El Banco Central empezó a combatir los elevados intereses que deben pagar los consumidores en Brasil, donde la actividad económica es obstaculizada por el elevado costo de la intermediación, tanto financiera como comercial.
"Nada justifica una tasa (de interés) de 150 por ciento al año en el crédito personal", advirtió el presidente Fernando Henrique Cardoso, al anunciar medidas para reducir los intereses en el comercio y en el sistema financiero.
Los intereses al consumo llegan a superar 240 por ciento en algunos casos, según la Asociación Nacional de Ejecutivos de Finanzas, Administración y Contabilidad (ANEFAC). Ese tope supera más de diez veces la tasa básica del Banco Central, actualmente en 19 por ciento.
El gobierno decidió ahora atacar ese frente, por iniciativa del presidente del Banco Central, Arminio Fraga. Cardoso había sostenido durante varios años en que "los intereses son determinados por el mercado".
Los economistas creen que la responsabilidad por las altas vigentes es del gobierno, que debe destinar grandes recursos a la financiación de su deuda de corto plazo y que retiene 65 por ciento de los depósitos a la vista en los bancos.
El mercado financiero se decepcionó ante las medidas anunciadas, porque esperaba una reducción del encaje bancario a 55 por ciento. Sin esa decisión, la caída de intereses será muy pequeña y a largo plazo, señalaron los analistas.
La principal decisión del Banco Central, es reducir el Impuesto sobre Operaciones Financieras de crédito a particulares de seis a 1,5 por ciento, la tasa que ya pagan las empresas.
Además, el Banco Central eliminó la retención de diez por ciento de los depósitos a plazo, liberando el equivalente a cerca de 5.000 millones de dólares, y adoptó mecanismos para combatir la insolvencia, cuya cobertura representa un tercio del costo de la financiación bancaria.
El objetivo es eliminar los intereses de tres dígitos cobrados al consumidor, dijo Fraga, aunque reconoció que la meta es modesta y queda muy lejos del ideal de bajar esas tasas a menos de 10 por ciento.
Según cálculos de la autoridad monetaria, los bancos obtienen ganancias de 31 por ciento en el "cheque especial", un crédito por saldo deudor en cuentas de clientes. Eso "no es razonable", pero sólo la competencia y la transparencia corregirán tal distorsión, sostuvo Fraga.
Esos altos costos de intermediación financiera impiden el crecimiento económico, admitió.
El obstáculo se repite en otros sectores. Un agricultor percibe tres reales (1,55 dólares) por una caja de tomates, pero el consumidor debe pagar 15 veces más el mismo producto, señaló el economista Ladislau Dowbor, al recomendar que se investigue la formación de precios en la cadena productiva.
Los estudios sobre precios se han concentrado casi exclusivamente en el acompañamiento de la inflación, olvidando indagar dónde queda la mayor parte del "excedente social", observó un experto.
Mientras, el economista Joao Pedro Stédile, principal coordinador del Movimiento de los Sin Tierra (MST), opinió que el problema se debe al dominio del mercado por grandes empresas, especialmente las transnacionales.
El ejemplo es la italiana Parmalat que, según Stédile, paga sólo 17 centavos de dólar por litro a los productores de leche de los asentamientos controlados por el MST, y lo vende a 52 centavos en los supermercados.
Pero en Italia, donde el precio de venta es similar, la empresa paga a los productores de leche 48 centavos de dólar por litro, una diferencia que solo se explica por prácticas monopólicas, afirmó Stédile, líder del movimiento por la reforma agraria en Brasil.
Las empresas, por su parte, dicen que la diferencia se debe a altas cargas tributarias y financieras, que se suman al costo del transporte y de los insumos empleados.
Esas condiciones limitan la tasa de financiación de la economía brasileña a 28,5 por ciento del producto interno bruto, frente a más de 100 por ciento en los países industrializados. (FIN/IPS/mo/ff/if/99
