Aquello que los economistas llaman "ideología del libre mercado" tuvo sus orígenes en el estilo de vida de los suburbios residenciales de América del Norte, dice el nuevo libro del periodista canadiense Stephen Dale.
El aislamiento de los canadienses y estadounidenses en sus autos y hogares, en barrios de baja densidad de población, "degradó los lazos de solidaridad que antes existían entre gente de todos los estratos sociales", sostiene Dale en "Lost in the suburbs: A political travelogue".
"La premisa de que los ciudadanos sólo deben pagar impuestos para sostener servicios que usan directamente también está alentada por la naturaleza compartimentada de la vida en las zonas residenciales", señala.
"Es difícil percibir algún beneficio social del gasto público si uno pasa la mayor parte de tiempo en el lugar de trabajo, en casa y en el auto, se detiene poco en lugares públicos, o cuenta con pocas posibilidades de observar a gente menos favorecida y más proclive a necesitar asistencia del gobierno", continúa.
Canadá, con su sólida tradición de democracia social, tuvo en los años 90 gobiernos -especialmente a nivel provincial- que introdujeron una legislación social dirigida a corregir la disparidad de ingresos entre la población.
Esta política había sido abandonada en los años 80 por administraciones neoconservadoras en Estados Unidos y Gran Bretaña.
Pero el impulso de políticas más enfocadas hacia la iniciativa personal y una actitud austera respecto a cualquier dependencia de la ayuda oficial fue difícil de resistir, incluso en Canadá.
Cuando los liberales desplazaron a los conservadores en las elecciones federales de 1993, realizaron grandes recortes en las áreas de bienestar social, vivienda, salud y educación terciaria en las provincias. El gobierno también redujo sus aportes para el plan nacional de seguro de desempleo.
Entretanto, movimientos conservadores, como el Partido Reformista con sede en Canadá occidental, también abogaron por políticas de derecha.
Esas políticas promovieron recortes impositivos, privatizaciones, una política de inmigración menos abierta, penas legales más severas para delincuentes juveniles y una tajante resistencia a cumplir tratados centenarios con comunidades indígenas referidos a tierras y recursos.
Dale percibió en las recientes elecciones provinciales en Ontario una mayor afinidad por parte de los triunfantes conservadores provinciales con el estilo estadounidense de propaganda política agresiva.
"Los suburbios californianos, especialmente de Los Angeles, fueron el lugar de nacimiento de ese tipo de política", afirmó el autor.
El ascenso en California del actor estadounidense convertido en político, Ronald Reagan, en los años 60, "catapultó el nacimiento de la cruzada republicana contra el intervencianismo social del gobierno".
Reagan se basó en expertos en comunicación masiva, demógrafos y sociólogos para apelar directamente a los inquietos votantes suburbanos de California, dijo Dale.
Luego, Reagan transfirió ese modelo político a nivel nacional y en 1981 resultó electo en su primer período como presidente de Estados Unidos.
Dale cree firmemente que el estilo de vida de los barrios suburbanos residenciales de Estados Unidos, con su fijación por los gases de invernadero producidos por los autos y su avidez por la subdivisión de valiosas tierras cultivables, es "ecológicamente insustentable" a largo plazo.
Como los republicanos no producen nuevas ideas, piensa que es posible un retorno de liberales y progresistas en California, si se dan cuenta que el ambiente puede llegar a ser su "carta de triunfo" en futuras elecciones estatales.
Pero los suburbios canadienses no adoptaron todos los aspectos negativos de sus similares estadounidenses, según Dale.
"Muy pocas empresas de seguridad vigilan los vecindarios. Ninguna asociación de propietarios de casas se ha hecho cargo de las funciones del gobierno municipal y las escuelas son públicas, no privadas. Lo que se preguntan todos es cuánto durará esto". (FIN/IPS/tra-en/pw/mk/ego-mlm/ip/99
