La renuncia en masa de los 20 comisarios de la Unión Europea esta semana no podría haberse producido en peor momento para el canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder, determinado a convertir en un gran éxito la cumbre europea prevista para la semana próxima en Berlín.
A pocos días de la reunión de líderes europeos programada para el día 24, Schroeder se encuentra bajo presión para mantener en su cauce la cumbre y demostrar que Alemania puede sobreponerse a la crisis institucional como actual presidente del bloque.
"La unidad es más necesaria que nunca. Debemos demostrar de manera inequívoca que Europa es capaz de actuar", declaró Schroeder el martes, restando importancia a la crisis.
Funcionarios de la Unión Europea (UE) concordaron en que el bloque no puede permitirse una crisis prolongada mientras tiene pendientes la reforma presupuestaria y la contención del gasto en agricultura como parte de la Agenda 2000 para abrir el camino a la integración de Polonia y República Checa.
Agregaron que Schroeder, elegido como canciller de Alemania en septiembre, estará bajo presión para demostrar que los estados miembros pueden fortalecer una alianza debilitada y desacreditada.
"Los mandatarios de Europa son quienes deben demostrar que el ideal europeo puede ser rescatado", dijo un funcionario.
Para Schroeder, la cumbre es una oportunidad de demostrar su capacidad como estadista. El canciller, cuyo gobierno no ha podido concretar aún ciertas reformas económicas domésticas, es objeto de duras críticas desde que comenzó a presidir la UE en enero.
La lentitud de Alemania -la mayor economía de Europa- en el terreno económico arrastra al resto del continente y disminuye la confianza de los europeos en general, según economistas.
Incluso la debilidad de la moneda común (el euro) en las últimas semanas fue atribuida a la aparente falta de claridad y propósito del gobierno alemán, en especial del ex ministro de Finanzas Oskar Lafontaine, quien renunció repentinamente la semana pasada debido a conflictos internos del gabinete.
Schroeder se enteró de las renuncias en la Comisión Europea mientras se encontraba en Holanda, en el primer tramo de una gira por Europa que comenzó el lunes en Helsinki. Coincidentemente, debía estar en Bruselas el martes, y llegó sólo horas después del anuncio.
La gira del mandatario tenía por fin promover la Agenda 2000 y el éxito de la cumbre de Berlín, además de tranquilizar a los líderes europeos sobre el liderazgo alemán del bloque tras el repentino alejamiento de Lafontaine.
Durante su gira, Schroeder intentó concentrar la atención en Berlín más que en Bruselas, insistiendo en que la cumbre deberá discutir la Agenda 2000 antes de abordar los problemas relacionados con los altos funcionarios de la UE.
Sería prematuro que la cumbre de Berlín eligiese un sucesor para Jacques Santer en la presidencia de la Comisión, declaró el canciller, ya que generalmente los presidentes del órgano son elegidos tras meses de negociaciones entre los estados miembros.
Alemania propuso en cambio una cumbre informal, posterior a la de Berlín, con el objetivo de separar la crisis institucional de la Agenda 2000.
"Cualquier demora en la decisión (sobre la Agenda) sería inaceptable y tendría consecuencias catastróficas, no sólo para la UE sino para todo su sistema monetario", advirtió Hans-Dietrich Genscher, ex ministro alemán de Relaciones Exteriores.
Las consecuencias se sentirían en todo el mundo, en particular en los países de reciente industrialización y en las naciones en desarrollo, que ven a la UE como un modelo, agregó.
"Otras regiones siguen el ejemplo de Europa. Tal es el caso de los países de ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), del CCG (Consejo de Cooperación del Golfo) y América Latina, y les seguirá Africa austral", afirmó Genscher. (FIN/IPS/tra- en/ys/mk/ml/ip/99
