/CIUDADES DEL MERCOSUR/ TRABAJO: América Latina, un decálogo desesperanzador

Los derechos económicos y sociales de los trabajadores se han postrado en América Latina en forma paralela con el incremento de la pobreza, sostuvo un informe de la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT), de raíz democristiana, con sede en Venezuela.

"Los trabajadores latinoamericanos y caribeños siguen laborando en condiciones violatorias de derechos esenciales", dijo a IPS el uruguayo Luis Marius al comentar el documento.

"La informalidad, la negación de la libertad sindical y de la negociación colectiva, el subempleo y el desempleo, la marginación de los servicios esenciales y la exclusión social son los elementos más inquietantes de la crisis socioeconómica de América Latina", afirmó Marius, segundo dirigente de la CLAT.

La CLAT resumió en un "decálogo de la desesperanza" los indicadores de pobreza que marcan la vida de trabajadoras y trabajadores latinoamericanos, con base en estadísticas de los organismos del sistema de las Naciones Unidas (ONU).

En primer lugar, en la región hay "más de 210 millones de pobres, de los cuales 74 millones en el campo. Más de 73 millones de personas engrosaron las filas de pobres entre 1980 y 1994. Y en apenas cuatro años, en 1990-1994, los hogares en la pobreza pasaron de 40 a 50 por ciento".

Más de la mitad de los latinoamericanos carece de un empleo estable y el salario mínimo urbano en 1996 equivalía a 70 por ciento de su nivel de 1980. Con base 100 en 1980, en 1996 un trabajador peruano recibía sólo 15 y uno mexicano 30, mientras que un costarricense 130 y un panameño 111.

América Latina es la región con más inequidad en el mundo. El 10 por ciento más rico se apropia de casi 35 por ciento del ingreso total regional y en Brasil, Chile y Colombia de más del 40 por ciento. En tanto, el 40 por ciento más pobre accede a menos del 15 por ciento del ingreso.

En las zonas urbanas, 23 por ciento de los hogares son monoparentales, encabezados por mujeres. Una mayor cantidad de esos hogares ingresaron en los años 80 a la pobreza o indigencia. "La década fue perdida para las mayorías, pero no para las minorías ricas y poderosas", dijo Marius.

Los hogares pobres encabezados por mujeres aumentaron de 18 a 24 por ciento entre 1980 y 1994 en Argentina, de 19 a 23 por ciento en Brasil, de 20 a 24 por ciento en Colombia, de 19 a 25 por ciento en Paraguay, de 22 a 27 por ciento en Uruguay y de 22 a 25 por ciento en Venezuela.

Existen 20 millones de niños trabajadores. En 1994, los menores entre 13 y 17 años que trabajaban eran 30 por ciento de ese segmento etario en Brasil, 28 por ciento en Paraguay, 21 por ciento en Bolivia, 16 por ciento en México, 13 por ciento en Colombia y 11 por ciento en Venezuela.

El desempleo, con su vulneración del derecho al trabajo, afecta sólo a 10 por ciento de la fuerza laboral de América Latina, según las cifras de los gobiernos. Sólo son severos los casos de Argentina (19 por ciento), República Dominicana (17) y Colombia, Uruguay y Venezuela (12 por ciento).

"Pero la realidad es diferente, con tasas de desempleo superiores a 50 por ciento", dijo Marius, porque "la forma generalizada del desempleo es el subempleo, con trabajo precario, informal o de microempresas, con gente que en su tensa lucha descuida la salud y la seguridad".

También las legislaciones laborales se han relajado, y los niveles de sindicalización se han tornado absolutamente precarios, con su impacto en merma de la contratación colectiva. Menos de siete por ciento de los trabajadores se afilian a sindicatos en Colombia, Perú o El Salvador.

Tiene muchas caras la vulneración de los derechos de los trabajadores y sus organizaciones: en 1997 fueron asesinados en Colombia 123 dirigentes obreros, y para los sindicatos es prácticamente una "misión imposible" entrar a las zonas maquiladoras de América Central.

En Cuba, el gobierno socialista "desmantela la seguridad social y no se diferencia en ello de prácticas neoliberales. Las empresas extranjeras gozan de un ambiente laboral flexible y no funcionan los derechos de libre asociación, negociación o de huelga", deploró Marius.

La CLAT insiste en que el crecimiento económico en la región, en los últimos años a tasas incluso superiores a las de los países industrializados, "no ha creado empleo al achicarse el Estado: 85 de cada 100 nuevos empleos son creados por la economía informal".

El clima de postración en que se desenvuelve el mundo del trabajo se corresponde con el de los servicios esenciales de la población: la mayoría de los pobres habita viviendas precarias, 30 por ciento carece de acceso a saneamiento básico y agua potable, y 23 por ciento no tiene electricidad.

El 30 por ciento de la población, es decir, más de 130 millones de personas, no acceden a servicios médicos y 44 de cada 1.000 niños nacidos vivos mueren antes de los cinco años, es decir, 2,4 millones cada año, en su mayoría por enfermedades prevenibles.

En 1997, 10 por ciento de los niños latinoamericanos presentó signos de desnutrición y la dieta diaria por habitante es de sólo 2.500 calorías. La región es considerada uno de los espacios con mayor potencial para la producción de alimentos, pero importa al año 31 millones de toneladas de cereales.

La educación, lanzada como eje de la integración continental en la II Cumbre de las Américas este mes en Santiago de Chile, ha estado en minusvalía en la región: sufre constantes recortes y los gastos estatales pasaron de 4,3 por ciento del producto interno bruto en 1980 a sólo 2,8 por ciento en 1994. (FIN/IPS/jz/ag/lb/98

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