Seis gobernantes de Africa Occidental llegaron este miércoles a la capital de Costa de Marfil, para mediar en su conflicto junto con el presidente de la Unión Africana y de Sudáfrica, Thabo Mbeki.
Un día antes de la llegada de esos mandatarios, soldados franceses desplegados en el país lanzaron gas lacrimógenos y agua a alta presión contra miles de personas que protestaban en la capital contra su presencia, ante la base militar francesa de Bima, y causaron heridas a varios manifestantes según testigos.
Los participantes en la concentración pidieron que Francia, que ejerció dominio colonial sobre el país hasta 1960, entregue al líder opositor Alassane Ouattara, asilado en la embajada francesa desde un fallido intento de golpe de Estado realizado el 19 de septiembre, y acusado de planearlo.
Los insurgentes no lograron acceder al gobierno, pero controlan desde hace más de un mes la mitad septentrional del país. Ouattara asegura que no relación con ellos.
La embajada de Francia aconsejó a los ciudadanos de ese país residentes en Costa de Marfil que no salieran de sus casas el martes, y ese día permanecieron cerradas todas las escuelas francesas.
Los estadounidenses que viven en Costa de Marfil recibieron similares consejos de su embajada.
El primer ministro Affi N'Guessan afirmó este miércoles, en un mensaje emitido por televisión, que las protestas ante la base de Bima no debían considerarse expresiones de rechazo a Francia, sino de apoyo al gobierno del país.
La población de la región meridional y los integrantes del gobierno son en su mayoría integrantes de la minoría cristiana, que es cerca de 12 por ciento de la población. Los insurgentes reivindican intereses de la población de la zona septentrional, en su mayoría musulmana y de la etnia dioula.
Los musulmanes son cerca de 25 por ciento de la población del país.
El portavoz del presidente Laurent Gbagbo, Toussaint Alain, condenó el martes desde París ataques contra integrantes de la etnia dioula e inmigrantes provenientes de la vecina Burkina Faso en la occidental ciudad de Daloa, controlada por el gobierno, pero negó que esos abusos hayan sido responsabilidad de soldados.
Residentes en Daloa, que tiene unos 200.000 habitantes, afirmaron que tropas uniformadas del gobierno mataron personas a tiros en la calle, luego de sacarlas por la fuerza de sus casas, e incendiaron edificios.
Alain alegó que los responsables de esos ataques se disfrazaron de soldados para empañar la imagen del ejército.
El gobierno reconquistó la semana pasada Daloa, que estuvo bajo control insurgente, mediante combates que causaron la muerte de cientos de personas.
El portavoz presidencial informó que tropas gubernamentales buscan armas escondidas por los insurgentes en Daloa, mientras tratan de estaurar el orden y de tranquilizar a la población civil.
Un musulmán residente en Daloa informó el martes por teléfono a IPS, que tropas del gobierno habían visitado la noche anterior una mezquita, para asegurar a un millar de personas refugiadas en ella que podían volver a sus casas sin correr riesgos.
Hace dos días, los soldados nos pedían documentos de identidad en las calles, y tanto la población local como los burkineses corrían riesgos de que los mataran a tiros, aseguró.
La búsqueda de armas es un pretexto para destruir nuestros comercios y hogares, añadió.
Alain acusó a los insurgentes de ejecuciones sumarias, secuestros y violaciones en el territorio que controlan.
El gobierno y los insurgentes firmaron el 17 de este mes un cese del fuego, pero eso no ha detenido el conflicto étnico.
De los 16 millones de habitantes de Costa de Marfil, 2,2 millones provienen de Burkina Faso, 800.000 de Malí y 230.000 de Guinea, según datos oficiales. El aumento de la cantidad de trabajadores migrantes, atraídos por oportunidades de empleo, se asoció con crecientes sentimientos xenófobos y racistas. (FIN/IPS/tra-eng/am/mn/mp/ip/02
