Tras las manifestaciones callejeras promovidas por los partidos de oposición de Guyana en abril, un duro conflicto salarial entre el gobierno y los empleados públicos amenaza con paralizar al país.
La pugna comenzó la semana pasada, cuando el Sindicato de los Servicios Públicos de Guyana (GPSU, por su sigla en inglés), que representa a 15.000 empleados gubernamentales, reclamó un aumento de 40 por ciento en los salarios de los oficinistas y otros trabajadores del sector público.
El martes se sumaron al reclamo los controladores del tráfico aéreo y los empleados del servicio de distribución de agua potable.
El gobierno de la presidenta Janet Jagan declaró que está obligado por el programa de austeridad impuesto y supervisado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y que su mejor oferta era un aumento de 4,6 por ciento.
Actualmente, quienes ingresan en la administración pública con el salario más bajo reciben 63 dólares mensuales.
Tras la propuesta gubernamental, anunciada por el ministro de Servicios Públicos, George Fung-On, el sindicato expresó que se sentía insultado, llamó a la huelga y anunció que se iniciaba la primera fase de una larga lucha.
"El dinero que nos pagan no alcanza. Algunos de esos ministros del gobierno deberían vender los costosos vehículos 4 x 4 (con tracción en las cuatro ruedas) que conducen mientras los empleados públicos hacen huelga", declaró Maylene Duncan, una oficinista.
Líderes sindicales como Raymond Gaskin no ocultaron que el inicio de la huelga fue fijado en una fecha que aseguró a los trabajadores el cobro de sus sueldos de abril antes de interrumpir sus tareas.
Sectores fundamentales como el Departamento de Aduanas tienen previsto realizar paros el jueves y viernes de esta semana, paralizando los negocios de exportación e importación.
El conflicto estalló cuando las tensiones sociales parecían haber disminuido, tras una serie de protestas callejeras encabezadas por los partidos de oposición el mes pasado.
La estabilidad había determinado incluso cierta recuperación del valor de la moneda. Tras una depreciación de 42 por ciento el año pasado, que llevó la cotización del dólar estadounidense a 182 dólares guyaneses, la semana pasada se llegó a una cotización de 174 dólares guyaneses.
También ayudaron a ese resultado los ingresos provenientes de la exportación de azúcar y arroz, dos de los principales productos del país.
Ahora se teme que algunas de las mejorías logradas se evaporen.
Los dirigentes sindicales se negaron a reunirse con Mohamed Akeel, el jefe del Departamento Laboral del ministerio, quien se había ofrecido como mediador. "Esto está muy por encima de su cabeza", declaró Gaskin, un ex partidario del oficialista Partido Popular Progresista.
Los empleados de la mayoría de los ministerios se abstuvieron de trabajar, y muchos se unieron a una marcha de protesta que recorrió los locales de todos los organismos públicos de la capital.
Enfermeras del hospital estatal de Georgetown también adhirieron y dispusieron guardias de emergencia, con el apoyo de algunos médicos. Los bancos comerciales recibieron amenazas de bombas y el servicio de correos cerró sus puertas.
Por su parte, el Congreso de Sindicatos sugirió que una subcomisión de alto nivel del gabinete se reúna con la GPSU antes de que la situación quede fuera de control.
En previsión de que se repitan las violentas protestas de 1997 y comienzos de 1998, que paralizaron al país, muchos guyaneses comenzaron a hacer acopio de alimentos luego de que la Federación de Sindicatos de Empleados Gubernamentales indicara que muchos más trabajadores podrían unirse a la huelga.
Hasta ahora las protestas han sido pacíficas, pero la policía dijo que estaba investigando informes de que algunos manifestantes arrojaron objetos en llamas contra la casa del ministro de Trabajo, durante una marcha nocturna con velas organizada por el sindicato. (FIN/IPS/tra-en/bw/cb/ego/mp/lb/99)
