/BOLETIN-AMBIENTE/ AMERICA CENTRAL: Agroquímicos siguen siendo un mal necesario

Expertos de América Central recomendaron luego de un estudio de tres años que se haga un uso más racional de los agroquímicos con el fin de detener el proceso de deterioro del medio ambiente y la salud humana en la región.

La investigación fue realizada por el programa de Coordinación de Investigación sobre Efectos Agroecológicos Resultantes del uso de Plaguicidas Persistentes en Centroamérica, integrado por los seis países de la región y apoyado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Además de proveer los protocolos para asegurar la garantía de calidad de la investigación, la FAO aportó alrededor de 20 por ciento de los 700.000 dólares invertidos en dicho programa, según indicó a IPS el investigador Jaime Espinosa, del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (IDIAP).

Espinosa, quien coordinó una reunión del grupo finalizada el 25 de abril en Panamá, explicó que el estudio se centró en los plaguicidas Corecturano, Terburfox y Endosulfano en cultivos particulares como el maíz, el tomate y el melón.

Dichos productos mostraron niveles muy bajos de residuos de los plaguicidas analizados, "y si se usan en la dosis recomendada y en el momento que debe hacerse, se puede tener una garantía de calidad del producto en cuanto a residuos", aseguró Espinosa.

En cambio, en la relación suelo-planta se determinó que dichas sustancias penetran y persisten en el manto freático, y en otros casos tiene efectos negativos sobre la fauna benéfica, como son algunos insectos y microorganismos.

"Se encontró que la mayor parte de los insecticidas pueden afectar la fauna benéfica, por lo que es necesario manejar estas sustancias como mucho cuidado, minimizar la dosis y optimizar el momento de su aplicación", subrayó el experto.

Sin embargo, aclaró que por el momento no se puede prescindir de los agroquímicos para mejorar la calidad de los cultivos y los suelos de pastoreo, y que éstos van a seguir siendo un apoyo a la producción de alimentos por 30 o 40 años más.

Aseguró que las recomendaciones de la FAO apuntan al manejo integrado de plagas y uso de agroquímicos en pequeñas cantidades con el fin de reducir al mínimo los efectos negativos sobre el ambiente y la salud de las personas.

Tras instar a reducir el uso intensivo de pesticidas, que en algunos casos, como en las fincas bananeras, se vierten hasta 100 kilogramos por hectárea anualmente, Espinosa indicó que "no se trata de prohibir el uso de agroquímicos, sino de que éstos sean utilizados racionalmente".

En América Central, donde se concentra alrededor del 50 por ciento de los cultivos bananeros de América Latina, actualmente en cada uno de los seis países del área se importan hasta 10.000 toneladas de pesticidas al año.

Espinosa dijo que ese volumen convierte a América Central en la región del mundo donde se emplea la mayor cantidad de agroquímicos por persona. Centroamérica cuenta con alrededor de 33 millones de habitantes.

La investigadora costarricense Luisa Castillo señaló a IPS que en ese país se utiliza un promedio de 16 a 18 kilogramos de plaguicidas por hectárea al año, lo cual supera en casi 100 por ciento el actual promedio mundial, de 10 kilogramos por hectárea.

Aunque hubo cambios importantes en materia de capacitación de los trabajadores, el uso de pesticidas y plaguicidas "sigue siendo el origen de los problemas ambientales" en Costa Rica, señaló Castillo, actual directora en ese país del Instituto Regional de Estudios de Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional.

Además de los viejos problemas de contaminación existentes en los tradicionales cultivos de banano, ahora el problema se extiende al cultivo de hortalizas, arroz, plantas ornamentales y algunas frutas de exportación, subrayó Castillo.

Explicó que los más expuestos a los efectos nocivos de dichas sustancias son los trabajadores, los pobladores de zonas próximas a las área de cultivos y el ecosistema acuático.

Indicó que en investigaciones realizadas por el instituto que ella dirige "se comprobó la muerte de peces y camarones en los ríos cercanos a las plantaciones bananeras luego que se realizaron fumigaciones aéreas combinadas con posteriores lluvias fuertes".

Mientras, Salvador Montenegro, director del Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos de la Universidad Autónoma de Nicaragua, denunció que en su país existe una grave contaminación del suelo y el agua por productos tóxicos desde hace casi 50 años.

Entre ellos citó el caso de intoxicación de parturientas con DDT, el cual fue transmitido de éstas a sus bebés lactantes y luego de éstos, cuando llegaron a su edad adulta, a su propia descendencia.

En las investigaciones "hemos encontrado que estos residuos atraviesan la placenta y contaminan el producto antes de nacer" y que, pese a que estos agroquímicos antiguos no son tan tóxicos, "son extraordinariamente residuales y peligrosos", indicó Montenegro a IPS.

Explicó además que se ha determinado en investigaciones hechas en su país que "el DDT es cancerígeno, causa malformaciones al feto y además es mutagénico, es decir que causa transformaciones en el contenido genético".

Agregó que la contaminación con DDT "se encuentra asociada con el cáncer de cuello uterino", el cual en Nicaragua constituye la segunda causa de muerte entre las mujeres.

Mario Bustamante, un investigador del no gubernamental Instituto Zamorano de Honduras, precisó que el uso desmedido de agroquímicos generalmente está asociado a las cadenas de comercialización.

Indicó que "hay productores a los que sólo les interesa la calidad del rubro que van a exponer en el mercado y no les importa el producto que llega al consumidor, el cual a su vez acepta las reglas del juego que le impone la comercialización".

Esa relación entre calidad y mercado, según el investigador, es la que provoca el uso descontrolado de los agroquímicos "que están afectando la fauna, las fuentes de agua y los seres humanos".

Bustamante dirige un programa para combinar la utilización de depredadores de los insectos dañinos de algunas frutas y hortalizas con el uso de agroquímicos que no maten a los depredadores.

"La idea es combinar la utilización de esos insectos benéficos con aplicaciones de químicos que no los afecten a ellos pero que ataquen a las plagas para exterminarlas por completo", y de ese modo reducir la cantidad de plaguicidas que se usan en los ciclos de producción, subrayó el investigador.

Además de los resultados concretos alcanzados durante los tres años de investigación, Espinosa consideró como un gran logro la conformación de un equipo de investigadores a nivel regional "que desea continuar la labor en beneficio de una agricultura sostenible en América Central". (FIN/IPS/sh/ml/en/98)

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