/Integración y Desarrollo/ INFANCIA-PERU: El futuro flaquea por desnutrición

La desnutrición crónica, que afecta a 25 por ciento de los niños peruanos y en especial a 40 por ciento de los que viven en zonas rurales, es una de las peores herencias recibidas por el gobierno de Alejandro Toledo.

Esa situación compromete el futuro de los individuos afectados, en primer lugar, y el de los 25 millones de habitantes de este país, en general, pues la desnutrición crónica tiende, según los especialistas, a perpetuar la pobreza que la causa y que alcanza a 54,1 por ciento de la población.

«La pobreza extrema cobra un duro precio a los niños, ya que origina desnutrición crónica, condición que reduce su potencial de desarrollo intelectual y, por ende, produce futuros adultos con escasas posibilidades de salir de la miseria», señaló el pediatra Luis Tello.

Explicó que «en los cinco primeros años de vida del ser humano se produce la mielinización (proceso de aislamiento de las células nerviosas) del sistema neuronal, durante el cual se requiere una adecuada ingestión de proteínas».

«En consecuencia, la carencia proteica en esa etapa infantil compromete el futuro desarrollo intelectual del individuo», añadió.

La desnutrición es fácilmente perceptible en los niños mayores de dos años, pero puede pasar inadvertida en los primeros 24 meses de vida.

La falta de manifestaciones clínicas en los primeros dos años de vida, pese al deterioro que produce en el organismo humano por la deficiencia de nutrientes esenciales, ha determinado que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) califique la desnutrición infantil crónica como una emergencia silenciosa.

«Eso hace más peligrosa la desnutrición, porque en los dos primeros años de vida es cuando se puede revertir el proceso 100 por ciento, es decir recuperar las posibilidades del desarrollo intelectual», apuntó Nora Palomino, nutricionista del Hospital Rebagliatti.

Palomino indicó que esta carencia «puede advertirse en los años siguientes en base a las tablas de peso y estatura de los niños, pero los tratamientos nutricionales posteriores a los dos años de edad sólo permiten recuperar 80 por ciento de las deficiencias ocasionadas por la desnutrición crónica».

Por otra parte, la falta de vitamina A, hierro, yodo y zinc en cantidades suficientes en el organismo humano incrementa el riesgo y la vulnerabilidad de los individuos frente a las infecciones.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los países utilizar tablas de referencia de estatura y peso para diseñar e implementar políticas de salud.

Los datos de desnutrición infantil proporcionados por la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, efectuada el año pasado, revelaron el impacto de la crisis económica de los últimos cuatro años del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) y las deficiencias de sus programas de asistencia alimentaria.

«Al ser consecuencia de la pobreza, la desnutrición no es una cuestión exclusiva de la salud sino también de la situación económica y política, pues está ligado a la generación de empleos adecuadamente remunerados», opinó la ex candidata presidencial Lourdes Flores, líder del Partido Popular Cristiano.

El problema es sumamente complicado para el gobierno de Toledo, que asumió el 28 de julio, ya que el déficit fiscal que heredó lo obligará a reducir el presupuesto con la consecuente disminución del gasto en las áreas sociales, según analistas políticos.

Este aspecto será abordado en el Congreso legislativo en las próximas semanas, cuando discuta el presupuesto nacional propuesto por Toledo para el año próximo, aunque el ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, ya anticipó que «la recaudación tributaria es insuficiente».

Por su parte, el viceministro de Agricultura, Efraín Palti, admitió que la magnitud del problema hace difícil mejorar la situación al ritmo deseado.

El instituto privado de investigaciones sociales y de mercado Cuanto señaló que la pobreza en Perú aumentó de 50,7 por ciento de la población en 1997 a 54,1 por ciento este año, debido a la recesión económica y la consecuente caída del empleo, de los salarios y del consumo familiar.

Cuanto también reveló que 89,5 por ciento de la población destina 80 por ciento del salario familiar a la alimentación, pese a lo cual un vasto sector no logra resolver ese problema de manera satisfactoria.

La desnutrición peruana de 25 por ciento de los habitantes es superior al promedio de América Latina, que abarca a 17 por ciento.

Un informe de la Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza, conformada en enero por organizaciones no gubernamentales, indica que casi 16 millones de peruanos viven por debajo de los límites de la pobreza.

La Mesa también asegura que los programas de asistencia alimentaria puestos en marcha hasta ahora sólo alcanzaron a 11 millones de personas.

El estudio detalla que unos 6,2 millones de peruanos sufren pobreza crónica, es decir que afrontar más de una necesidad básica insatisfecha, mientras otros 6,9 millones son «pobres recientes», producto de la recesión, y son quienes viven debajo de la línea de pobreza, pero sin carencias fundamentales.

En el tercer escalón están unos 3,5 millones de personas, que fueron catalogadas como «pobres inerciales», porque, si bien consumen por encima de la línea de la pobreza, subsisten con trabajos eventuales o viven con riesgo permanente de perder sus empleos (FIN/IPS/al/dm/pr dv/01

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