/BOLETIN-AMBIENTE/ PERU: Desaparecen 12.000 millones de metros cúbicos de nieve

El recalentamiento del planeta, atribuido a la emisión de gases invernadero por industrias y vehículos, causó en los últimos 27 años la pérdida de unos 12.000 millones de metros cúbicos de nieve en los glaciares de los Andes peruanos.

El problema se produce en 20 zonas de la región andina, provoca daños tal vez irreversibles en el ambiente peruano, al tiempo que reduce el caudal de las fuentes de agua de uso agrícola y urbano, dijo el físico Ramiro Valdivia, de la Universidad Mayor de San Marcos, de Lima.

La creciente desglaciación a causa por el recalentamiento de la Tierra es un proceso mundial, pero en la cordillera de los Andes, que recorre América del Sur como un espinazo frente al océano Pacifico, el problema es mayor que en otras partes del mundo.

Benjamín Morales, presidente del Instituto Andino de Glaciología y Geoambiente, explicó que los glaciares (masa de agua congelada similar a un río) no solo son reservas de agua y modeladores del paisaje, sino también reguladores del clima mundial.

"La reducción de las fuentes de agua y las alteraciones del clima regional incrementan el peligro del avance de la desertización, es decir el avance de las áreas desérticas y estériles en la costa y la sierra de Perú", expresó Morales.

"En la sierra peruana se ubican 70 por ciento de los glaciares de todas las regiones tropicales del mundo, y su destino afectará no solo a la zona interandina y la costa de Perú, sino también el de los grandes bosques húmedos de la Amazonia, que comparten varios países del continente", concluyó.

Por su parte, Valdivia calculó que, "tomando como referencia el valor más bajo del agua de riego en términos internacionales, un centavo de dólar por metro cúbico, la desglaciación en Perú y la consiguiente reducción de sus fuentes de agua significan un costo que bordea los 1.000 millones de dólares".

"Es claro que ante un problema semejante no podemos limitar el cálculo de las pérdidas a la menor dotación de agua, sino también el impacto ambiental, la previsible caída de la producción agrícola y las repercusiones negativas en diversas actividades, entre ellas el turismo", añadió.

Valdivia recorrió hace pocas semanas la zona de los nevados de Ticlio, para efectuar mediciones del nivel isotérmico y estuvo antes en los glaciares de Arequipa, en la sierra del sur peruano.

"En la zona de Ticlio, la isoterma cero, es decir el nivel a partir del cual el agua se convierte en hielo, se eleva 10 metros al año, de modo que las zonas cubiertas de nieve están cada vez más altas. En algunos casos han desaparecido y ahora hay cerros rocosos y farallones en paisajes antes nevados", señaló.

Ticlio esta situado en la parte más alta de la cuenca del río Rimac, la carretera central y el ferrocarril que unen a Lima con el valle del Mantaro ascienden por ese punto hasta los 4.818 metros sobre el nivel del mar y el ahora amenazado paisaje nevado es centro de atención de los viajeros.

La Cordillera Blanca, en la sierra norte, es otro polo de atracción turística donde se encuentran los picos más altos de los Andes peruanos, entre ellos el Huascaran, cuya cumbre se encuentra a 6.721 metros sobre el nivel del mar. allí también se registra un preocupante proceso de desglaciación.

El equipo del ingeniero ambiental Jorge Lescano, catedrático de la Universidad Federico Villarreal, de Lima, reveló, tras medir la desglaciación en la sierra norte, que en la Cordillera Blanca se han perdido alrededor de 2.600 metros cuadrados de hielo en el último año.

"En los distintos glaciares de la Cordillera Blanca se están produciendo retrocesos desiguales pero acelerados. En seis de ellos hemos estimado un retroceso anual de 12 metros y el adelgazamiento de más de dos metros en la masa de hielo que cubre los cerros", dijo Lescano.

Otro aspecto inquietante de la desglaciación es el aumento del riesgo de catástrofes naturales, como el desprendimiento de aludes e inundaciones.

En Perú, la inestabilidad y vulnerabilidad física provocada por el acelerado deshielo de los glaciares provocó los desastres de Huaraz (1941), del valle de Urumbamba en Cusco (1942), de Chavin (1945) y de Ranrahirca (1962).

Pero el más grave ocurrió en 1970, cuando un alud de rocas y lodo originado por un embalse natural provocado por un derrumbe sepultó a una ciudad entera, Yungay, matando a la mayoría de sus 20.000 habitantes.

Todos los edificios de la ciudad desaparecieron. El lodo cubrió hasta la torre de su iglesia mayor. Donde estaba antes Yungay ahora solo existe un campo sembrado de flores, que fue primero un homenaje a las víctimas y que los campesinos de la zona dedican ahora a la exportación.

Durante la último manifestación del fenómeno climático de El Niño, el aumento del calor provocó el deshielo de los cerros vecinos a la central hidroléctrica de Machu Picchu, y el alud de lodo y agua sepultó la planta, cuya reconstrucción demorará dos años y costará 400 millones de dólares.

Hasta el momento, y a pesar de la recomendación de los expertos, no existen tratados internacionales ni leyes nacionales para enfrentar el problema de la reducción de los glaciares.

En el Informe de Desastres Mundiales de 1999 de la Federación Internacional de la Cruz Roja, emitido hace algunos días en Ginebra, se advierte sobre los peligrosos efectos del recalentamiento de la Tierra.

El mundo enfrenta una década de grandes desastres como consecuencia de los cambios climáticos, la mayor parte de ellos provocados por la actividad humana, alerta el reporte anual de la Cruz Roja.

El recalentamiento de la Tierra responde, según la mayoría de los científicos, a la emisión de gases invernadero, como se denomina a los que impiden la salida del calor de la atmósfera al espacio exterior.

Entre ellos se destacan los liberados por la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) para el funcionamiento de industrias y vehículos, en especial el dióxido de carbono.

En 1988 se produjeron 311 catástrofes, frente a las 179 del año anterior, con un saldo de 126,7 millones de personas afectadas y 59.261 personas muertas, según el informe de la Cruz Roja Internacional.

Unos 25 millones de personas debieron abandonar sus hogares como consecuencia de inundaciones, sequías, deforestación y disminución de la fertilidad de los suelos, agregó la organización.

"Esta situación obligó a crear mas refugios que las guerras y los conflictos bélicos", agrega el informe. (FIN/IPS/al/mj/en/99

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