La empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), sostén de la economía de este país y tercera del mundo en el sector, empezó a recorrer un camino de reformas que genera grandes controversias y cuyo destino final aún es impredecible.
PDVSA es escenario hace una semana de un cambio de poder defendido por un gobierno deseoso de atacar "vicios enquistados", y criticado por quienes consideran inevitable la politización y el deterioro de la compañía.
Los cimientos de la petrolera crujieron el 30 de agosto, cuando renunció su presidente Roberto Mandini para ser reemplazado por Héctor Ciavaldini, quien asumió su puesto anunciando un cambio "ideológico" en PDVSA.
Pero aún no se conoce con precisión cual sería la naturaleza de esos cambios en la empresa que, con una producción de 2,7 millones de barriles diarios de petróleo, es la principal fuente de divisas del país.
Ciavaldini es conocido como una persona cercana al presidente Hugo Chávez, quien lo había colocado en la directiva de la industria petrolera después de asumir el poder en febrero.
Chávez dijo este domingo que la reforma de PDVSA será "hasta el hueso". "Vamos a adecuarla, a repotenciarla y a sacar vicios enquistados, porque allí tenían una concepción errada del país", precisó.
La nueva administración trataría de acabar con "un Estado dentro del Estado". Ciavaldini ha explicado que el cambio ideológico implica "insertar la empresa en el país", lo que significaría trabajar en sintonía con el gobierno.
También ha recalcado la ironía de tener una empresa rica en un país donde la pobreza afecta a alrededor de 80 por ciento de la población.
Pero los cambios generaron oleadas de críticas y de reservas sobre el futuro una empresa que es manejada como una compañía petrolera internacional autónoma, y existen temores de que haya mayor injerencia del gobierno.
"La politización de la operación resultará en que 'las intuiciones del sector político' reemplazarán a las decisiones profesionales y técnicas", comentó el experto petrolero Alberto Quirós.
Quirós, ex alto funcionario del grupo PDVSA, consideró que "la buena política producirá malos resultados, como consecuencia de la pérdida de control sobre los costos, la reducción de la eficiencia operativa y la emigración de los más capaces".
En un largo artículo publicado este fin de semana, este experto también criticó "la lucha sorda por el poder que se libró dentro de la empresa".
Después de presentar su renuncia hace una semana, Mandini concedió entrevistas a medios venezolanos en las cuales admitió que su dimisión fue provocada por la negativa a su petición para sacar a Ciavaldini de PDVSA.
"Era un elemento discordante en el equipo", dijo el ahora ex presidente de PDVSA al referirse a su sucesor. También denunció un clima de tensión dentro de la compañía al que calificó de "subversión interna".
La subversión interna incluiría un Frente Revolucionario Petrolero, que hace pocos días publicó un aviso en los diarios denunciando una "tradición de corrupción impune" en de PDVSA.
La existencia de conspiraciones fue confirmada por el dirigente Pablo Medina, partidario de Chávez y miembro de la Asamblea Constituyente que redacta la nueva Constitución venezolana, quien dijo que pidió la cabeza de Mandini "y está en una bandeja de plata".
En una entrevista publicada por el matutino El Nacional este lunes, aseguró que, si no había un cambio en PDVSA, la empresa iba a ser llevada a la bancarrota en seis meses.
Ciavaldini, por su parte, ha descartado que exista el propósito de partidizar PDVSA y aseguró que la corporación "se seguirá manejando como una empresa".
Pero las dudas de los críticos persisten, en especial por los trascendidos sobre depuraciones, revisiones de contratos, y el propósito anunciado de sintonizar a la empresa con la realidad del país.
"Pensar que si es una empresa excelente en un país atrasado hay que tirarla hacia abajo en vez de levantar al país para que se parezca a PDVSA es equivocado", dijo el analista económico Agustín Berríos al matutino El Globo. (FIN/IPS/lc/mj/if en/99
