El programa de reformas económicas impulsado por el primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, pierde fuerza debido al creciente desempleo y a caídas históricas de la Bolsa de Valores de Tokio.
«Ya no es fácil para Koizumi. La situación económica es tan mala que tendrá que modificar la mayor parte de lo que prometió hacer», comentó el analista político Harumi Arima.
En las últimas semanas, ha crecido la presión sobre el primer ministro reformista para que cambie su política fiscal y disponga un presupuesto complementario para rescatar la economía de una virtual recesión.
Sin embargo, Koizumi confirmó este martes su decisión de controlar el déficit fiscal y dijo que la emisión de bonos públicos para el actual año fiscal permanecerá en 30 billones de yenes (253.000 millones de dólares), como estaba previsto.
«Decidiremos sobre un presupuesto complementario según las condiciones económicas», declaró a la prensa.
El paquete de reformas que Koizumi anunció cuando llegó al poder hace seis meses fue recibido por los japoneses y gran parte del mundo como la respuesta a los problemas económicos nacionales, de una década de antigüedad.
«Realizaré reformas profundas para crear un Estado pequeño pero eficaz a través del aumento de la productividad empresarial para revitalizar la economía japonesa», dijo en su campaña.
Los pilares de la reforma propuesta son resolver el problema de los préstamos bancarios morosos, la modernización de la industria de la construcción y la privatización de empresas públicas como la de servicios postales, altamente endeudada.
El primer ministro, alentado por la alta popularidad que llevó al gobernante Partido Liberal Democrático a obtener una victoria abrumadora en las elecciones de julio para el Senado, diseñó incluso un cronograma para cumplir sus metas y fijó un plazo de tres años para llevar a cabo las reformas.
Pero eso es historia, según analistas. Un duro golpe al paquete de reformas es el creciente desempleo, que llegó a un récord de cinco por ciento en julio (5,1 para los hombres y 4,6 por ciento para las mujeres), según estadísticas oficiales publicadas la semana pasada.
Ese porcentaje se traduce en 3,3 millones de personas desempleadas, frente a un millón hace 10 años.
La compañía de seguros Asahi Mutual Life Insurance Co. estimó que el desempleo llegará a 10 por ciento, en este país de más de 120 millones de habitantes, a medida que más y más empresas anuncian despidos masivos.
Fujitsu Co. anunció planes la semana pasada de recortar 16.400 puestos de trabajo, y NEC 4.000. Toshiba también prevé más de 17.000 despidos, principalmente en su fuerza de trabajo nacional.
Estos anuncios confirman las grandes estrecheces económicas que Japón continúa enfrentando pese a los cambios en su liderazgo político a través de los años.
Los expertos prevén un crecimiento económico escaso o nulo, cuando no contracción, en el futuro cercano.
El Banco de Japón redujo su estimación de crecimiento nacional por tercer mes consecutivo en agosto, en base al enlentecimiento de la economía de Estados Unidos y Europa, el deterioro de las exportaciones y la caída del consumo.
El Instituto de Investigación de Japón, una empresa privada, predijo una caída de 0,9 por ciento en el producto interno bruto entre abril y junio, una reducción de uno por ciento con respecto al trimestre anterior.
En breve, todos los indicadores apuntan a que la larga recesión japonesa no terminará a corto plazo.
La Bolsa de Valores también refleja graves problemas para las empresas japonesas. El índice Nikkei cayó a su nivel más bajo en 17 años este martes, aunque luego se recuperó y cerró en 10.773 puntos. La semana pasada también había registrado una caída importante.
«Todo el mundo está nervioso. Existe un gran temor por el futuro, y esto contribuirá a la deflación y al estancamiento de la economía», señaló Arima.
Koizumi enfrenta crecientes críticas dentro de su propio partido.
Shizuka Kamei, del Partido Liberal Democrático de Koizumi, acusó al ministro de Economía Heizo Tekenaca de ser un economista aficionado que está arrastrando a Japón a un cenegal.
Kamei recordó un estudio de la Asociación Japonesa de Ejecutivos, según el cual 1,5 millones de trabajadores perderán su empleo cada año debido a reformas estructurales, sólo en la industria de la construcción.
Los expertos urgen a Koizumi a aumentar el gasto en el establecimiento de nuevas áreas como la enfermería, la tecnología de la información, servicios de colocación y otros servicios.
También exhortan al primer ministro a crear nuevas políticas de empleo y una mayor red de seguridad social, de 20.000 a 30.000 millones de dólares, para mantener la paz y el orden.
«Debemos cuidar que la reforma no sea demasiado dolorosa, o de lo contrario Japón no se reformará, sino que se estremecerá y morirá», advirtió Richard Koo, del Instituto de Investigación Nomura. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mlm/lb-if/01