La protesta contra la política económica promovida hoy en todo Brasil por movimientos sociales y partidos opositores fueron numerosas pero limitadas, lo que dejó en evidencia las dificultades de la izquierda en capitalizar el rechazo popular al gobierno.
Sao Paulo y Porto Alegre fueron las regiones metropolitanas más afectadas por el Día Nacional de Paralización y Protesta en Defensa del Empleo y de Brasil, convocado por la Central Unica de Trabajadores (CUT), el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y otras organizaciones.
La falta de autobuses en la mañana dejó más de un millón de personas sin transporte en Sao Paulo y a otro medio millón en Porto Alegre, la mayor ciudad del sur brasileño.
Huelgas en industrias, escuelas y servicios públicos, marchas y concentraciones callejeras, bloqueos de carreteras, invasión de bancos y desactivación de peajes fueron realizados de manera dispersa en el país, provocando congestionamientos en varias ciudades y sus vías de acceso.
La izquierda trata de fortalecerse con movilizaciones callejeras, ante la gran impopularidad del presidente Fernando Henrique Cardoso y su gobierno, considerados "pésimos" o "malos" por más de 60 por ciento de la población, según las últimas encuestas.
Fue en Maceió, capital del estado de Alagoas, en el nordeste, que ocurrieron los mayores tumultos, con centenares de manifestantes dañando comercios que se negaban a cerrar sus puertas y a por lo menos 18 autobuses.
Cuatro militantes del MST fueron detenidos y la policía reprimió los actos callejeros violentos, logrando mantener en actividad los bancos y otros servicios, aunque muchos comercios cerraron por temor a saqueos.
En Boituva, a 100 kilómetros de Sao Paulo, 200 personas movilizadas por el MST destruyeron un puesto de cobro de peajes en una carretera.
En todas partes, sin embargo, la adhesión fue inferior a lo esperado. Los conductores de autobuses y de trenes decidieron no interrumpir el trabajo en Río de Janeiro, Maceió y otras capitales importantes, lo cual frustró el movimiento.
En Sao Bernardo do Campo, centro industrial vecino a Sao Paulo y cuna de la CUT y del Partido de los Trabajadores (PT, mayor fuerza de izquierda), una marcha reunió pocos centenares de personas, y no los miles previstos.
La lluvia impidió una participación masiva, argumentó el presidente de la CUT, Vicente Paulo da Silva, que optó por dirigir dos asambleas de los trabajadores metalúrgicos de la región, donde se concentran las industrias automovilísticas brasileñas.
Con esa situación repitiéndose en otras ciudades, no se alcanzó la meta de 1,5 millones participantes en los numerosos actos de protesta en todo el país.
La cantidad no fue la esperada, reconoció el vicepresidente de la CUT, Joao Vaccari Neto.
Pero se logró realizar manifestaciones en todos los estados y "poner en la pauta los efectos drásticos de la política económica" contra los trabajadores, por eso se puede considerar que la jornada fue "exitosa", sostuvo.
Pasar a la movilización callejera es la consigna de la izquierda desde que logró reunir a casi 100.000 manifestantes en Brasilia el 26 de agosto, para condenar la "política neoliberal" del gobierno y reclamar la renuncia o un juicio político al presidente Cardoso.
La movilización no se mantuvo, como pretendían los líderes partidarios y sociales, aunque se mantengan las condiciones negativas que hacen impopular al gobierno, como el estancamiento económico, el alto desempleo y, ahora, la amenaza de un rebrote inflacionario ante la excesiva devaluación del real.
Los sindicalistas retrocedieron en su intención de promover una huelga general este miércoles, convocando a un día de "paralización y protesta".
Una huelga se limita a los que tienen empleo formal, una parte cada día menor de los trabajadores, matizó el presidente de la CUT. Por eso se procuró una movilizacin más amplia, para incluir desempleados, estudiantes, amas de casa, toda la población qe sufre los efectos de la actual política económica, explicó. (FIN/IPS/mo/mj/ip lb/99
