PAKISTAN: Impunidad para crímenes contra la mujer

Casi 95 por ciento de las mujeres de Pakistán son víctimas de la violencia doméstica, denuncia un informe que presentó hoy la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).

Tampoco están seguras en la calle donde ocho son violadas cada día en ese país de Asia meridional con 140 millones de habitantes, agregó el grupo estadounidense.

El derecho paquistaní no reconoce la violación marital. Así mismo, aumentan los cientos de "asesinatos por honor" que familiares de mujeres cometen todos los años contra aquellas que quieren el divorcio o cometen otros actos "deshonrosos" para su familia, según el estudio de HRW, "Crimen o costumbre".

Lo peor es que la policía y el sistema legal no parecen tomar en serio estos crímenes, agregó HRW.

"Crimen o costumbre", basado en la respuesta que dio el gobierno a la violencia doméstica en las ciudades de Karachi y Lahore, revela que ninguno de los casos de violencia doméstica ocurridos había sido registrado por la policía.

El primer ministro Nawaz Sharif, derrocado el martes 12 por un golpe militar encabezado por el general Pervez Musharraf, fue indiferente a los abusos a pesar de que una comisión especial del gobierno descubrió que la violencia doméstica es una de las violaciones a los derechos humanos más extendidas del país.

"Quizá la absoluta impunidad con la cual se cometen esos delitos sea más molesta que la propia violencia", indicó Samya Burney, principal autora del informe e investigadora sobre derechos de la mujer de HRW.

La policía acosa e incluso abusa físicamente de las denunciantes y de los miembros de su familia, según el documento.

El gobierno de Sharif intimidó a los activistas que luchan por los derechos de la mujer, los sometió a vigilancia policial y amenazó con prohibir la existencia de dichas organizaciones, aseguró HRW.

El derrocamiento del primer ministro elegido en 1977, Zulfiqar Ali Bhutto, por parte del general Zia ul-Haq fue un golpe para los derechos de la mujer, explica el informe.

Zia llamaba a recuperar la "pureza moral del Islam temprano" para legitimar su autoridad, y las mujeres, a quienes prometía volver a situar en la santidad de "chardivari" (las cuatro paredes del hogar) eran sus objetivos más vulnerables y estratégicos.

Zia suspendió varias leyes e impuso la marcial. Las mujeres perdieron así el derecho a no ser discriminadas por motivos de género y otras protecciones que habían obtenido luego de arduas luchas.

La principal novedad fueron las "Ordenanzas Hudood", que cambiaron la legislación sobre violación y adulterio, y las relaciones sexuales extramatrimoniales se penalizaron por primera vez en la historia del país.

La primera ministra Benazir Bhutto, elegida en 1988 a raíz de la muerte de Zia en un accidente de avión, no revocó ninguna de las leyes islámicas de este, a pesar de su discurso progresista.

La condición de la mujer empeoró durante el gobierno de Sharif, un protegido de Zia que fue primer ministro durante dos períodos en esta década, aunque no llegó a completar el segundo. "Las mujeres están muy lejos de la vida política", apunta Burney.

Apenas tienen acceso a servicios de salud y educación, y su participación política y económica es muy escasa. Sólo 25 por ciento saben leer y escribir, lo cual representa uno de los índices de alfabetización más bajos del mundo.

Pakistán ocupaba el lugar número 120 en una lista de 146 países que figuraban en un índice de desarrollo en temas de género realizado por el Programa de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP) en 1997.

El estudio, continuación de otro hecho en 1992 sobre abuso policial contra la mujer, se basa en investigaciones independientes, entrevistas con abogados de derechos humanos y activistas, policías, fiscales, jueces, médicos, personal de laboratorios forenses del gobierno y víctimas.

Las víctimas de abusos exponen su desesperación ante la indiferencia, en el mejor de los casos, de una estructura de poder cuya tendencia es claramente contraria a las mujeres, según el estudio de 1992.

Jannat Khatoon, presa en la cárcel de mujeres de Karachi, fue secuestrada en 1996 y obligada a casarse en Nawabasha con un hombre que la violó en forma sistemática durante varios meses.

Finalmente, cuando su verdadero marido la encontró, fue llevada a un cuartel de policía donde fue detenida y golpeada durante tres días por una mujer oficial que la acusaba de haberse escapado.

Khatoon insistió en que había sido violada contra su voluntad, pero igual fue arrestada por adulterio. Hacía dos meses que estaba presa, a la espera de un juicio, cuando fue entrevistada para el estudio de 1992.

Un caso de "asesinato por honor" fue el de Samia Sarwar, de 27 años. Su familia contrató a un hombre que la mató de un balazo en Lahore porque la mujer había querido divorciarse de su marido.

Los asesinos de Sarwar aún no habían comparecido ante el juez a seis meses del asesinato, aunque había pruebas contundentes en su contra.

Sólo los sospechosos de seis de los 215 casos de mujeres muertas quemadas, aparentemente en forma intencional, en Lahore en 1997 fueron puestos bajo custodia.

"Innumerables mujeres sufren golpizas, violación, incendio, ataques con ácido y mutilación" en instancias de violencia doméstica que nunca llegan a la policía, según el informe.

Las mujeres que denuncian violación o ataque sexual por parte de un extraño se arriesgan a ser marginadas más que tratadas como víctimas de violencia doméstica, recalcan los autores del estudio.

HRW llama a Pakistán, que ahora tiene un gobierno militar, a castigar toda forma de violencia doméstica o familiar contra la mujer y a establecer líneas claras de intervención y protección policial para esos casos.

Además, el gobierno debería revocar las leyes que no reconocen la violación marital, y las que no permiten o devalúan el testimonio de las víctimas femeninas. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ceb/aq/hd/99

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