EEUU-INDONESIA: Congreso frena reanudación de vínculos militares

Fuerzas del Congreso de Estados Unidos instan al presidente Bill Clinton a ir despacio en la reanudación de las relaciones militares con Indonesia, pero el Pentágono (Departamento de Defensa) pretende hacerlo lo antes posible.

Dos meses después del retiro de las fuerzas indonesias de Timor Oriental, ocupado por Yakarta a fines de 1975, algunos sectores del Congreso decidieron frenar e incluso interponer obstáculos legales a la restauración de los lazos militares bilaterales.

Otros funcionarios, principalmente del Pentágono, arguyen que una demora en la medida provocaría una desastrosa pérdida de influencia de Estados Unidos en un momento crítico para uno de los países de ubicación más estratégica en el mundo.

"Las Fuerzas Armadas de Indonesia enfrentan presiones sin precedentes. Si no estamos en condiciones de ofrecerles tanto zanahorias como garrotes, será difícil encauzarlas en la dirección correcta", declaró un funcionario.

Sin embargo, algunos críticos advirtieron que la restauración de los lazos sólo aumentaría la influencia del ejército de Indonesia sobre el primer gobierno civil elegido en ese país, además de estimular la corrupción y los abusos de algunos oficiales que se resistirían a una gran reforma de la institución.

"Es importante mantener al ejército a la defensiva", opinó Dan Lev, experto en asuntos indonesios de la Universidad de Washington, en Seattle. "Los oficiales comprometidos políticamente tratan de escapar ahora, y cuanta más presión haya sobre ellos, mejor".

Estados Unidos fue el principal patrocinador de las Fuerzas Armadas de Indonesia desde mediados de la década de 1950, y le otorgó cientos de millones de dólares en ayuda económica, equipos y entrenamiento.

Para Washington, el ejército indonesio representaba la única institución que podía resistir la supuesta subversión comunista en el archipiélago de 200 millones de habitantes y proteger los intereses estadounidenses en la región.

Estados Unidos respaldó la invasión Indonesia a Timor Oriental luego del retiro de las tropas coloniales de Portugal, a fines de 1975. La invasión se produjo sólo unos meses después del colapso de regímenes anticomunistas respaldados por Washington en la península de Indochina.

Pese a las numerosas violaciones a los derechos humanos perpetradas por el ejército indonesio en Timor Oriental y otras partes conflictivas del archipiélago, Washington continuó respaldándolo y le otorgó más de mil millones de dólares en ayuda económica, instrucción y venta de armas en los 20 años siguientes.

Sólo después de la masacre de unas 200 personas en Dili, la capital de Timor Oriental, en noviembre de 1991, el Congreso comenzó a restringir la ayuda militar, comenzando por una prohibición de la participación indonesia en el programa estadounidense de Educación e Instrucción Militar Internacional.

Incluso esa medida modesta y hasta simbólica generó una enérgica oposición del Pentágono, que intentó burlar la prohibición.

Desde mediados de esta década, el Pentágono realizó decenas de ejercicios de entrenamiento conjunto con las fuerzas especiales indonesias, Kopassus, consideradas responsables de los peores abusos.

Cuando esas operaciones salieron a la luz, el año pasado, el gobierno debió suspender el programa debido a la intensa presión del Congreso.

Pero el último agosto, justo antes del estallido de la violencia que devastó a Timor Oriental, el comandante de las Fuerzas del Pacífico de Estados Unidos recomendó que Washington reanudara las maniobras conjuntas con el ejército indonesio.

Ante las atrocidades perpetradas por milicias indonesias respaldadas por el ejército en Timor Oriental, luego que los habitantes de ese territorio votaran por abrumadora mayoría en favor de la independencia, Washington suspendió todos los vínculos militares con Indonesia.

La medida continúa en vigor hasta hoy pese al retiro de Indonesia de Timor Oriental y a la instalación en Yakarta de un nuevo gobierno civil, encabezado por Abdurrahman Wahid.

Aunque el congelamiento de las relaciones militares fue en gran medida simbólico, tuvo un importante impacto psicológico en el ejército indonesio.

"Estados Unidos realmente hirió a las Fuerzas Armadas de Indonesia en Timor Oriental", declaró el teniente general retirado Hasnan Habib, ex embajador en Washington, quien integró una delegación indonesia de analistas políticos independientes que visitaron Washington esta semana.

"Después de todo, Indonesia entró en Timor Oriental con el respaldo del gobierno estadounidense, y de repente éste cortó todos los contactos", agregó.

Ahora, Washington desea apoyar a Wahid, y ya levantó las sanciones económicas impuestas a Yakarta en septiembre como resultado de la violencia en Timor Oriental.

Pero las sanciones militares son una cuestión aparte, especialmente en ausencia de pruebas de que las Fuerzas Armadas estén comprometidas a cambiar.

Cuando Wahid visitó Washington, hace dos semanas, Clinton le dijo que pretendía restaurar los lazos militares pero no podía hacerlo hasta que unos 200.000 timorenses orientales que se refugiaron en Timor Occidental, controlado por Indonesia, vuelvan a sus hogares, según trascendió.

La mayoría de esos refugiados todavía permanecen en campamentos controlados por las mismas milicias que, con el respaldo del ejército indonesio, sembraron el terror en Timor Oriental.

Aunque Wahid prometió acelerar el retorno, el ejército no hizo prácticamente nada para cumplir las órdenes del presidente ni un acuerdo firmado esta semana para pacificar la frontera entre Timor Oriental y Occidental.

"Veremos si el ejército indonesio cumple y aplica el acuerdo fronterizo, así como su actitud hacia las actividades de las milicias", dijo Richard Holbrooke, embajador estadounidense ante las Naciones Unidas, quien visitó Timor Oriental y Yakarta esta semana.

Holbrooke se convirtió en uno de los promotores de la línea dura hacia las Fuerzas Armadas de Indonesia.

Mientras, el Congreso, antes del inicio de su receso la semana pasada, sujetó la normalización de las relaciones militares a seis condiciones que van mucho más allá de la liberación de los refugiados timorenses orientales de Timor Occidental.

Fundamentalmente, Washington no podrá reanudar su ayuda militar hasta que Yakarta y las Fuerzas Armadas indonesias "tomen medidas efectivas" para juzgar a aquellos oficiales sospechosos de violaciones a los derechos humanos o de haber ayudado a las milicias en su campaña de terror.

Sin embargo, funcionarios del Pentágono pretenden reanudar ejercicios militares conjuntos con la Armada y la Fuerza Aérea de Indonesia, las cuales, a diferencia del ejército, no estuvieron implicadas en los abusos cometidos en Timor Oriental ni en Aceh, la provincia indonesia con un creciente movimiento por la independencia, donde Wahid prometió un referéndum.

Funcionarios de Defensa estadounidenses, al igual que sus homólogos indonesios, temen que Indonesia se desintegre si Aceh se separa.

"La integridad territorial de Indonesia es muy importante. Tenemos mucho que perder si ese país comienza a desmembrarse", declaró una fuente del Pentágono. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/ip/99

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