Líderes cristianos y musulmanes subrayaron la necesidad de un «diálogo de civilizaciones» entre ambos credos, mientras los feligreses cristianos se preparan para celebrar el nacimiento de Cristo y los musulmanes celebran el mes de Ramadán.
Representantes del Consejo Mundial de Iglesias y teólogos islámicos de Irán acordaron en la reunión realizada en Ginebra el fin de semana que dicho diálogo es necesario ante los desafíos que enfrentarán ambas religiones en el nuevo milenio.
«La cristiandad y el Islam se enfrentan de manera diferente a varios desafíos debido al resurgimiento de la fe religiosa», advirtió Tarek Mitri, miembro libanés del Patriarcado Griego Ortodoxo de Antioquía, y coordinador de la reunión de Ginebra.
Los delegados del «Coloquio Cristianomusulmán sobre el futuro de la religión» consideraron, en particular, dos desafíos: la predicción de que la religión dominará la vida en el siglo XXI y la tendencia actual a «las manifestaciones extremistas».
«Es esencial que la gente de fe, en diálogo, reflexione sobre el uso y el abuso de los sentimientos religiosos», declaró Mitri.
El significado de este diálogo interreligioso fue el centro también del último informe de Abdelfattah Amor, relator especial de Intolerancia Religiosa para la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Amor pidió que se elabore «una estrategia preventiva» para detener la intolerancia religiosa, en su informe presentado ante la Asamblea General de la ONU. Esas medidas deberían centrarse en el diálogo, ya que ofrecen una vía para cambiar la mentalidad de las personas.
Amor alegó también que, dada la importancia crítica de su mandato, debería dejar de centrarse en la «intolerancia» y focalizar la atención en la «libertad de credo y de opinión».
La discriminación explícita e implícita causaron impacto sobre el cristianismo, el islam, el hinduísmo, los Adventistas del Séptimo Día, los cientólogos y los testigos de Jehová, según el informe de Amor.
Los medios de comunicación de Alemania, Australia y Estados Unidos, por ejemplo, tuvieron un papel dominante en la fabricación del estereotipo y el retrato negativo de ciertas minorías religiosas, sobre todo los musulmanes, sostuvo Amor.
Afganistán, Bangladesh, Indonesia, Níger y Pakistán, en cambio, fueron un escenario propicio para la propagación de la intolerancia debido al extremismo islámico.
Por otra parte, aumentó bastante el fanatismo hinduísta «dirigido contra las comunidades cristiana y musulmana» en India y Nepal.
El actual incremento de la intolerancia religiosa, sin embargo, no se limitó al fanatismo de ciertos credos, sino que se produjo entre las diversos sectores de una misma religión.
La intolerancia de México, país con la mayor comunidad católica después de la de Brasil, se levantó contra las iglesias evangélicas.
Las iglesias evangélicas atraen feligreses en la zona rural del país, sobre todo en los estados sureños de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, lo cual provocó enfrentamientos, expulsiones, arrestos e incluso «procedimientos tipo inquisición» por parte de la Iglesia Católica.
El líder de la Iglesia Apostólica Evangélica, Adoniran Gaxiola, señaló que la mayoría de los incidentes de intolerancia fueron instigados por los católicos, para quienes los grupos evangélicos son «sectas fanáticas».
Miembros del gobierno informaron que ocurren al menos dos incidentes mensuales de intolerancia religiosa en México.
Algunos gobiernos también fueron responsables de alimentar el fanatismo religioso, según el informe de Amor, quien presentó el ejemplo del movimiento Talibán, que gobierna parte de Afganistán, donde «en nombre del Islam persiguen no sólo a las minorías no musulmanas, sino también a los propios musulmanes».
Las víctimas en Sudán han sido los cristianos, los seguidores de las religiones tradicionales africanas y los musulmanes que no concuerdan con la interpretación del Islam de las autoridades, según el informe mundial sobre libertad de culto publicado en septiembre por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
El documento critica también la legislación discriminatoria de Pakistán, que permitió la propagación de la intolerancia religiosa. Cristianos, hindúes y sectas musulmanas más pequeñas han sido víctimas de acoso y asesinato, como venganza.
Pero el extremismo y la intolerancia que hoy prevalecen no deben ser tratados como «fenómenos peculiares a la religión», recalcó Mitri, quien admitió sin embargo que «pueden tener una dimensión religiosa».
Treinta y dos musulmanes y cristianos de 15 países dialogaron en busca de medidas tentativas para solucionar el problema, en otra reunión entre representantes de ambos credos que organizó el Consejo de Iglesias en octubre.
Todos estuvieron de acuerdo en que «cristianos y musulmanes deben conocer bien el derecho internacional sobre libertades religiosas, donde el concepto de respeto está enraizado con el de dignidad humana».
Los representantes reunidos sugirieron entonces que ambas comunidades deberían aceptar y respetar la diversidad de las expresiones religiosas del mundo, y cultivar esas ideas entre los miembros de su credo.
«Musulmanes y cristianos deberían producir material en conjunto para educar a sus comunidades», declararon.
También hubo consenso acerca de la importancia de «fortalecer y ampliar el alcance del diálogo» para poder respetar los derechos de las comunidades religiosas más allá «de la respuesta de cada uno».
La reunión de Ginebra fue, según Mitri, la afirmación de esas prioridades que sentían los cristianos y musulmanes del pasado reciente. (FIN/IPS/tra-en/mm/mk/ceb-ag/cr/99