Las vacaciones en España del rey de Arabia Saudita, Fahd bin Abdul Aziz Al-Saud, dejan ver un derroche desproporcionado para un país con problemas políticos y sociales, a pesar de su riqueza petrolera.
El octogenario rey Fahd, acompañado por casi todos sus 69 hijos y familiares y un séquito de más de 3.000 personas, está de vacaciones desde el 14 de este mes en la Costa de Oro de España, sobre el mar Mediterráneo.
Un palacio de su propiedad, denominado Mar Mar y que es copia de la Casa Blanca, la sede del gobierno de Estados Unidos, le sirve de residencia en Marbella, ciudad andaluza ubicada 450 kilómetros al sudeste de Madrid.
Sólo el arreglo y acondicionamiento de ese palacio, antes de su llegada, costaron 185 millones de dólares.
Para el resto de la comitiva se alquilaron villas de lujo y tres centenares de habitaciones en hoteles de lujo en Marbella y sus alrededores.
Las florerías, restaurantes y joyerías de la zona recibieron con alborozo a los visitantes, pues lo ocurrido en la anterior estadía en el lugar, en 1999, mostró que el séquito real gastó en ese sector un promedio de 30.000 dólares al día.
En su visita en 1999, de menos de dos meses, las vacaciones del monarca saudita significaron gastos en los negocios de todo tipo de Marbella y alrededores del orden de los 90 millones de dólares. Ahora, cuando estará un mes más, los medios españoles calculan que la cifra puede llegar a los 300 millones.
Una suma importante para el sector turístico español, pero que es un símbolo de la poca preocupación de los dirigentes sauditas por su propio pueblo.
Emma Bonino, diputada italiana del Parlamento Europeo, aseguró que la familia real tiene fondos en el exterior que superan los 600.000 millones de dólares, pero que parece más interesada en invertirlos en los mercados internacionales que gastarlos en casa.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ubicó a Arabia Saudita en el lugar 71 en la escala de su último índice de desarrollo humano, que en términos generales mide los progresos de 173 países en cuanto a esperanza de vida, expansión de la enseñanza y distribución más equitativa de los ingresos.
Por delante de ella, o sea con su población mejor situada socialmente, están naciones como Thailandia, Venezuela, Colombia, Eslovenia, Costa Rica, Cuba y Argentina.
El ingreso por habitante de Arabia Saudita cayó de 35.000 a 7.000 dólares en sólo 20 años y el aumento de su producto interior bruto se mantuvo en uno por ciento anual en el mismo periodo, al tiempo que el crecimiento demográfico de 3,8 por ciento por año es de los más altos del mundo.
Mientras, se mantienen políticas discriminatorias, como las que separan a los miembros de la realeza del pueblo llano y de los inmigrantes, que son los que hacen funcionar la economía, y a los hombres de las mujeres.
Una prueba de esta discriminación la vivió la propia Bonino cuando visitó Arabia Saudita como parte de una delegación de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo.
Allí, al ser recibidos por el presidente del parlamento saudita, Sali bin Abdalá bin Humaid, a nosotras, las diputadas europeas, no nos fue concedido ni un apretón de manos ni una mirada directa a los ojos, precisó Bonino.
Es fácil imaginar cual es el trato para las mujeres que no forman parte de una delegación oficial europea.
Sali explicó en esa oportunidad la política sobre las mujeres, ignorando a las diputadas. Sólo se dirigió a los parlamentarios varones diciendo: no hay dudas, el Islam las describe y las considera distintas a los hombres.
El rey Fahd y su séquito llevan esa distinción al extremo. Varios medios de comunicación españoles informaron que la filial de una agencia británica ha provisto un nutrido grupo de mujeres para acompañar a los varones sauditas.
Esa agencia se comprometió a cumplir dos condiciones: que las mujeres sean jóvenes y rubias y que las reemplace cada 15 días.
La prostitución es legal en España. Si una persona acepta vender un servicio sexual propio puede hacerlo, pero la intermediación, el comercio y el proxenetismo están penados por la ley.
Sin embargo, ninguna autoridad u organización ha procedido en su contra a pesar de haberse hecho público el contrato de la agencia británica.
Tampoco se ha objetado la contratación ilegal de medio centenar de policías en actividad para que en sus días u horas libres de servicio trabajen como custodios del monarca saudita y de sus acompañantes. Este hecho también fue informado por varios medios de comunicación sin ninguna reacción gubernamental.
Por el contrario, el rey Fahd es objeto de múltiples agasajos, comenzando por la visita en Mar Mar del rey de España, Juan Carlos, peses a que el protocolo español dispone que ese proceso sea a la inversa.
Para los próximos días está previsto que Fahd reciba a otras personalidades, como el jefe del gobierno español, José María Aznar, y el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell.
Aunque el monarca no ejerce el poder ejecutivo de su país, es probable que dialogue con Powell sobre las acciones de Estados Unidos, presentes o futuras, contra Iraq, un asunto en el que ambos países mantienen públicas diferencias.
Otra cuestión posible de tratar en la reunión entre el rey Fahd y Powell es la demanda que un grupo de súbditos sauditas prepara contra el gobierno de Estados Unidos y varios medios de comunicación por daños psicológicos y económicos sufridos tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
El anuncio de la demanda fue realizado el 21 de agosto en Washington por el abogado saudita Katih al Shamri.
Las soterradas disputas por la sucesión de Fahd también se unen a los problemas sociales en Arabia Saudita y a los que se derivan del conflicto en Medio Oriente y de la guerra contra el mal, declarada por el presidente estadounidense, George W. Bush, y que en lo inmediato puede alcanzar a Iraq.
Todo ello sabiendo que lo que ocurra en Arabia Saudita es de sumo interés para Estados Unidos, pues posee 25 por ciento de las reservas de hidrocarburos del mundo y produce 10 por ciento, casi todo para la exportación. (FIN/IPS/td/dm/ip/02