EEUU: Presión por saneamiento ambiental de bases en el extrajero

Ambientalistas de América Latina, Asia y Europa exigieron esta semana a Estados Unidos que limpie de tóxicos y explosivos sin detonar las bases militares que instaló en el extranjero durante la guerra fría.

Activistas de Alemania, Corea del Sur, Cuba, Filipinas, Gran Bretaña, Japón, Panamá y Puerto Rico se reunieron esta semana durante cuatro días en Washington y denunciaron al gobierno por no brindar siquiera la información necesaria para que los países donde están instaladas las bases eliminen el peligro.

Los activistas reunidos en la denominada Cumbre Internacional sobre Limpieza de Bases Militares acusaron de doble discurso al Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos (Pentágono).

"Es moralmente indignante", declaró la diputada estadounidense Barbara Lee, una de las pocas voces del Congreso que se interesó en el legado tóxico que dejan las bases militares estadounidenses en el extranjero.

"Nos esforzamos más en la limpieza de las bases de nuestros aliados de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en el Hemisferio Norte que en cualquier otro lado. Este es un asunto de justicia ambiental", protestó.

Activistas extranjeros se reunieron con organizadores comunitarios de Estados Unidos que ya tuvieron que tratar con el Pentágono por problemas de salud y ambiente.

Las comunidades estadounidenses tuvieron menos dificultades, porque el Pentágono debe respetar las leyes ambientales nacionales y cuenta con un presupuesto de cerca de 2.000 millones de dólares para limpiar las bases militares del país.

Pero las esas leyes ambientales no se aplican fuera del territorio de Estados Unidos, y el presupuesto no asigna al Pentágono fondos para limpiar sus bases militares en el exterior.

Los escasos 300 millones de dólares invertidos durante los últimos cinco años en resolver ese problema salieron de otros rubros presupuestales.

El problema es asombroso, según Saul Bloom, de Arc Ecology, un grupo que limpia bases militares, sobre todo en Estados Unidos. "Dejamos detrás nuestro un enorme legado de desechos tóxicos en las bases militares del exterior", señaló.

Estados Unidos tenía más de 1.000 bases militares y unas 370 instalaciones fuera de su territorio durante la guerra fría, según el Pentágono. Muchas eran pequeños puestos de radares o sonares, pero había unas cuantas más grandes.

El Campo Aéreo Clark, en Filipinas, la mayor base militar de Washington fuera del país, tenía casi el tamaño de Singapur.

Esas instalaciones fueron arsenales de todo tipo de productos tóxicos para uso militar, como armas químicas, y también para mantenimiento de los equipos. En bases tropicales como las de Filipinas, Panamá y Okinawa, los militares utilizaron también poderosos herbicidas y pesticidas prohibidos en Estados Unidos.

Esos productos químicos se filtraron, en muchos casos, hacia el suelo, y contaminaron el aire, el agua y la tierra de las bases y sus alrededores, según la Organización Mundial de la Salud, la Oficina de Contabilidad General de Estados Unidos, y consultores independientes.

La consecuencia es que en las comunidades cercanas se registraron más enfermos de cáncer, defectos de nacimiento, y otros problemas graves de salud que en el resto de la población.

"La tasa de cáncer en Vieques es 27 por ciento más alta que en el resto de Puerto Rico", advirtió Wanda Colón Cortez, directora del Proyecto del Caribe para la Justicia y la Paz, uno de los grupos que lidera la campaña popular en Estados Unidos para obligar a Washington a limpiar su base naval de ese lugar.

Además, hasta los años 80, los militares no solían registrar la cantidad exacta o la ubicación de los tóxicos y los explosivos que utilizaban, guardaban o vertían, según John Lindsay-Poland, del Grupo de Reconciliación, de Estados Unidos.

Esa es una de las principales razones por las cuales es tan costoso limpiar las bases del país, que implican una inversión promedio de 75 millones de dólares cada una. Buena parte de ese dinero se utilizó para pagar investigaciones sobre la ubicación precisa y la cantidad de materiales peligrosos enterrados.

El Pentágono, que conoce el costo de la investigación que se necesita para hacer la limpieza, no desea colaborar con las comunidades extranjeras.

Es probable que algunos gobiernos que aceptaron la presencia de bases militares estadounidenses en su territorio prefieran el silencio del Pentágono, indicó Bloom.

Filipinas y Panamá, que no cuentan con los medios técnicos y financieros para realizar esa investigación previa, y mucho menos para limpiar las bases estadounidenses abandonadas, las ofrecen a la industria para la instalación de grandes fábricas para miles de obreros.

El senador filipino Sergio Osmena III, que participó en esta reunión, sostuvo que su gobierno es "miope", y advirtió que esos terrenos no sólo significan un peligro para la vida de las personas que trabajan allí, sino que además llevarán a los inversores extranjeros a iniciar juicios contra Manila.

La falta de datos del Pentágono hace que sea imposible saber cuánto costaría limpiar todas las bases militares del país en el exterior, señaló Bloom, quien supone que la gestión podría costar entre 12.000 y 15.000 millones de dólares.

"Sería más efectivo que la diplomacia a punta de pistola", sostuvo, ya que la consecuencia de no limpiar esas bases militares cerradas es el aumento del sentimiento antiestadounidense de los países aliados.

Sin embargo, el Congreso, que debería conseguir el dinero para hacer la limpieza, aún no consideró seriamente el asunto.

El senador Paul Wellstone logró este año que el Senado aprobara una resolución según la cual el Pentágono deberá brindar toda la información que posea a los gobiernos que alojaron sus bases militares. (FIN/IPS/tra-en/jl/ceb/mj/en ip/99

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe