La invasión estadounidense y británica a Iraq complicará la ya vapuleada reconstrucción de Afganistán, donde fuerzas estadounidenses lanzaron este jueves un nuevo ataque, advirtieron agencias de la ONU.
El pueblo afgano está contra esta guerra (en Iraq) y por tanto los sentimientos contra la comunidad internacional podrían profundizarse, dijo este jueves a la prensa el enviado especial de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para Afganistán, Lakhdar Brahimi.
Más importante aun, las grandes potencias, en especial Estados Unidos, pueden tener menos tiempo y recursos para Afganistán, advirtió Brahimi.
La directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Carol Bellamy, también expresó su preocupación porque Iraq haga olvidar a Afganistán.
Pese a las señales de progreso del último año, Afganistán aún lucha a brazo partido para reconstruirse, con las niñas y las mujeres en estado de particular riesgo, y ahora en peligro de ser ignorada, dijo Bellamy a periodistas.
Muy pocas niñas están en la escuela y demasiadas mujeres aún mueren sin motivo, en este país islámico donde aún prevalecen severas limitaciones a los derechos de las mujeres, agregó.
Bellamy señaló que mientras las mujeres y las niñas afganas sigan marginadas de la educación y la atención de salud, nuestro trabajo en Afganistán estará lejos de concluir, sostuvo.
Aunque la comunidad internacional se encargó en las últimas semanas de reafirmar sus promesas, seguiremos reclamando que esos compromisos sean honrados, dijo Brahimi.
Desde la instalación del gobierno interino de Hamid Karzai, respaldado por Washington, en enero de 2002, Afganistán se encaminó a un proceso de reconstrucción con asistencia internacional.
El país se encuentra en vías de restablecer o crear infraestructura, tras 22 años de conflictos iniciados con la ocupación militar de la disuelta Unión Soviética, en 1979, y seguidos por una intermitente guerra civil.
La destrucción se agravó con los intensos bombardeos estadounidenses que condujeron al derrocamiento del régimen islámico del Talibán, en noviembre de 2001.
El costo de la tarea fue estimado en 15.000 millones de dólares para la próxima década, en un informe conjunto del Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Banco Asiático de Desarrollo, publicado en enero del año pasado.
Aunque la comunidad internacional prometió 4.500 millones de dólares en asistencia hasta 2007, sólo un tercio de ese monto ha llegado al país, dijo en 2002 el secretario (ministro) de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld.
El dinero no ha llegado tan rápido como se necesita, admitía Rumsfeld a la prensa en agosto.
Los principales donantes son Estados Unidos, Irán, Japón, la Unión Europea y Arabia Saudita.
A juicio de Brahimi, la guerra contra Iraq será considerada una oportunidad para incrementar los esfuerzos ya en marcha para desestabilizar el frágil clima político afgano, donde siguen activos los señores de la guerra que se reparten grandes porciones del territorio.
No tenemos información para respaldar esta conjetura nuestra. Es tan sólo una advertencia precautoria que hacemos, admitió.
Interrogado acerca de la posibilidad de que Washington abandone la asistencia a Afganistán por sus prioridades en Iraq, Brahimi replicó: Tendrán que preguntar a los estadounidenses.
No obstante, EEUU ha reiterado al gobierno afgano y a mí que, sin importar lo que ocurra en Iraq, no perderá su interés en Afganistán, añadió.
La Fuerza Internacional de Asistencia en Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) de 4.800 efectivos, es conducida actualmente por Holanda y Alemania, y su tarea es mantener el orden en la capital afgana, Kabul, y zonas aledañas.
Ambas naciones, que sucedieron a Turquía en la conducción de la ISAF en febrero, han expresado su deseo de dejar ese papel a fines de agosto, alegando razones internas, y han pedido al Consejo de Seguridad de la ONU que identifique con anticipación un sucesor para cuando concluya su mandato de seis meses.
Creada por el Consejo de Seguridad en diciembre, la ISAF comprende tropas de unos 22 países, entre ellos Alemania, Austria, Bangladesh, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Jordania y Turquía.
Estados Unidos se negó a integrarla, pues sus tropas continúan actuando en territorio afgano.
Unos 1.000 efectivos estadounidenses lanzaron este jueves la mayor operación militar en un año en el sur de Afganistán, en busca de militantes de la red fundamentalista Al Qaeda, a la que Washington responsabiliza de los ataques terroristas del 11 de septiembre contra su territorio.
Los soldados de Estados Unidos atacan zonas cercanas a la meridional ciudad de Kandahar, donde buscan al líder de Al Qaeda, el saudita Osama bin Laden.
La misión estadounidense, con el nombre Libertad duradera, involucra a 9.000 efectivos estadounidenses y 1.200 de otras naciones.
Uno de los mayores obstáculos para la reconstrucción es la incapacidad del gobierno afgano de crear un ejército y una policía nacionales, que puedan hacerse cargo de las funciones de la ISAF, dijo Brahimi.
Todos tendrán que aceptar y entender que este ejército nacional debe crearse para que puedan desaparecer las milicias armadas aún existentes, finalizó.