Los presidentes Alvaro Uribe, de Colombia, y Hugo Chávez, de Venezuela, intentan contener la expansión del conflicto armado colombiano y de la diplomacia de micrófono que ha lacerado la relación bilateral.
Ambos mandatarios se reunirán este miércoles en la fronteriza localidad de Puerto Ordaz, al sudeste venezolano, tras el escalamiento en los últimos meses de una guerra de declaraciones sobre vigilancia de fronteras, animadversión política y acusaciones de vínculos entre gobiernos y grupos armados ilegales.
Parlamentarios de Colombia acusaron a Chávez de apoyar a la guerrilla izquierdista colombiana y de permitirle mantener bases en territorio de Venezuela, a lo que el presidente venezolano respondió: ¿Qué quieren, que rompamos relaciones?.
El vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, afirmó a su vez que en Colombia hay nexos entre el ejército y los paramilitares de derecha con presencia en territorio venezolano.
El vaivén de declaraciones fue acompañado por incidentes fronterizos.
Hace una semana, el jefe de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia, Carlos Castaño, dijo que la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional de Venezuela ingresaron en territorio colombiano para ayudar a guerrilleros asediados por su fuerza derechista.
Autoridades militares de uno y otro país, con apoyo de sus respectivas cancillerías, reivindican una actuación correcta de control fronterizo y combate a grupos armados irregulares, y acusan al otro lado de descuido ante el delito.
Además, el control de cambios implantado por Venezuela hace tres meses mantiene retenidos 300 millones de dólares cuyo cobro aguardan firmas colombianas, y amenaza a Colombia con el derrumbe de su mercado venezolano, que es el principal después del de Estados Unidos.
A ese cúmulo de roces se suma la parálisis de mecanismos binacionales de cooperación fronteriza, que abarcan desde cuestiones militares hasta otras ambientales y de desarrollo económico.
La cumbre de Puerto Ordaz será la segunda de Chávez y Uribe, quienes se reunieron en noviembre en la septentrional ciudad colombiana de Santa Marta.
Lo primero que hay que advertir, por encima de la hojarasca de declaraciones, es que estamos muy lejos de una guerra, dijo a IPS Carlos Romero, profesor de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Caracas.
Se vive una relación difícil, reflejo de dificultades internas, pero los presidentes pueden buscar consensos y equilibrios, y trabajar para que no se expanda el conflicto armado colombiano, lo que está en el interés de cada país y también en el de Estados Unidos, alegó.
Las autoridades de Venezuela han tenido un discurso duro (hacia Colombia), en particular el vicepresidente Rangel, pero no se meten con Uribe, como diciéndole 'con nosotros se puede trabajar', y para que el nivel de la cumbre restablezca la confianza, añadió Romero.
Chávez tiene un discurso revolucionario y Uribe uno conservador, pero ambos son personalistas, gobiernan al margen de partidos y tienen propuestas inmediatistas y mesiánicas, que ofrecen como fórmulas salvadoras, arguyó el general retirado Alberto Muller, profesor de estudios políticos de la Universidad Central.
Ninguno de los incidentes fronterizos o roces es más grave que otros vividos en el pasado, por lo que no tiene por qué escalarse conflicto alguno. aseguró.
La diplomacia de micrófono ha estado dirigida al público de galería, a las audiencias internas de los dos países, sostuvo Muller.
En el caso de Colombia, eso se debió a que Uribe tiene dificultades y (afronta) críticas por sus políticas, e incluso diferencias dentro de su gobierno, por ejemplo entre la ministra de Defensa (Marta Lucía Ramírez) y los mandos militares, explicó.
A su vez, la oposición venezolana da por buenas las tesis de Bogotá sobre connivencia entre Chávez y guerrilleros colombianos, y así atiza la confrontación con Colombia y Estados Unidos, apuntó el historiador Jorge Olavarría.
Los dos países son focos de interés en el radar regional de Estados Unidos por motivos muy distintos.
Colombia, con un presidente afín a Washington, sufre el único conflicto armado de relevancia en el continente y es fuerte productor de drogas ilegales con destino al mercado estadounidense.
Venezuela, importante proveedor petrolero de Estados Unidos, afronta una crisis de gobernabilidad, y las relaciones entre Chávez con la Casa Blanca son conflictivas.
Según Romero, está en el interés de Venezuela que no se 'norteamericanice' su relación con Colombia, dado que Bogotá ha hecho de Washington su principal valedor internacional, y se puede alterar el histórico equilibrio que Estados Unidos ha mantenido entre los países andinos.
Muller cree que hay un cambio en la orientación inicial belicosa de Estados Unidos en el área, a juzgar por sus conductas más recientes, y que Estados Unidos quiere bajar sus compromisos en una región donde no hay amenazas a su predominio, para concentrarse en Eurasia, que es donde se juega la hegemonía de poder mundial.
Los incidentes fronterizos entre Colombia y Venezuela subrayan la necesidad de que ambos gobiernos se enfrenten al terrorismo, por la cooperación y la coordinación regional, dijo la semana pasada el portavoz del Departamento de Estado (Ministerio de Relaciones Exteriores) estadounidense, Richard Boucher.
En lo inmediato, la controversia comercial ofrecerá la oportunidad de dar muestras de entendimiento bilateral. No hay otra alternativa que revivir los acuerdos de integración entre Colombia y Venezuela como motor de la integración andina, y en esto, por presión de los empresarios colombianos, insistirá el presidente Uribe, subrayó Romero. (