ARGENTINA: Minería afronta con optimismo su primera gran crisis

La caída de los precios internacionales y la merma de la demanda en Asia afectan a la joven minería de Argentina, pero las autoridades creen poder superar la crisis, ya que el sector tiene margen aún para bajar costos.

Pese a que la minería mundial se enfrenta a un "panorama negro", Argentina podría salir fortalecida, ya que compite con ventajas con naciones del Norte industrial que han tenido que cerrar yacimientos, señaló el subsecretario de Minería, Daniel Meilán.

La actividad minera fue casi inexistente en Argentina hasta la década del 80, cuando se hallaba bajo control del Estado. Pero una docena de leyes aprobadas a comienzos de los 90 en esta década liberaron la actividad y produjeron el despegue del sector.

Las nuevas normas garantizaron las inversiones, permitieron la importación sin aranceles de equipos para la exploración y pusieron un techo de tres por ciento a las regalías que loc concesionarios privados deben pagar al Estado.

De esa manera, la cantidad de empresas privadas intervinientes en el área pasó de 17 en 1992 a 64 en 1996, sin contar a otro medio centenar de compañías que, sin radicarse en el país, estudian proyectos de inversión.

La producción pasó en el mismo lapso de 0,2 por ciento a tres por ciento del producto interno bruto y se prevé que en el 2000 ya se hable de un verdadero "boom".

Meilán informó que en 1997 la producción total fue de 700 millones de dólares, mientras que para este año se prevé que llegue a 1.754 millones.

Las expectativas mayores están concentradas en el yacimiento Bajo La Alumbrera, una mina en la que empresas de Australia y Canadá llevan invertidos más de 1.200 millones de dólares y cuya producción comenzó a exportarse a Japón a fines de 1997.

Bajo La Alumbrera, ubicada en la noroccidental provincia de Catamarca, alcanzará en 1999 su pico de producción, con 700.000 toneladas anuales de concentrado, del que se extraerán 180.000 toneladas de cobre y 10.000 kilogramos de oro.

Meilán aseguró que, a pesar de la caída de 40 por ciento del precio del cobre desde mediados de 1997, el yacimiento podrá pasar este ciclo si continúa bajando los costos como hasta ahora. "Los inversores mineros no piensan en la coyuntura, sino en plazos de 25 años", afirmó.

El funcionario admitió que habrá algunas dificultades para cumplir con el cronograma de inversiones, sobre todo por el retraso del financiamiento de proyectos.

A esta dificultad hay que agregar la caída del precio del oro, que pasó de 400 a 290 dólares la onza luego que algunos bancos centrales decidieran no tenerlo más como respaldo monetario.

Meilán recordó, sin embargo, que la minería no es una actividad protagónica en la economía argentina, que depende en gran medida de los cereales y las oleaginosas.

"A nosotros nos interesa fundamentalmente desarrollar la minería para promover el equilibrio regional interno, dotando al interior del país de caminos, infraestructura y fuentes de empleo", explicó.

También señaló que la crisis en curso se sentirá fuertemente en Chile, un país "muy dependiente" del cobre.

A su juicio, los pequeños empresarios chilenos no resistirán tal vez el retroceso de la demanda asiática, que se llevaba 60 por ciento de su producción para la construcción, una actividad casi congelada en aquella región.

La mayoría de los inversores mineros en Argentina son grandes compañías extranjeras, que realizan explotaciones a cielo abierto, más viables que las galerías subterráneas, y cuyo equipamiento tecnológico de avanzada reduce costos.

Respecto de la competencia internacional, Meilán observó que los principales países productores tienen una larga tradición minera, por lo cual deben destinar un alto porcentaje de sus ganancias a mitigar daños ambientales causados en varios siglos de actividad.

En cambio, la minería es nueva en este país, y la legislación ordena proteger el ambiente hacia el futuro, sin necesidad de invertir en daños anteriores, lo que es una ventaja importante sobre los experimentados competidores, dijo Meilán.

La producción nacional también se ve beneficiada por el bajo precio de la energía, que consume 25 por ciento de los costos, y por la concentración de infraestructura en el lugar del yacimiento.

Además, Argentina comparte con Chile un beneficioso acuerdo minero que garantiza las inversiones que se realicen en la cordillera de los Andes, que divide a ambos países.

Pese a los efectos de la crisis nacida en Asia sobre la actividad minera internacional, las perspectivas de inversiones por 3.500 millones de dólares hasta el 2000 y las proyecciones de producción de más de 2.000 millones de dólares para comienzos del próximo milenio, generan optimismo en las autoridades argentinas. (FIN/IPS/mv/dm/if/98

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