ARGENTINA: El desafío de alimentar al mundo /Perspectivas 1999/

Argentina es hoy el octavo productor mundial de alimentos y el quinto exportador. Las ventas externas, que se duplicaron en base a una inversión de 8.000 millones de dólares en esta década, convirtieron al sector en la principal vía de entrada del país en la economía global.

"El potencial de desarrollo del sector agroalimentario es muy alto", pese a la caída de precios este año de 20 a 30 por ciento por la crisis en Asia, estimaron tres economistas de la Fundación Mediterránea, autores del libro "¿Preparados para alimentar al mundo?", editado este mes.

La producción de granos para el próximo año será dos por ciento menor debido a caída de la menor producción en Europa y Asia por el mal tiempo y la crisis financiera, los disturbios en el Africa subsahariana y los efectos del huracán Mitch en América Central, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

En Argentina, estas noticias potencian la euforia que se apoderó de los productores que apostaron en gran escala a la producción alimenticia.

"La prioridad estratégica está hoy en la producción de alimentos como instrumento de inserción del país en lo más avanzado de la economía mundial", dijo a IPS el secretario de Planeamiento Estratégico, Jorge Castro, compilador del libro "La Revolución de los alimentos y la Proyección Internacional de Argentina".

El crecimiento económico simultáneo de unos 40 países en los años 90, la expansión de la población mundial, el intenso proceso de urbanización y los cambios en la política agrícola de Estados Unidos y la Unión Europea, tendientes a bajar subsidios, se sumaron a una modernización sin precedentes en Argentina.

La subsecretaria de Alimentación y Mercados de Argentina, Susana Merlo, vaticinó que las actuales 65 millones de toneladas de granos -consideradas un récord en el país-, constituyen apenas la mitad del volumen proyectado para el 2010.

Argentina tiene ventajas naturales que hicieron que a fines del siglo XIX fuera bautizada como "el granero del mundo". Su pampa húmeda, en el centro del país, es una de las tres zonas más fértiles del planeta, junto con el medio oeste norteamericano (Iowa, Illinois) y las tierras negras de Rusia y Ucrania.

Pero a diferencia de un siglo atrás, ahora la producción se modernizó y aumentó la productividad. Se utilizan fertilizantes en gran escala y se lograron importantes desarrollos a partir de la biotecnología.

Inversiones de 8.000 millones de dólares en los 10 últimos años – 66 por ciento de origen extranjero- revelan con claridad el interés que despierta el sector.

Como ejemplo del desarrollo agroalimentario en Argentina y de su llegada al mundo, se presenta a las oleaginosas, que hoy responde por el 24 por ciento de las exportaciones totales del país. De la superficie dedicada a la siembra de granos, las oleaginosas pasaron de 14 a 45 por ciento entre 1970 y 1998.

El costo de producción de una hectárea de soja, que en Estados Unidos supera 205 dólares, en Argentina es de 180. El traslado de una tonelada de soja entre el noreste y el puerto de Rosario, que hace 20 años costaba 60 dólares por carretera, con el tren pasó a 35 y con la hidrovía a menos de 20 dólares.

Las obras de mejoramiento de los ríos del Litoral permitirán a su vez incorporar casi un millón de tierras cultivables en los próximos años, que son las que habían quedado al margen del área productiva, básicamente por su inadecuada estructura de transporte.

Con una creciente demanda en Asia, Rusia y Brasil, Argentina se transformó en primer exportador mundial de aceites de soja y girasol. y segundo exportador mundial de harinas proteicas, elaboradas en base al grano de soja. Pero la producción está aún lejos de su techo.

"Los países de crecimiento económico acelerado como los de Asia, que partieron de una situación de extrema pobreza, lo primero que hicieron fue aumentar la demanda de alimentos en cantidad y calidad, porque pasaron de consumir granos a harinas, del arroz a la carne y de las carnes blancas a las rojas", afirmó Castro.

Es así que países como China aumentan su producción pero ven disminuir la producción por habitante y es allí donde Argentina detecta la oportunidad.

"Hay países con una producción de alimentos superior a la de Argentina, pero muy pocos -entre ellos Argentina- pueden al mismo tiempo aumentar la exportación de excedentes", dijo Castro, quien subrayó la necesidad de que el país se especialice en esta materia.

"En una economía globalizada, el camino de la especialización productiva en la cadena agroalimentaria es la base para alcanzar superiores niveles de prooductividad que van a permitir aumentar la velocidad de la expansión económica y atraer más inversión", añadió.

El desarrollo del negocio alimentario en Argentina se logró a partir de una serie de incentivos que permitieron reducir costos. Se proveyó de infraestructura de transportes, se amplió la red vial, se modernizaron los puertos y se dio un fuerte impulso, tanto público como privado, a la investigación en biotecnología.

Por otro lado, Argentina tiene un enorme potencial porque pese a ser el quinto exportador mundial, tiene una inserción de sólo tres por ciento en el mercado mundial.

Sobre un total de 350.000 millones de dólares en alimentos que se comercializaron en 1996 en todo el mundo -el doble que 10 años antes-, Argentina vendió 11.700 millones.

Esto revela que el país debe "apostar deliberada y lúcidamente a especializarse" en el negocio de los alimentos, dijo el secretario de Planeamiento Estratégico, un mercado creciente que demanda con la urgencia inapelable del ruido en el estómago. (FIN/IPS/mv/ag/dv-if/98

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