URUGUAY: La izquierda a un paso de la victoria electoral

Por primera vez desde el triunfo de Salvador Allende en Chile, en 1970, un candidato de la izquierda de raíz marxista, el uruguayo Tabaré Vázquez, parece estar cerca de la victoria en elecciones presidenciales en América del Sur.

La izquierda es favorita en las encuestas para triunfar en la primera vuelta del 31 de este mes en Uruguay, y cuenta con grandes posibilidades de lograr la victoria final, en la segunda ronda del 28 de noviembre.

Los analistas creen que ningún aspirante a la Presidencia logrará la mayoría absoluta de sufragios en la primera vuelta y que, entonces, los dos más votados deberán enfrentarse mano a mano en la segunda, como lo indica la Constitución.

Pero el médico oncólogo Vázquez, candidato la coalición Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), asegura que será elegido presidente ya en la primera ronda.

Vázquez, ex jefe del gobierno municipal de Montevideo, advirtió antes del comienzo formal de la campaña para las elecciones que su eventual gobierno "hará temblar hasta las raíces de los árboles".

Pero la necesidad de captar el decisivo voto centrista lo llevó a cambiar su discurso y, por ejemplo, ya no cuestiona el pago de la deuda externa. Ese es un compromiso asumido y "hay que cumplirlo", afirmó.

Conducido por Vázquez, el EP-FA parece en condiciones de lograr el objetivo que persigue desde su fundación en 1971 y que la dictadura militar (1973-1985) intentó poner fuera de su alcance con la más dura represión conocida este siglo en Uruguay.

Todas las empresas de opinión pública conceden al aspirante izquierdista el favoritismo para la primera vuelta electoral. Le adjudican hasta 36 por ciento de las respuestas recabadas, y en aumento.

El Partido Socialista, de Vázquez, es la fuerza principal del EP-FA, que también nuclea a comunistas, ex guerrilleros tupamaros, independientes de izquierda, demócratacristianos y pequeños grupos escindidos de los partidos tradicionales, el Nacional y el Colorado.

Detrás de Vázquez se ubica el candidato del gobernante Partido Colorado, Jorge Batlle, que ya fracasó en cuatro tentativas por ganar la Presidencia. La intención de voto por Batlle oscila entre 27 y 28 por ciento y no ha variado desde septiembre.

En tercer lugar aparece el conservador Luis Alberto Lacalle, del cogobernante Partido Nacional, quien ocupó la Presidencia entre 1990 y 1995 y tiene la adhesión de 20 o 22 por ciento de los consultados, según los institutos de opinión pública.

La imagen de Lacalle resultó erosionada luego de dejar el gobierno, debido a que varios funcionarios de su administración fueron procesados por la justicia, acusados de actos de corrupción.

Vázquez aventaja también al liberal Batlle por pequeño margen en la intención anunciada por los votantes para la eventual segunda ronda.

El EP-FA desafía a la historia. Por primera vez desde 1836, cuando fueron fundados el Partido Colorado y el Nacional, los más antiguos de América Latina, Uruguay podría ser gobernado por un tercer partido.

Los colorados y los nacionalistas han advertido que las propuestas del EP-FA conspiran contra la estabilidad monetaria y de precios alcanzada, y Batlle dijo en un acto público que "el estilo de vida" de los uruguayos está en juego en las elecciones, en alusión a fuerzas radicales que acompañan a Vázquez, como los tupamaros.

La prédica antimarxista fue una de las cartas de triunfo del actual presidente, Julio María Sanguinetti, que en 1994 aventajó por un punto porcentual a su rival nacionalista y por dos a Vázquez, cuando la victoria se decidía aún en una única vuelta electoral.

Pero el fantasma del socialismo marxista parece haberse diluido ante muchos votantes entre los problemas causados por la recesión económica y el desempleo y por su frustración ante los partidos tradicionales y sus representantes.

Así mismo, varios analistas advierten que la globalización, los compromisos contraídos por Uruguay con Argentina, Brasil y Paraguay en el Mercado Común del Sur y las lecciones aprendidas en décadas de alta inflación acotarán el margen de maniobra del futuro presidente, aunque se trate de Vázquez.

El candidato de la izquierda pretende "amplios consensos políticos y sociales" para desarrollar un "cambio con equidad", para lo cual prometió poner énfasis en los 700.000 uruguayos que, según él, viven en situación de pobreza.

El gobierno responde que, de acuerdo con la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal), Uruguay lleva gran ventaja a toda la región en materia de distribución del ingreso.

Para Sanguinetti, la medición de la pobreza en Uruguay es la que difundió Cepal este año, que la situó en seis por ciento de los 3,1 millones de habitantes del país. O sea, sólo unas 180.000 personas.

Mientras, los dirigentes colorados y nacionalistas afirman que las promesas de Vázquez no tienen sustentación real y que sólo anuncian una expansión del gasto público que pondría en riesgo la estabilidad y la cotización del peso uruguayo.

El candidato del EP-FA propone reformular la "justicia tributaria" para que "pague más quien tiene más y menos quien tiene menos". También aseguró que reducirá el desempleo a ocho por ciento, desde su listón actual de casi 11 por ciento, y que creará 150.000 puestos de trabajo.

Lacalle anunció que votará por Batlle en la segunda ronda, si no logra sortear la primera, y el candidato colorado prometió que hará campaña por el nacionalista en caso de no llegar a la instancia decisiva.

Los líderes colorados y nacionalistas esperan que los indecisos, aproximadamente 12 por ciento de los encuestados, vuelquen las elecciones en favor de quien se enfrente en la segunda vuelta con Vázquez.

Sin embargo, el analista político Agustín Canzani cree que puede ocurrir otra cosa.

Una interpretación "más o menos aceptada" supone que los indecisos representan una especie de "voto cautivo" de los partidos tradicionales. Sin embargo, "no hay evidencia empírica" de esa opinión, advirtió Canzani.

La información de las firmas de opinión pública indica que quienes deciden su voto a último momento conforman "un grupo razonablemente heterogéneo como para esperar que entre ellos se verifiquen comportamientos elecorales bien diferenciados", agregó.

De cualquier forma, más allá de quien sea elegido presidente, lo cierto es que la distribución de fuerzas en el parlamento, que será elegido el 31 de este mes, dificultará la tarea del prñoximo gobierno.

El Partido Colorado y el Nacional, aliados en la administración de Sanguientti, conservarán su mayoría en la próxima legislatura, si logran acordar otro pacto de gobierno, señaló el analista político Daniel Chasqueti.

Aunque para ello se requiere "mucha disciplina partidaria porque, si (hay) uno o dos disidentes en algún partido", se generarán dificultades, advirtió Chasqueti.

El otro interrogante, el de mayor interés, es si esa mayoría legislativa estará al servicio de un presidente colorado o nacionalista, o se enfrentará como oposición a un gobierno izquierdista lanzado por la vía de los cambios. (FIN/IPS/rr/ff/ip/99

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