El presidente de Irán, Mohammad Jatami, obtuvo en las elecciones un fuerte respaldo a su programa de reformas políticas y sociales, pero su abrumadora victoria no le facilitará el enfrentamiento con la oposición conservadora.
Jatami fue reelegido el día 8 con cerca de 77 por ciento de los votos (frente a 69,1 por ciento en los comicios de 1997) y derrotó a nueve rivales, entre ellos ocho conservadores.
«Lo que precisamos para nuestro hoy y mañana es fortalecer el sistema democrático y los derechos de la población a la luz de la religión», declaró el presidente luego de obtener su segundo mandato.
La contundencia de su victoria agrega credibilidad a la agenda de reformas de ese clérigo moderado, que logró 21,7 de los 28,2 millones de votos emitidos.
Jatami ha intentado introducir reformas políticas y sociales tendentes a una sociedad islámica más abierta, con un gobierno tolerante a las críticas, así como profundizar el diálogo con países vecinos y occidentales.
Contrariamente a lo que ocurre en países musulmanes conservadores, las mujeres tienen derecho al voto y ocupan cada vez más cargos de responsabilidad.
En lo internacional, Jatami intentó romper el hielo con Estados Unidos, pero debió ceder en este punto a la presión del poderoso clero conservador, que lo acusó de traicionar la Revolución Islámica de 1979.
Las relaciones con Washington están ahora tan congeladas como antes, salvo por algún intercambio cultural o deportivo.
Pero los intentos de reforma de Jatami se enfrentan a la oposición de los líderes islámicos radicales.
Los tribunales integrados por clérigos conservadores ordenaron en los últimos años el cierre de 40 periódicos reformistas e hicieron encarcelar a decenas de seguidores de Jatami, incluso periodistas, políticos y líderes estudiantiles.
Los analistas opinan que los conservadores continuarán en su postura de oposición y se preguntan si la última victoria electoral dará al presidente suficiente poder para llevar adelante sus reformas.
Por otra parte, los reformistas pretenden que Jatami impulse con más fuerza cambios en la sociedad iraní y tienen mayores expectativas esta vez.
«Los principios deben acompañarse de paciencia, moderación y prudencia», dijo el presidente de 58 años en un mensaje a la nación.
Rahmangholi Gholizadeh, jefe de redacción del diario reformista Hambastegi (Solidaridad), señaló que Jatami debe definir sus reformas.
«La gente quiere acción, no consignas. Actualmente, estamos empantanados en el camino de las reformas», opinó.
«Con 22 millones de votos, Jatami ya no tiene más excusas. Ya no debe aceptar más imposiciones; tiene que hacer frente a la mafia económica y a los puntos débiles de la economía», exhortó Mehdi Bayani, asesor del presidente.
Jatami afirma haber hecho grandes avances en lo económico y arguye que si no pudo hacer más fue por la oposición de los radicales. Los reformistas controlan el parlamento, pero la justicia está dominada por los conservadores.
El mandatario citó entre otros logros la reducción de la dependencia de los ingresos del petróleo, que cayó de 70 por ciento del presupuesto antes del inicio de su mandato a 50 por ciento en la actualidad.
También destacó la disminución de la inflación, que en marzo llegó a 12,6 por ciento, su punto más bajo en 10 años.
Sin embargo, algunos sectores sociales están descontentos con el curso de la economía.
«El deterioro económico de los últimos cuatro años fue uno de los motivos por los que los ciudadanos no acudieron a votar masivamente», opinó Ahmad Akbari, un trabajador que votó por el ex ministro de Trabajo Ahmad Tavakoli, el principal rival de Jatami, que obtuvo 15,6 por ciento de los sufragios.
«Las clases media y trabajadora fueron las que más sufrieron durante el primer mandato de Jatami. El mismo admitió en su campaña que 55 por ciento de los iraníes viven en la pobreza, aunque la proporción real podría ser superior a 60 por ciento», agregó.
Varios observadores coinciden en que la baja concurrencia a las urnas reflejó el descontento de la ciudadanía con la situación económica.
La participación electoral se redujo de 83 a 67 por ciento entre los comicios de 1997 y los del pasado viernes, en los que había 42 millones de votantes habilitados.
Otros opinaron que el bajo índice de votación se debió a la incapacidad de Jatami para mantener a raya a los radicales que controlan los poderosos servicios de seguridad y a los conservadores que controlan áreas clave como la justicia.
«Ahora esta honorable nación iraní, ganadora de las elecciones, está más determinada en sus justas demandas y espera que el gobierno las satisfaga», declaró el presidente.
Añadió que «la libertad de expresión, de crítica y aun de protesta en el marco de la ley es la precondición para una victoria más rápida».
Pese a las dificultades económicas, muchos iraníes valoraron la moderación de Jatami y el aumento de las libertades bajo su gobierno por encima de lo demás.
«La conciencia política de la ciudadanía iraní aumentó mucho durante el mandato de Jatami», observó Jalal Satadian, ex parlamentario y analista político.
Tras miles de años de monarquía absoluta, «los iraníes saben ahora que cada voto cuenta», destacó Parisa Alinia, redactor del periódico independiente de lengua inglesa Iran News.
«Los comicios del 8 de junio fueron un tributo a su madurez política. El resultado habla de una gran transformación en todos los niveles de la sociedad iraní», agregó.
«La principal consecuencia de la reelección del presidente es la seguridad de que la mayoría de los ciudadanos respaldan completamente el movimiento reformista», concluyó Alinia.
Queda por ver si Jatami podrá llevar a la realidad sus planes de reforma.
En una rara entrevista concedida a una revista femenina, Zohreh Sadeqi, esposa de Jatami, declaró que «los últimos cuatro años fueron muy difíciles, pero los próximos serán más difíciles aún, porque el presidente tiene que terminar su trabajo». (FIN/IPS/tra- en/yt/js/mlm/ip/01
