ECUADOR: El poder indígena

El movimiento indígena obtuvo más de 12 por ciento de los votos en la primera vuelta de las elecciones de Ecuador, la semana pasada, fruto de un proceso de organización de más de una década, señalaron dirigentes étnicos y expertos.

Aunque la primera ronda de las elecciones se celebró el 20 de este mes, el escrutinio encargado a una empresa privada apenas superó 50 por ciento de los votos. Sin embargo, las tendencias indican que los candidatos indígenas contaron con más de 12 por ciento de los votos.

Según el escrutinio primario, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País, brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), obtuvo entre 10 y 11 diputados de los 100 que integran el Congreso legislativo.

El Movimiento contribuyó asimismo con el primer lugar alcanzado por el coronel retirado Lucio Gutiérrez, candidato presidencial del Partido Sociedad Patriótica, quien logró 20,73 por ciento de los sufragios.

Gutiérrez competirá en la segunda vuelta, el 24 de noviembre, con el empresario bananero Alvaro Noboa, que obtuvo 17,37 por ciento de los votos.

Los votos escrutados indican que las centrales provincias serranas de Pichincha —cuya capital es Quito—, Cotopaxi, Chimborazo, Azuay, Imbabura y Bolívar eligieron diputados indígenas.

Pachakutik también espera obtener triunfos en las orientales provincias amazónicas de Zamora Chinchipe, Morona Santiago, Napo y Sucumbíos, aunque no todos los candidatos son indígenas porque el movimiento forma parte de una alianza electoral con organizaciones sociales y el partido de Gutiérrez.

Sin embargo, el primer candidato presidencial indígena de Ecuador, Antonio Vargas, ex presidente de la Conaie y líder de la Federación Ecuatoriana de Indígenas Evangélicos, no recogió más de 0,5 por ciento de los votos.

El dirigente Luis Macas, seguramente electo como diputado del Parlamento Andino, dijo a IPS que el avance indígena en el ámbito electoral es parte del progreso en otras áreas de la vida social, política y cultural.

Los 25 escaños del Parlamento Andino se dividen en cinco bancas para cada país miembro: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, aunque sólo los electorados de Venezuela y Ecuador han elegido en forma directa a sus representantes.

”El triunfo de nuestros hermanos en diversas provincias es la consolidación de una mirada plurinacional del país en la que se expresa la diversidad cultural y en la que el otro deja de ser consumidor de política para ser actor", dijo Macas.

De los 11,5 millones de ecuatorianos, 3,5 millones son indígenas, repartidos en 11 etnias. La principal es la quechua, que habita la región de la Sierra y la Amazonia u Oriente.

Los awa, chachi, epera y tsáchila pertenecen a la costa del océano Pacífico, y los cofán, siona, secoya, huaorani, achuar, shuar, a la Amazonia.

”Con su lucha, las comunidades han ido ganando espacios en la vida pública del país y pasaron a tener una presencia importante en la agenda política, ahora se acerca incluso la posibilidad de gobernar el país”, aseguró Macas.

El dirigente indígena puso como ejemplo de buena administración y participación equitativa, el ejercicio del poder en alcaldías y gobiernos provinciales.

Las 27 alcaldías gobernadas por indígenas han sido reconocidas, en mayor o menor medida, por aplicar proyectos de desarrollo en colaboración con organizaciones no gubernamentales o agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura premió a la alcaldía de Cotacachi, en la provincia de Imbabura, por su gestión participativa.

El alcalde, Auki Tituaña, obtuvo en 1996 algo más de 50 por ciento de los votos, pero en 2000 logró más de 85 por ciento de los sufragios, atrayendo inclusive a los mestizos, quienes antes de 2000 no votaban a candidatos indígenas.

En general, los adversarios políticos no critican la gestión municipal indígena, pero sí el intento de las etnias por lograr reconocimiento legal a la justicia que aplican en comunidades y jurisdicciones indígenas, y que pretenden armonizar con las leyes nacionales.

Una característica de la gestión indígena es el protagonismo de las asambleas municipales, donde los representantes de la comunidad analizan el presupuesto, deciden las prioridades y controlan las inversiones.

Según Ricardo Ulcuango, diputado electo por el Movimiento Pachakutik, primero fue la lucha por la tierra, ”que nunca se termina”, la educación bilingüe, la cultura, la nacionalidad y la participación social y política.

”Aunque hemos progresado en todos los ámbitos, incluso el económico, todavía la mayoría de nuestra gente en el campo y la ciudad sufre la discriminación económica, y además el racismo no se ha terminado totalmente en nuestro país", afirmó Ulcuango.

Para el antropólogo Antonio Rodríguez, director técnico de la Coordinación de Gobiernos Locales Alternativos que agrupa alcaldías vinculadas al movimiento indígena y otras organizaciones sociales, es importante ubicar el proceso histórico de la población indígena.

”Tenemos que entender a la comunidad como unidad creativa de la vida cotidiana del movimiento indígena. Es ahí donde se construye una manera distinta de relacionarse entre los seres humanos, donde la 'minga' (trabajo colectivo) y la solidaridad se imponen”, aseguró Rodríguez.

El antropólogo explicó que la ”historia de rebeldía del movimiento indígena ecuatoriano” es larga y recordó que en las primeras décadas del siglo XX se destacaron mujeres como Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña.

Ellas crearon el primer sindicato agrícola del país, dirigieron las primeras huelgas campesinas e indígenas, fundaron la Federación Ecuatoriana de Indios y las escuelas campesinas en las que por primera vez se enseñó en lengua quechua.

”Tuvo que pasar casi medio siglo para que el movimiento indígena volviera a irrumpir en la vida nacional, en junio de 1990, cuando se lleva a cabo el levantamiento del Inti Raymi”, dijo Rodríguez, en referencia a las protestas y movilizaciones sin precedentes de la Conaie, que se prolongaron durante una semana.

A juicio de Macas, fundador de la Conaie y actual rector de la Universidad Intercultural de los Pueblos Indígenas, la posibilidad de llegar al gobierno nacional junto a Gutiérrez es un desafío más.

”Ushay en quechua es poder, que es perfeccionar las condiciones de vida, la capacidad de desarrollarnos colectivamente, desde el aporte de los distintos espacios. El gobierno puede ser una instancia más de construir el ushay”, sostuvo.

Para algunos analistas, el pasaje a la segunda vuelta electoral de Gutiérrez y Noboa manifiesta el rechazo popular a los partidos tradicionales que han gobernado el país desde la restauración democrática de 1979.

Gutiérrez, quien protagonizó una rebelión de oficiales militares e indígenas en 2000, echó por tierra los pronósticos de las encuestas, que lo ubicaban en tercer lugar.

El 21 de enero de 2000 el movimiento indígena y oficiales militares se levantaron contra el gobierno de Jamil Mahuad y provocaron su caída.

En la madrugada del 22, los jefes de las fuerzas armadas dieron un golpe de Estado a favor del entonces vicepresidente Gustavo Noboa. ”Hoy es un día muy duro, un día de lágrimas. Pero la historia no termina acá”, dijo entonces Macas.

”Y ciertamente, la historia no terminó allí, solo volvió a comenzar. La historia de las comunidades indígenas está comenzando cada día”, asevera ahora Macas al recordar aquella rebelión.

La nueva Constitución, en vigor desde 1998, estableció los derechos colectivos de los pueblos indígenas y el carácter pluriétnico y multicultural del país. Junto a las reformas constitucionales, se ratificó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que reconoce los derechos indígenas. (FIN/IPS/kl/dcl/ip/pr/02

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