El ánimo antibélico que reina en América Latina brinda protección política y alienta a los gobiernos de Chile y México, los dos miembros latinoamericanos del Consejo de Seguridad de la ONU, para resistir presiones y amenazas de Washington, que demanda apoyo a su plan para atacar a Iraq.
Los dos países ocupan sendos lugares rotativos en el Consejo, que tiene cinco miembros permanentes en un total de 15, dicen trabajar en forma coordinada y mantienen una posición en sintonía con la de la mayoría de las naciones del área, que además cosecha apoyo de los partidos opositores de Chile y México.
Desde la semana pasada, el gobierno chileno y el mexicano promueven en el Consejo una moción que fijaría plazos estrictos para que Bagdad cumpla la prohibición de poseer armas de destrucción masiva que le impuso en 1991 la ONU (Organización de las Naciones Unidas), y permitiría continuar el trabajo de los inspectores de desarme del foro mundial en Iraq.
Estados Unidos, Gran Bretaña y España impulsan, en cambio, una propuesta que permitiría atacar de inmediato a Iraq, mientras Francia y Alemania abogan por ampliar el plazo de que disponen esos inspectores para cumplir su mandato.
Fuentes diplomáticas en México indicaron que la propuesta de los países latinoamericanos, respaldada por Canadá, no parece tener mucho apoyo en el Consejo de Seguridad.
En los últimos seis días el gobierno de México mudó su discurso de acento pacifista por otro que pone énfasis en demandar el desarme inmediato de Iraq y tilda de tirano al presidente iraquí Saddam Hussein.
Chile, en cambio, se mantuvo fiel a su postura inicial sobre la cuestión, contraria al ataque promovido por Washington.
La posición de México en este momento está alineada con su ciudadanía. Eso da tranquilidad política y da unidad política, afirmó el presidente mexicano Vicente Fox.
Pero los beneficios internos son apenas uno de los lados de la moneda. El presidente estadounidense George W. Bush dijo el lunes al servicio informativo Copley News Service que Washington podría llevar a cabo un acto de disciplina, si México y otros países no se alinean con su posición.
Lo dicho por Bush no podía ser más directo, pero aún está por verse si del enojo pasa efectivamente a alguna medida de represalia, dijo a IPS el investigador mexicano Jorge Chabat, del departamento de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
La declaración del mandatario estadounidense siguió a una serie de presiones políticas y advertencias veladas recibidas por los gobiernos de Chile y México, que incluyeron visitas de altos funcionarios estadounidenses y conversaciones telefónicas entre presidentes.
En los tiempos de bonanza, todos tus amigos saben quién eres. En la adversidad, tú sabes quiénes son tus amigos, dijo el embajador de Estados Unidos en México, Tony Garza.
El periódico británico The Observer afirmó en un informe publicado el domingo que Washington espía a los representantes de Chile y México en el Consejo, así como a los de otros miembros del organismo que no han definido su posición sobre la cuestión iraquí.
Las presiones de Washington eran esperadas y no deben sorprender a nadie en el Consejo de Seguridad, pues es allí donde hoy se juegan las guerras y el uso de la fuerza, expresó Chabat.
Chile y México no podían esperar otra cosa, pues se subieron al barco de guerra de la ONU, donde el capitán (Estados Unidos) tiene gran poder, comentó.
Los gobiernos de los dos países cargan combustible para hablar contra la guerra en sus frentes políticos internos y en la opinión pública regional, pero eso puede llevarlos a salir lastimados, opinó el investigador Rafael Fernández, del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Según Fox, la relación con Estados Unidos es madura y no habrá ninguna consecuencia si México vota contra Washington en el Consejo de Seguridad.
La encuestadora Gallup Internacional informó a comienzos de febrero que los opositores a una guerra en Iraq eran más de 70 por ciento entre los consultados en la mayoría de los países de América Latina.
De todos modos, varios gobiernos de la región se preparan para afrontar las consecuencias de esa probable guerra.
Brasilia aumentó la importación de petróleo y elevó las tasas de interés para hacer frente a las eventuales turbulencias financieras, además de trazar un plan para evacuar a brasileños de Iraq.
En Argentina se espera que el gobierno aumente las medidas para proteger a la comunidad judía.
Las autoridades de Chile instaron a la población a ahorrar combustible, además de anunciar que entregarían un bono de asistencia por valor de unos 15 dólares a las familias más pobres, si comenzaba la guerra y el precio del barril de 159 litros de petróleo superaba los 40 dólares.
El gobierno de México no se quedó atrás y además de anunciar la evacuación de sus ciudadanos de Iraq y países vecinos, reforzó la seguridad en la frontera con Estados Unidos y en instalaciones estratégicas.
Diez activistas mexicanos partieron este miércoles hacia Iraq, con la intención de sumarse a escudos humanos en hospitales y otros sitios de ese país, si comienza una guerra.
Vamos a Iraq porque estamos contra la guerra y rechazamos todas las presiones del imperio de Washington, declaró la estudiante universitaria Tiosha Bojórquez, que forma parte de ese grupo.
En América Latina, los observadores discrepan sobre la probabilidad de que Washington tome represalias contra quienes no lo apoyen contra Iraq, pero coinciden en que si lo hace, habrá mucha tela de donde cortar.
México es socio de Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y Chile firmó a fines de 2002 un acuerdo bilateral de libre comercio con Washington, además de tener en trámite con ese país la compra de 10 aviones de guerra estadounidenses F-16.
El investigador Claudio Fuentes, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Chile, señaló que el tratado comercial de su país con Estados Unidos se sostiene por intereses más domésticos que internacionales, y el comandante en jefe de la Fuerza Aérea chilena, general Osvaldo Sarabia, descartó problemas con la compra de aviones.
Pero el mexicano Fernández pronosticó que su país sí podría perder al votar contra Washington.
La búsqueda de un acuerdo migratorio común quedará congelado más de lo que ya está, pero además habría el riesgo de que se frenen iniciativas mexicanas, como la de emisión de documentos que facilitan el trabajo y la vida de los indocumentados en Estados Unidos, opinó.
Un voto de México contra Washington sería percibido como una bofetada y llevaría a un periodo de enfriamiento en las relaciones, pero no a un cambio de rumbo, sostuvo Steve Johnson, director de Asuntos Latinoamericanos de la conservadora Fundación Heritage estadounidense, un grupo de expertos muy influyente en Washington.
*Con aportes de Gustavo González (Chile) (