La iniciativa para el desarrollo de Africa que aprobará la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo este jueves y el viernes en Canadá sólo impondrá más de las mismas condiciones que impiden el avance del continente, aseguran activistas.
Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia darán su apoyo a la Nueva Sociedad para el Desarrollo de Africa (Nepad), una iniciativa promovida por gobernantes de ese continente y presentada como un nuevo camino hacia el desarrollo.
El proyecto fue aprobado por la cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en julio de 2001.
Sus promotores lo describen como una oportunidad para que los gobiernos africanos demuestren gobernanza, apego a la democracia y mecanismos de lucha contra la corrupción a cambio de ayuda.
Pero activistas africanos afirman que la iniciativa solo impondrá cambios superficiales.
¿No es sorprendente que unos países africanos hayan diseñado un futuro para el continente, exactamente igual a los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para presentar a las naciones ricas?, dijo Njoki Njehu, de la red contra la pobreza 50 Años son Suficientes.
Es la coincidencia más increíble que pudiera imaginarse, ironizó la activista.
La iniciativa, entre otros objetivos, postula un crecimiento económico promedio mínimo de siete por ciento anual para los próximos 15 años.
Además, crea un mecanismo de revisión de acuerdo con el cual los países africanos se controlarán unos a otros sus respectivos avances.
Nepad es un intento de dar a Africa el control. El Norte ya no tiene paciencia. Nepad es un intento de cerrar el féretro de las anteriores relaciones entre el Norte y el Sur, dijo el presidente de la no gubernamental World Peace Foundation, Robert Rotberg, profesor de la Universidad de Harvard.
En cambio, activistas como Njehu afirman que Nepad permitirá al G-8 atribuir toda la responsabilidad del futuro de Africa a los gobernantes del continente, librando de culpa a un sistema internacional que, según ellos, hundió al continente en la pobreza.
En lugar de colaborar para asegurar el suministro de agua potable, el aumento de la escolaridad y del empleo femenino, la capacitación de médicos y el abastecimiento de medicinas, los países ricos se lavarán las manos y le pasarán todo el fardo a los gobiernos africanos a través de Nepad, afirman los críticos.
Al ser publicitada como obra de gobernantes africanos, los países del Norte industrializado quedarán exentos de responsabilidad si la iniciativa no da buen resultado, alegan.
Si Nepad fracasa, no tendremos a nadie a quien culpar más que a nosotros mismos, dijo el presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, uno de los impulsores de la iniciativa.
Rotberg defendió el proyecto porque, según su formulación, los gobiernos africanos comprenden que no es posible culpar al pasado y que la única opción es mirar hacia adelante.
Quienes rechazan el proyecto creen que el Norte industrial tiene el monopolio sobre su supervisión.
Incluso el mecanismo de revisión recíproca prevé informar de los avances de los países a las instituciones financieras multilaterales como el Banco Mundial y el FMI y a los gobiernos donantes para que éstos desembolsen la asistencia.
Nepad se inspira en los mecanismos ortodoxos diseñados por organismos de crédito que responden al Norte, como el énfasis en la atracción de inversiones extranjeras y en la privatización de bienes públicos, y esos esquemas no han servido para mejorar la economía africana, afirman los críticos.
Es un patrón idéntico y tiene todos los componentes de restructuración económica, privatización y apertura comercial promovidos en otros escenarios a través de los programas de ajuste estructural y de las instituciones financieras internacionales, dijo Njehu.
Esto deja en evidencia la mentira y la hipocresía de decir que se trata de (un plan) africano. No es nada que proceda de las bases y tampoco es orgánicamente africano, subrayó la activista. (FIN/IPS/tra-en/em/aa/lp/mj/if ip/02
