CUBA-JAPON: Jugada magistral a espaldas de Club de París

La renegociación de la abultada deuda comercial de Cuba con el sector privado de Japón podría destrabar las relaciones comerciales bilaterales, estancadas hace más de 10 años, y abrirle a Tokio un importante mercado en el Caribe.

En medio de una crisis económica que ya dura ocho años, el gobierno de Fidel Castro tiene entre sus peores dolores de cabeza una deuda externa de más de 10.000 millones de dólares que le impide acceder a créditos a largo plazo.

La reprogramación ocurrió 20 años después del endeudamiento entre entidades cubanas con proveedores japoneses por 100.000 millones de yenes (775 millones de dólares) y fue considerada por expertos la jugada más importante de la economía cubana este año.

Ejecutada bajo un manto de silencio, la renegociación confirmó la estrategia cubana de perseguir acuerdos bilaterales en lugar de afrontar una negociación internacional con el Club de París.

El acuerdo dividió la deuda con el sector privado japonés en dos partes, cada una por 50 por ciento del monto total.

En los primeros cinco años, el país caribeño pagará sólo los intereses correspondientes a los primeros 50.000 millones de yenes.

A partir del sexto año, los acreedores japoneses cobrarán tanto los intereses como el principal de este primer tramo, que deberá concluir en un plazo total de quince años, incluido los cinco de gracia del principal.

Los intereses y el principal correspondientes a la segunda mitad de la deuda empezarán a liquidarse a partir del 2008, con un plazo de diez años para concluir.

Aunque la Conferencia Económica Japón-Cuba y el Ministerio de Relaciones Exteriores en Tokio insistieron en que se trata de un asunto puramente de negocios, el acuerdo fortalece la pretensión de Cuba de reintegrarse de manera más efectiva al mercado internacional.

La reprogramación de la deuda alcanza a un grupo de 182 firmas proveedoras japonesas, lo cual, según expertos, promete abrirle a Cuba las puertas de uno de los mercados regionales más fuertes del mundo.

Con el antecedente de haber encabezado una campaña por el "no pago de la deuda externa", la nueva voluntad cubana de pagar sus obligaciones le permitiría acceder a créditos comerciales en Japón y, es previsible, en el resto del mercado asiático.

Además del acuerdo sobre la deuda, las autoridades cubanas y japonesas manifestaron el día 18 su disposición a examinar nuevas formas para desarrollar los vínculos económicos, comerciales y financieros entre ambas naciones, incluidas las inversiones conjuntas.

El aumento de los vínculos económicos entre ambos países fueron interpretados por las partes como una vía para consolidar la recuperación económica de la isla y crear mejores condiciones para el cumplimiento de los compromisos.

En declaraciones a la prensa en Tokio, el presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, admitió que el reescalonamiento de la deuda comercial con Japón elimina un obstáculo en las relaciones entre ambos países, congeladas a mediados de los años 80.

Las importaciones de productos japoneses a Cuba y el otorgamiento de créditos al comercio alcanzaron el momento de mayor fluidez en los años 70, a la sombra de las exportaciones de azúcar y níquel desde la isla hacia el archipiélago japonés.

Expertos estiman que, paradójicamente, los elementos de tensión introducidos por la crisis financiera asiática pudieron haber favorecido la suscripción de este acuerdo entre La Habana y Tokio.

Interesadas en incrementar sus exportaciones para esquivar las turbulencias financieras que le afectan desde el año pasado, las firmas japonesas muestran interés por explotar cualquier vía que le permita incursionar en nuevos mercados.

Para Cuba constituye la oportunidad de acceder a importaciones de productos desde Asia, a precios más bajos que los predominantes en el mercado mundial.

Al mismo tiempo, el reescalonamiento de la deuda comercial con Japón promete tener repercusiones en un terreno muy espinoso para La Habana.

Soberón reafirmó a la prensa reunida en Tokio la voluntad de su gobierno de dialogar sobre bases viables, razonables y realistas, que no comprometan su independencia económica.

El presidente del Banco Central insistió en que el gobierno cubano no ve aún las condiciones ideales para una renegociación multilateral de su deuda externa.

El funcionario agregó que para reanudar su servicio de pago, suspendido en 1987, los países acreedores deben aceptar globalmente un trato sobre bases viables que Cuba pueda cumplir.

De hecho, Soberón descartó la posibilidad de renegociar, por el momento, las deudas oficial y bancaria con Japón, estimadas en 735 millones y 370 millones de dólares, respectivamente.

Antes de esta jugada, Cuba había dado un paso importante entre 1993 y 1994 al lograr un acuerdo con México para reducir la deuda con ese país, mediante el cambio de deuda por inversiones en la producción de materiales de construcción y en las telecomunicaciones.

Pero la reprogramación de la deuda con el sector privado japonés puede aportar un antecedente de mucho mayor influencia hacia otras soluciones basado en la flexibilidad del convenio firmado y la magnitud de la deuda renegociada.

En los años 90, la deuda contraída con proveedores extranjeros había mostrado un incremento sensible, arrastrada por los créditos al comercio, por lo general de corto plazo y con altos intereses.

Esta fue la única fuente de préstamos que en la práctica le quedó a Cuba, después que impuso una moratoria unilateral en los servicios de su deuda externa, ascendente a 10.464 millones de dólares al cierre de 1996, según el último informe del Banco Central.

La deuda con proveedores era de unos 1.200 millones de dólares a fines de ese año y alrededor de 65 por ciento correspondía a débitos con el sector privado japonés.

Japón, con el 15,7 por ciento, y el yen, con el 19,1 por ciento, ocupan el primero y tercer lugares, respectivamente, en la estructura de la deuda externa cubana por países y por monedas.

Expertos locales estiman que Cuba, con el acuerdo con Japón, sentó un precedente que puede influir en el curso de las conversaciones que sostiene con el Club de París, limitadas al intercambio de información económica, según reportes oficiales.

Al mismo tiempo, indican que el impacto del convenio no puede ser magnificado pues la situación económica de la isla caribeña continúa siendo muy endeble tras una caída del producto interno bruto de 34,8 por ciento.

Pero si el comercio y las relaciones financieras con Asia experimentan el crecimiento previsible después de la reprogramación de la deuda con el sector privado japonés, la economía cubana podría recibir una oportuna corriente de oxígeno.

Aunque moderado, un incremento de capitales asiáticos hacia Cuba podría alentar nuevas tensiones entre las fuerzas que dentro de Estados Unidos se oponen al bloqueo económico contra Cuba.

En particular, los empresarios estadounidenses pueden mirar con preocupación el acercamiento de su rival del Pacífico a un punto del Caribe al cual les está prohibido el acceso y que, además, consideran como su mercado natural. (FIN/IPS/da/mj/if/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe