IRAQ: EEUU divide al mundo árabe

Las diferencias entre los gobiernos árabes ante los preparativos de guerra de Estados Unidos contra Iraq comenzaron a salir a la luz en ocasión de la gira que realiza el enviado especial de Washington a Medio Oriente, William Burns.

Mientras Egipto parece acercarse a la posición del gobierno de George W. Bush, que ha moderado su ímpetu bélico por presión de sus aliados occidentales en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), otros países, como Siria, se oponen con fuerza a los planes estadounidenses.

Luego de reunirse con altos funcionarios europeos y rusos la semana pasada, Burns visitó el viernes Egipto y el lunes Arabia Saudita. Este martes llegó a Siria, y luego se dirigirá a Jordania, Líbano, Israel, Yemen, Omán, Emiratos Arabes Unidos, Qatar, Bahrein y Kuwait.

También se prevé que se entreviste con representantes de la Autoridad Nacional Palestina, aunque no con su presidente, Yasser Arafat.

”La guerra (contra Iraq) no es inminente ni inevitable. El presidente Bush ha aclarado que la ve como un último recurso. Pero nosotros y nuestros socios en la comunidad internacional estamos decididos a lograr el completo cumplimiento” del desarme de Iraq, dijo Burns en Damasco este martes.

”Estamos escuchando con mucho cuidado el consejo que nos dan nuestros amigos más confiables, como el (regente de Arabia Saudita y heredero de la corona) príncipe Abdulá”, dijo el funcionario el lunes al diario saudita Asharq al-Awsat.

Washington ”trabajará en el Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar de que Iraq se desembarace de sus armas de destrucción masiva”, afirmó el funcionario estadounidense.

Pero el viceprimer ministro de Iraq, Tariq Aziz, advirtió la semana pasada en Damasco que ”ningún país árabe se verá libre de amenazas, aun si participa junto con Estados Unidos en la agresión contra Iraq”.

Por su parte, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, quien tiene relaciones cordiales con Occidente, dijo que los últimos comentarios de Bush sobre Iraq contenían ”muchos elementos positivos” y que la posición de Washington está ”cambiando gradualmente”.

Estados Unidos se mostró dispuesto a aceptar, como propuso Francia, la aprobación en el Consejo de Seguridad de una resolución que fortalezca las potestades de los inspectores de armas en Iraq y, en una segunda etapa, emitir otra que autorice el uso de la fuerza en caso de que ese país no brinde cooperación plena con los funcionarios.

Estados Unidos y Gran Bretaña habían manifestado inicialmente una suerte de autorización automática para atacar a Iraq si ese país no cooperaba con los inspectores internacionales de armas.

El canciller de Siria, Faruk al-Sharaa, manifestó el ”absoluto rechazo” de su país a una guerra contra Iraq, que ”no se justifica a la luz” de la aceptación, por parte de Bagdad, de la reanudación de las inspecciones de armas.

Por su parte, Jordania ”espera que la aceptación de Iraq del regreso de los inspectores (…)lleve a la implementación de todas las decisiones de la ONU” y ”contribuiría a impedir un nuevo conflicto en la región” de Medio Oriente, dijo el rey Abdullah II.

El monarca jordano también dijo, luego de reunirse con el secretario de Relaciones Exteriores (canciller) de Gran Bretaña, Jack Straw, que su país impediría el ingreso de refugiados iraquíes y palestinos.

La advertencia del presidente estadounidense Bush de que consideraría el uso de ”toda la fuerza” militar de su país para eliminar de Iraq las armas de destrucción masiva solo profundizó las diferencias entre los líderes árabes.

En esta región, dominada por monarquías absolutistas y teocracias, predomina la inquietud pública sobre las intenciones de Washington y las posiciones de sus propios gobiernos.

Medios de comunicación, a menudo dominados por los gobernantes, califican el plan de guerra estadounidense contra Iraq de conspiración para dominar Medio Oriente.

Los gobiernos árabes también manifiestan creciente preocupación ante la posibilidad de que el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, aproveche la guerra de Estados Unidos contra Iraq para expulsar grandes cantidades de palestinos de Cisjordania a la vecina Jordania.

Portavoces del gobierno de Bush manifestaron su satisfacción con las posiciones de Egipto y Jordania respecto de Iraq. Al mismo tiempo, también manifestaron preocupación por el programa nuclear de Siria, lo cual fue vinculado por observadores a la oposición a los planes de guerra.

El subsecretario de Estado (vicecanciller) de Estados Unidos, John Bolton, a cargo del control internacional de armas y de la seguridad internacional en Washington, afirmó que tanto Irán como Siria obtuvieron tecnología de Rusia para sus programas nucleares y misilísticos.

”Estamos muy preocupados de que los programas nucleares y misilísticos de Irán y de otros países, entre ellos Siria, continúen recibiendo los beneficios y la experiencia de la tecnología rusa”, dijo la semana pasada Bolton a la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Siria replicó con un pedido formal de explicaciones entregado al embajador de Estados Unidos, Theodore Kattouf. Funcionarios sirios también protestaron por el silencio estadounidense ante la no admitida acumulación de armas nucleares por parte de Israel.

Diplomáticos de Occidente en Damasco expresaron su temor de que Washington apunte contra Siria luego de una guerra contra Iraq.

Siria figura en la lista de países patrocinadores del terrorismo elaborada por el Departamento de Estado (cancillería) estadounidense, por su respaldo al libanés Partido de Dios (Hizbolá) y a organizaciones radicales palestinas.

Numerosos observadores afirmaron desde la prensa que las políticas de Washington hacia Medio Oriente originarían una ola de sentimiento antiestadounidense en el mundo árabe, lo cual obligaría a los gobiernos a tomar medidas represivas para conservar el control. (FIN/IPS/tra-eng/gb/ss/mj/ip/02

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