muchos libros fueron publicados este año en coincidencia con el aniversario, mientras se organizaron numerosas conferencias, debates y disertaciones. También se han divulgado varias filmes documentales y programas televisivos especiales.
La revuelta de Berlín oriental tuvo sus raíces en la severa imposición de la ideología comunista que comenzó en 1949. El régimen ejerció fuerte presión contra la iglesia, limitó el acceso a alimentos a los trabajadores privados y ordenó la colectivización de la agricultura.
El 11 de junio de 1953, el Consejo de Ministros de la RDA decretó un aumento obligatorio de 10 por ciento en las horas de trabajo, lo que significaba, en los hechos, una reducción de salarios.
Los empleados en la construcción de los bloques de viviendas de la avenida Stalin (hoy avenida Karl Marx), en Berlín oriental, reaccionaron indignados y el 17 realizaron una huelga, que derivó en protestas callejeras espontáneas en varias ciudades de la RDA.
Las autoridades de la RDA acusaron a Occidente de instigar a los trabajadores mediante el envío de agentes secretos, y culpó a la emisora de Berlín occidental RIAS de difundir "provocaciones fascistas".
Stefan Heym, autor del libro "Cinco días en junio", en principio atribuyó las protestas a la RIAS, pero luego admitió que no conocía a fondo todos los acontecimientos detrás de la revuelta.
Heym, quien murió hace 18 meses a los 87 años de edad, señaló en su libro que el SED fue el gran responsable de lo que ocurrió en 1953.
Las protestas se desencadearon por asuntos laborales, pero eran también un llamado "a la democracia, a la unidad alemana y a las elecciones libres", sostuvo la dirigente y académica Marianne Birthler, del Partido Verde, hoy aliado en el gobierno de la Alemania unificada con el Partido Socialdemócrata.
Birthler, designada por el gobierno para investigar los vastos archivos secretos de la RDA, que contenían datos personales de los ciuddanos, señaló que los alemanes se están dando cuenta de la importancia de los acontecimientos del 17 de junio.
Por décadas, a los niños de Alemania oriental no se les enseñó lo que pasó en 1953. Apenas se les decía que fue un "intento de golpe fascista", dijo Brithler.
De la misma forma, en Alemania occidental, la fecha era "un símbolo incómodo" para muchos y fue eclipsado por el Día de la Unidad Alemana, que conmemora la reunificación el 3 de octubre de 1990.
El levantamiento de 1953 fue "verdaderamente popular y democrático, uno de los más democráticos en la historia de Alemania", afirmó la historiadora Ilko Sascha Kowalszuk en su libro "17 de junio de 1953".
Los manifestantes alzaron sus voces "por el bien del pueblo" y tomaron las calles para pedir mejores condiciones de vida y rechazar "un fracasado experimento socialista", mientras los líderes comunistas "se ocultaban detrás de las tropas soviéticas", afirmó.