/BOLETIN-AMBIENTE/

La peor sequía de los últimos 20 años en Burkina Faso generó filas interminables de personas que compran agua en los grifos públicos de esta capital y mejoró el negocio de los vendedores particulares.

En las últimas tres semanas, sea medianoche o madrugada, siempre hay una larga fila de personas, en su mayoría mujeres y niñas, que esperan para recoger agua en sus baldes o cuencos en este país sin salida al mar, situado en el Sahel, el cinturón semiárido al sur del desierto de Sahara.

En un grifo comunal del suburbio de Patte d'oie, en Ouagadougou, Alimata Zoure contó a IPS que tras 12 horas de espera con temperaturas de hasta 45 grados a la sombra, su turno aún no le había llegado.

Los pocos hombres en las filas son, en su mayoría, vendedores de agua. Algunos también sustituyen a sus esposas durante la noche para que puedan descansar antes de volver a los grifos al amanecer.

Esta medida no es habitual en Burkina Faso, ya que la tarea de buscar agua corresponde a las mujeres, las primeras de la familia en salir de la cama y las últimas en irse a dormir.

Algunas mujeres renunciaron a la espera. "Decidí no pasar más noches en vela y en su lugar comprar el agua a los revendedores, sin importar el precio, para conservar la salud", declaró a IPS la residente capitalina Sally Nikiema.

Pero no todos pueden abonar entre tres y cuatro dólares por un barril de 200 litros de agua.

El país tiene un pozo de agua por cada 300 habitantes y, en circunstancias normales, 72 por ciento de la población tiene acceso al agua potable. Pero, ahora, el nivel en las represas y algunos pozos es bajo.

La represa de Loumbila, la mayor de las cuatro de donde Ouagadougou obtiene el elemento, sólo tiene un tercio de su capacidad, informó el director de operaciones de la Oficina Nacional de Agua y Saneamiento (ONEA), Dieudonne Sawadogo.

"Este año sólo recibimos 12 millones de metros cúbicos de agua, frente a 36 millones en un año normal. El déficit de las lluvias en la capital asciende a 200 milímetros", explicó.

La población de Ouagadougou consume un promedio diario de 46.000 metros cúbicos de agua, suministrados por 76 pozos y grifos públicos, pero ahora se debe conformar con unos 32.000 metros cúbicos. Está previsto que la escasez dure hasta la próxima temporada de lluvias, a fines de mayo.

Las autoridades comenzaron a distribuir agua sin costo mediante camiones-cisterna, pero éstos no llegan a todos lados. "Nunca los vimos por aquí", aseguró una mujer del barrio capitalino de Pag La Yiri.

En algunas zonas de Ouagadougou, las mujeres compran bolsas de plástico con un tercio de litro de agua helada por menos de cinco centavos de dólar.

Incluso los hoteles resultaron afectados por la sequía. Un gerente dijo que el tanque de su establecimiento tiene reservas para sólo una semana y que los clientes mermaron desde que la crisis comenzó, hace tres semanas.

Funcionarios de ONEA insisten en que se necesita la cooperación de todos para combatir la escasez. "Los que tengan agua deben evitar que se desperdicie y dejar de llenar las piscinas, regar el césped y lavar los automóviles", exhortó Sawadogo.

Aunque la falta de agua es una pesadilla para algunos, la crisis representa una oportunidad comercial para otros, comenzando por los "koom-naba", las personas que administran los grifos de agua.

Uno de ellos explicó a IPS que sus ventas suman entre 26 y 35 dólares por día, frente a uno o dos dólares que recibía antes de la crisis.

Los hombres que compran el agua de los koom-naba y luego la revenden solían cobrar unos 35 centavos de dólar por barril. Ahora el precio supera los cinco dólares, según el vecindario y la distancia que se debe trasladar el agua.

El precio oficial es de unos 10 centavos por barril en los grifos públicos, pero, como explica Sawadogo, una vez que el agua sale de los mismos, la ONEA ya no tiene control sobre su venta.

Los vendedores ambulantes de agua reconocen que hacen dinero a costa de la necesidad de sus clientes. Es una cuestión de supervivencia, aducen.

"Cuando hay escasez, el vendedor vende como promedio sólo un barril por día porque, a veces, hay más de 100 personas que esperan en los grifos para llenar sus barriles de agua", explicó el vendedor Boukary Kabore. "Hace siete horas que estoy esperando y aún no he visto una gota de agua".

La sequía también afectó a la minoría de la población que tiene grifos en sus viviendas, ya que los cortes de agua son frecuentes. "Hace tres días que no tenemos agua en casa", explicó el inspector de aduana Dieudonne Ouedraogo, que utiliza su automóvil para llevar el elemento en recipientes de 10 litros.

Para resolver la situación, el gobierno decidió construir una represa en Ziga, a 45 kilómetros de Ouagadougou, a un costo de 203 millones de dólares.

La falta de lluvias de la última temporada de cultivos también causó una escasez de granos de 165.000 toneladas. Más de 800.000 personas corren riesgo de padecer hambre, advirtió el gobierno, que solicitó ayuda internacional en diciembre. (FIN/IPS/tra-en/ag/bo/kb/aq-ml/en-dv/98

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