Los prejuicios, el desconocimiento y la desprotección jurídica colocan a muchas prostitutas cubanas en una situación vulnerable frente a enfermedades de transmisión sexual, incluida el sida.
Hace dos años que estoy en esto y si he usado condón cuatro veces es mucho, confesó una mujer de 18 años que todos los días recorre la calle Obispo, en el centro histórico de La Habana, a la caza de turistas extranjeros.
Yo lo que busco es un tipo que tenga dinero y se quiera casar conmigo. Mientras tanto, hay que vivir, comentó a modo de justificación.
Aloyma, como dice llamarse la joven, no se considera prostituta y ni siquiera jinetera, como se les llama en Cuba a las mujeres que viven de la venta de favores sexuales. Soy una luchadora, afirmó.
Los estudios realizados al respecto desde comienzos de la década del 90 en grupos pequeños de prostitutas coinciden en señalar que, en la gran mayoría de los casos, las trabajadoras sexuales no exigen el uso del condón a sus ocasionales parejas.
Las causas habría que buscarlas en las especificidades del ejercicio de la prostitución en Cuba y en el rechazo bastante generalizado al uso del preservativo durante la relación sexual, por considerarse que inhibe el placer.
La mayoría de las prostitutas ofrecen su afecto y compañía sin límites a cualquier turista extranjero, en lugar del placer sexual durante un tiempo limitado y una tarifa preestablecida como suele suceder en otros países.
Para ellas, cada extranjero con dólares es una posible relación duradera, que puede extenderse a toda la estancia del turista en el país, mantenerse después por correspondencia y convertirse en una posible opción para emigrar al exterior.
Aloyma rechaza de plano la palabra cliente y asegura que lo que ella tiene son amigos italianos, mexicanos o españoles. ¿Cómo les voy a exigir que usen condón? Pensarían que estoy desconfiando de ellos y eso nunca…los ofendería, explicó.
La prostitución, casi eliminada de la realidad cubana desde los años 60, comenzó a cobrar fuerza en 1990 con el inicio de la peor crisis económica que debió afrontar el gobierno de Fidel Castro y la apertura del país al turismo extranjero.
En Cuba no existen estadísticas públicas sobre cantidad de personas dedicadas a la prostitución.
Sin embargo, una investigación finalizada en noviembre de 2000 en el municipio capitalino de La Habana Vieja, a la que tuvo acceso IPS, caracterizó a un grupo de 17 mujeres prostitutas, 41,2 por ciento de las cuales tenía entonces entre 15 y 19 años.
El estudio encontró que siete de ellas habían padecido alguna infección de transmisión sexual en algún momento de su vida y una mujer del grupo se había infectado con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida). La enfermedad más frecuente era la blenorragia, seguida de sífilis y condiloma.
Estas mujeres no conocen los riesgos que ocasionan esas enfermedades para su salud y asumen la relación sexual sin conciencia de protección por ninguna de las partes implicadas, indicó el estudio.
Fuentes especializadas aseguraron en la pasada década que la mayoría de las prostitutas cubanas usa condón sólo de vez en cuando y, por lo general, no lo hace por iniciativa propia sino a pedido del turista.
El Anuario Estadístico de Salud 2000 señala que sólo en ese año se reportaron 19.067 casos de blenorragia y 9.199 de sífilis, que equivalen a 170,4 y 82,2 por cada 100.000 habitantes, respectivamente.
Sin embargo, los últimos estudios del Sanatorio de Santiago de Las Vegas, institución especializada en el tratamiento de personas con VIH y enfermas de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), indican que las prostitutas se están protegiendo pese a que se cree lo contrario.
El resurgimiento de la prostitución no ha dejado una gran cantidad de seropositivos al VIH, dijo a IPS el doctor Jorge Pérez, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.
Entre enero y noviembre de 2001 se detectaron en Cuba unas 30 personas con conductas prostituidas. En ese grupo, el número de hombres infectados es muy superior que el de las mujeres, apuntó Pérez.
Hasta noviembre de 2001 se habían resgistrado 3.775 casos de personas infectadas de VIH, 1.460 de las cuales habían enfermado y 998 ya habían fallecido, 57 de ellos por causas ajenas al sida. En tanto, de las 2.777 personas que vivían con VIH, 77,9 por ciento son hombres.
Las vías más comunes de transmisión son las relaciones homosexuales y bisexuales.
La preocupación de las autoridades sobre la propagación del VIH entre prostitutas y homosexuales llevó en agosto de 1997 a anunciar una campaña de prevención dirigida a esos dos grupos.
María Isabel Domínguez, investigadora del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, reveló entonces que en el primer semestre de 1997 habían sido detectadas 116 personas infectadas que se dedicaban a la prostitución.
Cinco años después, especialistas del Centro de Prevención de ITS-Sida del Ministerio de Salud Pública mantiene un trabajo sostenido con la comunidad homosexual en ciudad de La Habana, pero la labor no ha sido tan sencilla con las prostitutas.
Nos ha resultado muy difícil. Ellas se esconden, tienen temor a ser incluidas en ese grupo de riesgo, a ser controladas. Es muy difícil penetrar. Estamos intentando hacer cosas, dijo María Julia Fernández, especialista de la institución.
En Cuba la prostitución no es penalizada por la ley, pero las mujeres que se dedican a ella pueden ser internadas en centros de rehabilitación, por estado de peligrosidad y su posible vinculación con delitos como las drogas y la pornografía.
El Código Penal define estado peligroso como la tendencia de una persona a cometer delitos que están en contradicción con la moral socialista y considera entre sus manifestaciones el comportamiento antisocial y perturbador de la comunidad.
En ese contexto, las acciones de salud dirigidas a este grupo específico son mínimas. Al mismo tiempo, las prostitutas se benefician de las oportunidades de acceso pleno y gratuito a los sistemas de salud, como tiene cualquier otra mujer cubana. (FIN/IPS/da/dm/he/02