Sita Devi no protestó cuando en el banco de sangre de uno de los principales hospitales públicos de India, en Nueva Delhi, le inyectaron plasma sanguíneo cuya validez había expirado.
La mujer pensó que protestar no serviría para nada, porque sólo habría causado molestias y gastos adicionales. "Al final, nadie hubiera sido castigado", dijo, y probablemente tuviera razón.
El año pasado, el sereno Ram Kumar fue obligado por el hospital público Lok Nayak Jai Prakash a donar sangre dos veces en 10 días porque su esposa embarazada Mamta, sufrió complicaciones en febrero.
Ram Kumar elevó una protesta formal al gobierno estatal de Delhi, afirmando que las autoridades del banco de sangre del hospital simplemente lo ignoraron cuando señaló que ya había donado sangres 10 días antes.
Sita Devi y Ram Kumar tipifican el clamor de miles de pacientes y sus familiares que buscan desesperadamente donantes en emergencias, debido a la aguda escasez de sangre causada por la prohibición de la Corte Suprema de apelar a donantes profesionales.
La prohibición, vigente desde enero de 1998, fracasó en su propósito de erradicar el comercio de sangre. "Todo lo que logró fue crear el tráfico clandestino y aumentar el precio de la sangre por encima de las posibilidades de la gente común", dijo el médico Iqbal Malik.
Un popular canal de televisión emitió la semana pasada la filmación de Malik haciendo las veces de un paciente que hace un arreglo para comprar sangre, puertas afuera del prestigioso Instituto de Ciencias Médicas de Toda India (AIIMS).
De nuevo, no ocurrió nada. Sin contar todavía con una alternativa para asegurar una provisión regular de sangre, el gobierno se ve obligado a ignorar las numerosas actividades ilegales que se propagan peligrosamente en torno a los bancos de sangre, no sólo en la capital, sino en toda el país.
El fracaso gubernamental de promover donaciones voluntarias dio lugar también a un nuevo negocio de componentes sanguíneos importados para aquellos que pueden pagarlos, si bien tampoco aquí existe garantía alguna.
El año pasado, las autoridades austríacas desbarataron una banda que importaba sangre infectada con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) desde Africa. La sustancia era procesada y, supuestamente, reexportada a India por una compañía identificada con el nombre de Albovine.
El gobierno indio negó inmediatamente que se hubiera importado sangre contaminada desde Austria, pero admitió que, efectivamente, se había adquirido a Albovine albúmina de sangre humana "analizada", a través de la firma india Panacea Biotech.
A pesar de sus enormes recursos humanos basados en la población de casi 1.000 millones de personas, India importa componentes sanguíneos por 200 millones de dólares y se prevé que el mercado se ampliará todavía más si se agudiza la escasez.
En una conferencia de la Sociedad Internacional de Transfusiones de Sangre e Inmunología, realizada en Bombay en noviembre, su secretario general H.H. Gunson estimó que India podría comprar anualmente componentes sanguíneos por 75 millones de dólares.
El activista Purushottaman Mulloli comentó que "es raro que el gobierno considere incorrecta la donación profesional de sangre, pero no tenga problemas en importar componentes sanguíneos porque, en definitiva, ambos son negocios comerciales".
Según Mulloli, la prohibición de los donantes profesionales por la Corte Suprema demostró ser muy conveniente para las corporaciones transnacionales, que trafican con costosos componentes sanguíneos procesados para reemplazar un sistema bien desarrollado y barato, basado en donantes profesionales.
Lo que movió al tribunal a imponer la prohibición fue la idea de que los donantes profesionales provienen de los estratos sociales más bajos y su sangre, probablemente, es anémica o infectada con VIH, hepatitis B u otros patógenos peligrosos.
Al pronunciar su veredicto, el tribunal reconoció que se había basado en un estudio hecho por una firma de asesores contratados.
Sin embargo, otro estudio realizado por el gobierno estatal de Delhi demostró que la sangre obtenida de donantes profesionales, antes que la prohibición estuviera vigente, reveló una seropositividad significativamente baja de VIH en comparación con la sangre extraída de voluntarios.
"La gente pobre o desempleada no es necesariamente menos sana que aquellos más favorecidos. Tampoco incurren en más actitudes de riesgo", apuntó el doctor V.B. Lal, quien conduce el mayor banco privado de sangre de Nueva Delhi.
Es necesario que el gobierno forme una organización de donantes voluntarios comprometidos, pero también hace falta un cambio en la actitud mental de la gente respecto a ese tipo de donación, opinó Lal.
La donación profesional de sangre puede ser poco ética pero forma parte de un sistema por el cual los pacientes tienen asegurada una constante provisión de sangre a precios razonables, añadió.
Entretanto, el gobierno invirtió en equipos importados de Alemania, adquiridos con financiación del Banco Mundial y de la Organización Nacional para el Control del Sida (NACO), para separar los componentes sanguíneos.
Según el ministro de Salud, Dalit Ezhilmalai, ya se ha gastado 62 millones de dólares en la importación de esos equipos procedentes de la firma alemana Leybold Heraeus, que fueron instalados en 40 centros de componentes sanguíneos en toda India.
Sin embargo, informaciones extraoficiales revelaron que esos equipos de alta capacidad se encuentran inactivos, porque falta un constante abastecimiento de electricidad para los aparatos de aire acondicionado que brindan la temperatura necesaria a su funcionamiento y al almacenaje de los productos sanguíneos.
Incluso si las maquinas estuvieran en actividad, dependerían del aporte de donantes voluntarios como fuente de materia prima, y esto es algo ante lo que el gobierno aún no ha hecho nada. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/ego/aq/he/99)