Un asaltante fue asesinado hoy en el estado de México por enardecidos pasajeros de un autobús público, el primer linchamiento en el área capitalina registrado como consecuencia de la inseguridad e impunidad que prevalecen en el país.
Con el rostro desfigurado y tremendos golpes en el cuerpo, José Antonio Hernández, de 23 años, murió luego de que las víctimas se convirtieron en victimarios, de acuerdo con informes policiales.
Hernández se convirtió así en el primer delincuente muerto en un caso de justicia por mano propia en la región metropolitana de México, luego de varios episodios que no llegaron a tal extremo.
Solo "tres por ciento de los delitos que son denunciados en México terminan satisfactoriamente" con un fallo judicial de culpabilidad, afirmó este lunes a IPS Salvador Tinajero, coordinador de Atención Jurídica de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos.
Esta circunstancia "marca el nivel del pr~~~~~oblema estructural que hace inoperante al sistema de justicia del país", explicó Tinajero.
"Los hechos ocurridos este lunes son injusticables, pero se entienden ante la exasperación de la gente por la ausencia de justicia", agregó.
Cada día, un promedio de 18 personas mueren víctimas de la violencia en la ciudad de México, de acuerdo con datos del Poder Legislativo local.
El conductor del autobús que viajaba hacia la capital y una mujer resultaron heridos de bala en el intento de los pasajeros de someter a Hernández, mientras dos cómplices del asaltante lograban escapar.
Habitantes de la capital mexicana, 80 por ciento de los cuales declaran sentirse inseguros, han expresado su irritación en los últimos meses lanzándose contra los delincuentes.
Hace apenas tres semanas, Armando Contreras fue rescatado por la policía de una turba que lo castigaba por haber secuestrado a un taxista, en Santa Rosa Xochiac, en el sur de la ciudad de México.
Luego de ese episodio, los vecinos del lugar advirtieron que están hartos de la inacción de las autoridades policiacas de la zona.
Este mismo año, la población frustró otros asaltos capturando a sus victimarios. El 23 de agosto, un joven de 20 años estuvo a punto de ser linchado en un barrio popular del oriente capitalino.
Hartos del hampa, los 40.000 habitantes del barrio de Tulyehualco, en el sur de la capital, armaron con pistolas, machetes y garrotes a un grupo de vecinos que convirtieron en guardianes de la seguridad.
Los vecinos de Tulyehualco accedieron a suspender el virtual toque de queda que habían impuesto en el lugar, al que habían prohibido el ingreso de cualquier extraño.
En la ciudad de México, cada vez son más los barrios donde la delincuencia impuso su ley a la autoridad y que se constituyeron así en zonas prohibidas incluso para los policías.
Consideradas semillero y albergue de delincuentes, barrios como Buenos Aires, Daniel Garza y El Quezo registran, sin embargo, mínimos índices delictivos, según reportes oficiales.
A pesar de ser las áreas más peligrosas, los criminales no actúan ahí, sino en barrios aledaños, en los que prolifera el tráfico de drogas, la venta de productos robados y sistemáticos asaltos a transeúntes.
La tendencia a la justicia por mano propia en la capital mexicana no llega a reproducir aún la situación que sufren ciudades de otros países. En barrios populares de Caracas, por ejemplo, se registra un linchamiento cada tres días promedio.
La Policía Metropolitana de la capital venezolana atribuye los linchamientos al desprestigio de las instituciones judiciales y policiales, los problemas económicos y el descontento popular ante la impunidad.
En México, "el problema no es porque la ley sea blanda, sino por la alta corrupción de quienes la imparten", destacó Tijerina.
La Secretaría (ministerio) de Seguridad Pública diseña un cuerpo policial que recopile información, sobre todo proporcionada por ciudadanos, para orientar las acciones preventivas y de seguimiento a denuncias. (FIN/IPS/pf/mj/hd ip/99
