Alvaro Uribe asumirá en agosto la presidencia de Colombia con el apoyo de los dos partidos tradicionales y sólo una pequeña oposición izquierdista, conformando un gobierno de unidad nacional que puede entrañar el riesgo del pensamiento único.
Analistas políticos advierten que al futuro gobierno le será difícil combatir la corrupción y controlar los excesos autoritarios al tener una débil oposición de la coalición de izquierda Polo Democrático, que sólo obtuvo seis por ciento de los votos en las elecciones presidenciales del 26 de mayo.
Uribe, un disidente del Partido Liberal (PL) ganó los comicios con más de 54 por ciento de los votos, al frente del movimiento Primero Colombia y con el apoyo del gobernante Partido Conservador (PC), que por primera vez no presentó candidato propio.
El mandatario electo llamó a conformar un gobierno de unidad nacional la misma noche de las elecciones y la primera en responder afirmativamente fue Noemí Sanín, la candidata del movimiento Sí Colombia que recogió cinco por ciento de los votos, y luego le siguió el PL.
El postulante del PL, Horacio Serpa, había quedado en un lejano segundo lugar, con 32 por ciento del electorado, sin poder así forzar una segunda vuelta presidencial.
La alianza lograda por Uribe horas después de las elecciones tiene su correlativo en las dos cámaras del futuro Congreso legislativo, que se instalará el 20 de julio.
El PL contará con la mayor representación entre los 268 escaños, aunque las elecciones parlamentarias del 10 de marzo mostraron la fragmentación del sistema político colombiano.
Desde el punto de vista electoral, si juntamos liberales y conservadores que apoyan a Uribe, lo que tenemos hoy es una nueva versión del Frente Nacional, dijo a IPS Gustavo Petro, legislador del Polo Democrático.
Según los expertos, gran parte de los males de la política colombiana, como la corrupción y el clientelismo, son hijos de la falta de oposición conseguida por el Frente Nacional, vigente entre l956 y l974 y que permitió superar la guerra fratricida de cinco décadas entre liberales y conservadores.
Esa alianza política permitió a liberales y conservadores turnarse en el poder. Un sistema perverso, según los analistas de esa época, que dio lugar al nacimiento de la guerrilla en el país.
Sin embargo, Petro, un ex guerrillero del desmovilizado Movimiento 19 de Abril, entiende que las simpatías de muchos colombianos con el nuevo mandatario se desmoronarán muy pronto y en meses se generará un movimiento popular contra el gobierno.
El palo no está para cucharas, dijo Serpa 10 días después de su derrota, utilizando una expresión popular del país para graficar la severa crisis de Colombia, al anunciar que no habrá oposición por esa razón.
Serpa indicó que su partido mantendrá una colaboración constructiva con independencia crítica, frente al nuevo mandatario.
La decisión del PL se tomó en reunión de sus parlamentarios, luego de extensos debates que dejaron aún más en evidencia la profunda crisis de esa colectividad política, sumida desde hace unos años en el desconcierto y la división.
Serpa seguirá en la presidencia de su partido hasta la realización del nuevo congreso y será el encargado de acordar el marco general de las relaciones con el nuevo gobierno que asumirá el 7 de agosto.
Pero la decisión del PL provocó inmediatas reacciones. Creo que los partidos y el presidente tienen que identificar cual es el enemigo para poder tomar decisiones. Uribe necesitará respaldo para afrontar un país cercado por los violentos y los corruptos, justificó el ex ministro liberal Carlos Medellín.
En cambio, Luis Garzón, el ex candidato presidencial del Polo Democrático, anunció que su grupo hará oposición, aunque aclaró que no dirá no a todo. Pero su posición no es compartida por todos los legisladores del Polo Democrático.
Hay quienes quieren declarar la oposición radical y otros que contemplan unos niveles de cooperación burocrática, explicó el ex guerrillero Antonio Navarro, quien obtuvo en las elecciones parlamentarias la segunda más alta votación.
Petro es optimista respecto del accionar del Polo Democrático en el Congreso, donde cuentan con 15 diputados y 12 senadores, porque será una oposición más fuerte de la que hoy existe frente al gobierno de Andrés Pastrana.
Las dudas también surgen frente a la posibilidad de realizar una verdadera reforma política, una de las banderas electorales de Uribe.
Entre otras modificaciones, Uribe plantea pasar del sistema bicameral al unicameral, reducir la cantidad de representantes de 286 a 150 y cambiar el sistema electoral.
El problema que tiene Uribe es decidir si trabaja con el Congreso para hacer la reforma o confronta con ese poder. Pero creo que ya tenemos suficiente confrontación, dijo a IPS, el ex ministro y catedrático en Ciencia Política Fernando Cepeda.
El presidente electo ha prometido que recorrerá el país convocando un referendo en caso de que encuentre oposición y se bloquee el proyecto que presentará al Congreso el mismo día de su asunción.
Creo que esa postura (de Uribe) es sólo un arma de negociación, pues el Congreso le hace la reforma, comentó Cepeda.
En cambio, Petro se permite el beneficio de la duda respecto al planteo de Uribe. Nuestra posición depende del proyecto en su conjunto, ya que lo que se ha dicho hasta ahora no sirve. El número de congresistas no determina la mala calidad de la política colombiana, apuntó.
Para el legislador del Polo Democrático, conocido por sus debates contra la corrupción, lo grave es cómo se vota, ya que la promesa de Uribe, de fortalecer la circunscripción regional, beneficiará las mafias políticas regionales y dejará aun más por fuera a las fuerzas diferentes al bipartidismo.
El futuro del país no da para pensar con optimismo, ya que es una época de maquinarias políticas, cada vez más reforzadas, arrodilladas ante el gobierno de Uribe, añadió. (FIN/IPS/yf/dm/ip/02
