El secretario general Kofi Annan pidió "unidad total" de la ONU ante crisis humanitarias, para evitar la inacción ante una matanza, como en Ruanda, o que la intervención se produzca al margen del foro mundial, como fue el caso de la OTAN en Kosovo.
Annan hizo la exhortación al inaugurar el lunes el 54 periodo de sesiones de la Asamblea General, ante representantes de los 188 estados miembro de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
La ONU no debe incurrir nuevamente en la inacción que permitió el genocidio de Ruanda, donde casi un millón de personas fueron asesinadas en 1994 por un régimen extremista, advirtió el secretario general.
También señaló que la división del Consejo de Seguridad ante el caso de la provincia yugoslava de Kosovo dio lugar a la intervención de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que bombardeó Yugoslavia sin el aval de la ONU.
Operaciones como la de la OTAN en Yugoslavia, lanzadas sin autorización previa de la ONU "podrían sentar un peligroso precedente" y "socavar el sistema de seguridad creado después de la segunda guerra mundial", advirtió Annan.
El sistema de seguridad que tiene de eje a la ONU "es imperfecto, pero tiene capacidad para adaptarse", agregó.
En cuanto a la incapacidad de la comunidad internacional para actuar en Ruanda, dio lugar a una serie de interrogantes, relativas a las posibilidades de intervenir para evitar el genocidio.
"La opción no debe ser entre la unidad del Consejo de Seguridad y las acciones ante el genocidio, como en el caso de Ruanda, ni la división del Consejo y la intervención de una organización regional, como en el caso de Kosovo", dijo Annan.
La Asamblea General de este año, en la que participaron tres nuevos miembros (Nauru, Kiribati y Tonga), se reunió bajo la sombra de los ataques de la OTAN a Kosovo y de la lenta respuesta del foro mundial a los asesinatos masivos en Timor Oriental.
Mientras unos 60 jefes de Estado y de gobierno y los embajadores de los países que integran la ONU comenzaban la sesión anual de la Asamblea, 2.500 soldados autralianos desembarcaban el lunes en Timor Oriental como avanzada de una fuerza internacional de 8.000 hombres promovida por el foro mundial.
Australia encabeza la fuerza de pacificación destinada por la ONU a Timor Oriental para acabar con la matanza comenzada el 4 de este mes por milicianos y soldados indonesios que rechazan el resultado del plebiscito de autodeterminación del 30 de agosto, ampliamente favorable a la independencia de esa antigua colonia de Portugal.
Annan elogió la aprobación del Consejo de Seguridad la semana pasada de la fuerza internacional para Timor Oriental, llamada Interfet, por demostrar "unidad de propósitos". Pero agregó que "ya se perdieron demasiadas vidas y hubo mucha destrucción" en ese territorio.
Participantes en la Asamblea General compararon la lenta respuesta de la ONU en el caso de Timor Oriental y en otras áreas críticas como Angola y la República Democrática del Congo con la rápida ofensiva de la OTAN para proteger a los kosovares de la limpieza étnica intentada por Serbia, la mayor de las dos repúblicas que conforman Yugoslavia.
"¿Por qué el sufrimiento humano en algunas partes del planeta causa más indignación que al ocurrir en otras?", se preguntó el canciller de Brasil, Luiz Felipe Lampreia.
Angola y Timor Oriental, dos regiones lusófonas como Brasil, "son ejemplos de un claro patrón de atención unilateral y desigual", señaló Lampreia.
El canciller brasileño pidió acción inmediata en Angola, afirmando que el "Consejo de Seguridad ya no puede permitir que sus resoluciones sean ignoradas descaradamente".
Un millón de personas se hacinan en precarios campamentos para desplazados en Angola, mientras continúan los combates entre fuerzas del gobierno y de la insurgente Unión Nacional para la Independencia de Angola (UNITA).
Todas las tentativas de paz han fracasado en ese país africano, donde la guerra civil se prolonga con breves intervalos desde 1975, y grandes áreas del país son tierra de nadie, donde el Estado no puede garantizar la seguridad de la población.
Con demasiada frecuencia "nuestra respuesta a los conflictos fue esperar a que su desarrollo llegara a la violencia, e incluso la guerra, para luego intervenir mediante costosas operaciones pacificadoras", declaró el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, en su primera gran intervención internacional desde que ocupó su cargo.
La ONU debería esforzarse por prevenir los conflictos y por "ser vista por los gobiernos y los pueblos como un interlocutor y pacificador verdaderamente imparcial", sugirió Mbeki.
"El compromiso de la comunidad internacional con la paz, la asistencia humanitaria, la reahabilitación y la reconstrucción varía mucho de región a región y de crisis a crisis", dijo Annan.
"Si se nos brindan los medios, en Kosovo y en Sierra Leona, en Timor Oriental y en Angola, tendremos una verdadera oportunidad para romper los ciclos de violencia de una vez y para siempre", aseguró.
Algunos oradores dirigieron la atención de la Asamblea General sobre las diferentes respuestas ante las crisis internacionales, mientras otros señalaron las desigualdades de desarrollo de las regiones del mundo como uno de los principales problemas.
"La manera desigual en que se desarrollan las naciones no facilita el establecimiento de un nuevo orden mundial aceptado universalmente. Comenzaron a aparecer brechas preocupantes, especialmente en Africa", dijo el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika.
Bouteflika admitió la importancia de la globalización, pero advirtió que las relaciones entre las naciones no deben reducirse a "meras transacciones financieras", sino que deben tomarse en cuenta los derechos humanos y la participación de la sociedad civil.
"El proceso de la globalización está acompañado de una creciente desigualdad interna en cada país y entre los países. También observamos cómo los movimientos de capital a corto plazo han provocado desastrosas consecuencias económicas en algunas naciones", dijo Mbeki. (FIN/IPS/tra-en/fah/at-ff/hd ip/99