/BOLETIN-AMBIENTE/ PANAMA: Reforestación frena deterioro en la cuenca del canal

La reforestación se ha convertido en la principal herramienta para frenar el deterioro de la cuenca hidrográfica del canal de Panamá, amenazada por la expansión de la actividad agrícola y ganadera.

Así lo afirmaron en entrevista con IPS técnicos, empresarios y miembros de organizaciones no gubernamentales que participan en proyectos para la protección de áreas boscosas y la recuperación de zonas degradadas en las riberas de la vía interoceánica.

Julio Zúñiga, director del estatal proyecto de Manejo de Recursos Naturales (Marena), dijo que desde 1979 las autoridades panameñas y grupos ecologistas intentan contener la deforestación de esa cuenca, que abarca 326.000 hectáreas, de las cuales 115.000 corresponden a áreas silvestres protegidas.

La tala de bosques maduros y secundarios en la zona, debido a la inmigración desordenada, alcanzó en la década de los años 70 una extensión de 4.900 hectáreas por año, pero los esfuerzos de grupos conservacionistas contribuyeron a disminuir la destrucción en forma progresiva.

Zúñiga explicó que con el apoyo de la estadounidense Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) se concretó en 1991 el proyecto Marena, que promueve la protección de los ecosistemas, la participación comunitaria en la reforestación y prácticas agroforestales, bajo un concepto de sustentabilidad.

La iniciativa, que cuenta con un fondo de 18 millones de dólares, ha permitido el entrenamiento de guardaparques, la capacitación para el manejo de viveros y la promoción de la agricultura orgánica y el mercadeo de productos.

Un programa de seguimiento de la cuenca del canal, realizado en forma conjunta por la Autoridad Nacional del Ambiente, la USAID y el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, reveló que existe una fuerte presión demográfica en las riberas del canal, donde residen unas 113.000 personas.

La cuenca del canal que une los océanos Atlántico y Pacífico cuenta con 156.991 hectáreas de superficie boscosa, que equivalen a 48 por ciento de la zona.

Más de 50 por ciento de las especies reportadas en los bosques muy húmedos de la cuenca son restringidas a esas áreas y un aumento de la sequía podría causar la extinción de sus hábitats naturales, indicaron los científicos.

De hecho, una rara especie de lagartija multicolor, que se creía extinguidas desde el año 1940, fue nuevamente descubierta en 1997 en áreas selváticas del canal.

La investigadora Irina Madrid indicó que la información obtenida por satélites y sistemas geodésicos permitió la definición de la cobertura boscosa, la cantidad y calidad del agua, el inventario de invertebrados y la localización de las poblaciones humanas que contribuyen a la contaminación ambiental.

Al respecto, Jolanta Villarreal, del equipo de seguimiento, precisó que el estudio contribuirá a trazar estrategias y privilegiar la reforestación en las áreas más afectadas o en aquellas donde es mayor la sedimentación de los ríos y lagos.

Uno de los mayores problemas lo constituye la propagación de la paja blanca (Sacharum spontaneum) en las márgenes de los bosques adyacentes al canal.

Durante la estación seca, la quema de esa maleza agresiva causa incontrolables incendios que impiden la rápida regeneración de los suelos.

Villarreal recalcó que la conservación de la cuenca del canal de Panamá tiene importancia estratégica, ya que suministra agua para el funcionamiento de esa vía y para el consumo de las ciudades ubicadas en sus dos extremos, Panamá y Colón.

La Asociación Nacional de Reforestadores y Afines de Panamá (Anarap) comenzó a ejecutar un ambicioso proyecto que promueve el aprovechamiento de tierras con vocación forestal e incorpora el desarrollo económico de algunas áreas afectadas por la tala, quema y erosión en la cuenca.

El presidente de Anarap, Luis Carles, destacó la firma de un acuerdo con la agencia de cooperación alemana GTZ para ejecutar un proyecto de reforestación, industria y comercialización de productos resultantes, que posee un fuerte componente tecnológico y ambiental.

Directivos de esa asociación presentaron un proyecto de ley a la Asamblea Nacional Legislativa (parlamento), en el cual se pretende que cinco por ciento del monto obtenido por las ventas de empresas estatales sea destinado a un fondo de reforestación, a favor de productores que poseen de 1,5 a cinco hectáreas.

Carles indicó que Anarap ha privilegiado el establecimiento y manejo adecuado de plantaciones con árboles de maderas duras y de rápido crecimiento que tienen fuerte demanda en el mercado internacional, como la teca (tectona grandis), originaria de Asia y cuyas semillas son importadas de Trinidad Tobago.

En la actualidad, sólo cinco por ciento de las reforestaciones en el mundo se realizan utilizando especies de maderas duras.

A pesar de las ventajas comerciales de la teca, algunos pequeños y medianos productores han preferido plantar árboles pertenecientes a la flora tropical de Panamá, con propósitos experimentales y de conservación.

Oscar Zapata, propietario de un establecimiento de campo de 70 hectáreas, resaltó que el proyecto de reforestación comercial es atractivo, pero observó que el país tiene déficit de técnicos forestales, lo cual obligará a recurrir a la asistencia técnica internacional y a la transferencia de tecnología.

La agencia japonesa de cooperación JICA concretó un convenio con el gobierno panameño para el establecimiento de un centro destinado a la multiplicación de semillas del trópico, que posee una rica biodiversidad.

Al respecto, Carles opinó que la reforestación en Panamá puede convertirse en un modelo alternativo para comunidades pobres y marginadas en América Central, donde cada año son arrasadas 240.000 hectáreas de bosques.

Una importante experiencia de reforestación ha sido desarrollada en los últimos tres años por la no gubernamental TechnoServe, que trabaja con campesinos de la cuenca del canal de Panamá.

TechnoServe, con apoyo de la USAID, logró capacitar a decenas de agricultores en agroforestería, liderazgo y administración comercial.

Algunos productores, en su mayor parte colonos desplazados de zonas rurales, abandonaron la práctica de tala y quema de árboles para dedicarse al cultivo de especies frutales y madereras, a la reproducción de animales en cautiverio y a la producción de miel de abeja, entre otras actividades.

Las últimas imágenes recibidas a través de satélites muestran el aumento de la superficie boscosa en algunas áreas del canal, lo cual es interpretado por la comunidad científica como un elemento positivo en la protección de los recursos naturales amenazados por la deforestación. (FIN/IPS/dc/dm/en/99)

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