Las monedas del Mercosur se aprecian frente al dólar, excepto en Uruguay, una tendencia inusual si no media la mano gubernamental, que responde esta vez a la adecuación del mercado tras la tempestad regional y es anticipo de mejores tiempos económicos.
El cóctel de causas de ese desempeño cambiario incluye la recuperación de la confianza del sistema financiero, signos de mejora económica, aumento de las exportaciones, altas tasas de interés en moneda local, el retorno de capitales y la caída del dólar frente al euro, según analistas consultados por IPS.
La apreciación monetaria en lo que va de 2003 ronda 14 por ciento en Argentina y Brasil y siete por ciento en Paraguay, mientras las fluctuaciones en Chile llevaron el tipo de cambio de 745,21 pesos por cada moneda estadounidense en febrero, a 718,25 en abril y a casi 700 a fines de este mes.
La excepción es la moneda uruguaya que experimentó una depreciación de casi nueve por ciento entre enero y mayo, por la falta de medidas para superar la recesión que se arrastra desde 1998 y la debacle del sistema financiero del primer semestre de 2002..
A pesar de que los tipos de cambio tienden a estabilizarse en los últimos días, es posible que a mediano plazo siga de modo muy mesurado la recuperación del peso argentino y del real brasileño, más allá de los esfuerzos en contrario de sus gobiernos, dijo a IPS el economista uruguayo Fernando Antía.
La competitividad de la región se mantiene muy favorable, pues sólo se trata de una adecuación del mercado tras la fuerte devaluación en Argentina, al salir en enero de 2002 de la paridad con el dólar fijada 10 años por ley, y en Brasil, motivada por la incertidumbre electoral, indicó Antía, del Instituto de Economía de la estatal Universidad de la República.
De cualquier modo, esa mejor posición de los productos del Mercosur (Mercado Común del Sur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y de Chile, su asociado comercial, corre riesgo ante la debilidad del dólar en el mundo, en especial frente al euro, precisó a IPS el economista en jefe de Price Waterhouse Coopers de Paraguay, Sergio Britos.
Se espera una depreciación en términos reales del dólar en torno a 10 por ciento para este año y de dos por ciento en 2004 frente a los principales socios comerciales de Estados Unidos, pronosticó.
En este contexto, la mejora de la competitividad del Mercosur se irá disipando paulatinamente, por lo cual las empresas deben aprovechar ahora para ganar mercado y conservarlo mediante una mejora continua de calidad y eficiencia, advirtió.
Es que las monedas regionales están alineándose desde 2002 conforme a la lógica de la competitividad del sector real de las economías, como señalara la Comisión Económica para América Latina en su Balance Preliminar anual divulgado en diciembre.
Cuando la política cambiaria se apartó de esa lógica, ya sea porque se utilizó para estabilizar la inflación o porque los estímulos financieros apuntaron de modo circunstancial en otra dirección, el deterioro de la competitividad del sector real terminó imponiendo un cambio de política, añade el informe.
Las monedas del Mercosur estuvieron sobrevaluadas hasta fines de la década pasada, a raíz de programas creados para combatir la hiperinflación en Argentina, como la llamada ley de Convertibilidad de 1991, y el Plan Real de Brasil, de julio de 1994.
La salida traumática de esos regímenes, sostenidos hasta la crisis asiática de 1997 por el abultado ingreso de capitales y las privatizaciones, implicó primero la devaluación brasileña de enero de 1999 y luego el colapso argentino de diciembre de 2001.
Desde 1997, los flujos de capitales a los mercados emergentes se han reducido en 50 por ciento, y el Mercosur ha sido uno de los más afectados, precisó Britos.
Los gobiernos del área se vieron obligados a dejar flotar libremente el tipo de cambio, ante lo cual Argentina y Brasil debieron soportar cotizaciones cercanas a cuatro unidades de sus respectivas monedas por cada dólar.
A fines de 2002 y en lo que va del año los dos mayores países del bloque lograron mejorar las condiciones macroeconómicas y recuperar la confianza de los inversores en el sistema económico y político, señaló a IPS el economista Eduardo Curia, vinculado al gobernante Partido Justicialista (peronista) de Argentina.
En ese país se implementó a comienzos de 2002 una política monetaria restrictiva, con altas tasas de interés, variables que desalentaron el acopio de dólares por parte de los ahorristas, añadió.
Ese proceso es acompañado, además, por excedentes de capitales líquidos en países industrializados, sin muchas posibilidades de colocación por recesión o por bajos niveles de actividad y tasas bajas, lo cual hace que sea más redituable venir a estos países, apuntó Curia.
Así, el peso argentino se estabilizó a partir de julio para iniciar su recuperación en diciembre y fluctuar hasta hoy en casi tres unidades por dólar.
Un camino parecido siguió Brasil desde el control del tipo de cambio a través de una estrecha banda de precios máximos y mínimos que llevó al real a cotizarse en noviembre de 1994 a 0,83 por dólar.
Esa política caducó el 12 de enero de 1999, cuando se dispuso una brusca devaluación del real, que cotizaba ese día a 1,2125 por dólar, y se adoptó el cambio flotante ante la intensa fuga de capitales, temerosos de la problemática financiera internacional.
Las oscilaciones en las cotizaciones se repitieron ante los impactos de las crisis de Turquía primero y de Argentina después, hasta que la campaña para las elecciones de 2002 y la posibilidad de triunfo del izquierdista y hoy presidente Luiz Inácio Lula da Silva pusieron el dólar en torno a los cuatro reales por unidad.
La cotización en el primer trimestre de este año osciló de 3,50 a 3,80 reales por dólar, hasta que a fines de marzo comenzó a descender para ubicarse casi en tres reales en la actualidad. Una armonía con la cotización del peso argentino que realimenta el prematuro planteo de moneda común del Mercosur.
Las razones del fortalecimiento del real están en el rápido desenlace de la guerra contra Iraq, que despejó el temor de un alza espectacular de los precios del petróleo y volvió la vista de los inversionistas a las llamadas economías emergentes.
Por eso es que se apreciaron en especial las monedas de Argentina, Brasil, Chile y México, comentó a IPS Fernando Ribeiro, economista de la privada Sociedad Brasileña de Estudios de Empresas Transnacionales y Globalización (Sobeet).
El retorno de capitales también se debe a las bajas tasas básicas de Estados Unidos y de la Unión Europea, añadió.
Para Ribeiro, contribuyó además la fuerte reducción del déficit de cuentas corrientes externas del país, debido entre otras cosas al superávit comercial, y a las medidas económicas de contención del gasto adoptadas por Lula.
A partir de ahora retornará la depreciación del real, aunque esta vez será un proceso lento, previéndose que a fines de año se negocie cada dólar a 3,30 reales, pronosticó.
La permanencia del tipo de cambio por debajo de tres reales preocupa a empresarios y a economistas brasileños, que consideran indispensable superar los 13.100 millones de dólares de superávit comercial de 2002, para poder reducir la vulnerabilidad del país frente a las turbulencias internacionales.
Una preocupación similar tienen las autoridades argentinas, que temen perder la recién restaurada competitividad de sus exportaciones.
La recuperación monetaria también se verificó con fuerza en Chile, de modo simultáneo a la constante depreciación de la moneda estadounidense frente al euro, que ya ronda 1,18 dólares por cada unidad europea.
Chile tiene una economía muy abierta y eso lo expone a un tipo de cambio muy volátil, que reacciona al alza ante coyunturas internacionales marcadas por la incertidumbre.
A ello se agregó el aumento de las exportaciones y una relativa recuperación de la inversión extranjera, lo cual ha contribuido a una mayor oferta de dólares en el mercado libre.
También en Paraguay corren vientos favorables para el retorno de capitales al fortalecerse su moneda, el guaraní, arrastrado por la mejora de sus vecinos mayores, como antes ocurrió para su desgracia a la inversa.
El guaraní sufrió la depreciación de 50 por ciento el año pasado, afectado por la crisis argentina y la fuga de un tercio de los depósitos tras la quiebra del grupo uruguayo Velox, propietario del principal banco de Paraguay, comentó Britos.
Uruguay es otra de las víctimas de las mismas dos situaciones combinadas (directivos de Velox se encuentran encarcelados por supuestas estafas bancarias).
Pero las expectativas de recuperación monetaria uruguaya remiten a 2004 y con más certeza a 2005, ya que la depreciación se relaciona con el endeudamiento del país y la pérdida de casi todas sus reservas internacionales en 2002.
El Estado es hoy un gran comprador de divisas en el mercado de cambios, para hacer frente a los pagos de sus empresas de servicios y comprar insumos esenciales, como el petróleo, así como para recuperar sus menguadas reservas, explicó Antía.
* Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Mario Osava (Brasil), Gustavo González (Chile) y Alejandro Sciscioli (Paraguay)
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