ASIA CENTRAL: Tajikistán y Uzbekistán mejoran sus relaciones

Los últimos acuerdos bilaterales firmados por los presidentes de Uzbekistán y Tajikistán significan un cambio fundamental en las relaciones entre los dos vecinos de Asia central, según observadores políticos.

Tajikistán tiene una importante minoría uzbeka y Uzbekistán una gran comunidad tajika, por lo que ambas naciones están satisfechas con los nuevos acuerdos suscriptos en Tashkent por el presidente tajiko Imamali Rahmanov y su par uzbeko Islam Karimov con el fin de evitar problemas internos y externos.

Los tratados firmados el domingo mejoran las relaciones entre Tashkent y Dushanbe (capitales de Uzbekistán y Tajikistán respectivamente) y fortalecen el proceso de reconciliación entre el gobierno y la oposición islámica en Tajikistán, tras el acuerdo de paz firmado en junio.

Karimov parece seguir el camino del presidente ruso Boris Yeltsin quien, tras años de campaña activa contra los musulmanes de Asia central, se resignó a la idea de incorporar a la oposición islámica al proceso democrático de Tajikistán.

Como en el caso de Moscú, Tashkent también necesitaba convencerse antes de aceptar la invulnerabilidad de las fuerzas islámicas de Tajikistán.

De los vecinos más inmediatos de Tajikistán en Asia central, Uzbekistán, bajo el gobierno de Karimov, fue hasta ahora el más opuesto a las fuerzas islámicas en el país y el exterior.

Para demostrar su desaprobación hacia el pacto de paz tajiko, que implica que los bandos nacionales en conflicto compartan el poder, Tashkent habría fomentado la insurgencia contra las autoridades de Tajikistán.

Uzbekistán habría tomado tal medida luego del fracaso de sus intentos anteriores de socavar las negociaciones de paz, auspiciadas por Rusia e Irán, entre el gobierno secular tajiko y la oposición islámica.

El día antes de la firma del pacto de paz entre los bandos en conflicto en Tajikistán, realizada en Moscú en junio, Uzbekistán expresó su desaprobación al señalar que el acuerdo ignoró a la "tercera fuerza".

El término "tercera fuerza" refiere a la minoría uzbeka de Tajikistán que, con 1,2 millones de integrantes, representa un cuarto de la población, pero como está concentrada en la zona septentrional de Hojand, separada del resto del país por una cadena montañosa, tiene la posibilidad de independizarse.

Durante la época soviética, los habitantes de la industrializada zona de Hojand dominaban la política del país y aportaban una elevada cantidad de miembros y líderes al Partido Comunista de Tajikistán.

No es de sorprender que la población de Hojand se haya mantenido fiel a la doctrina y estructura comunistas tras la disolución de la Unión Soviética, a fines de 1991.

En la guerra civil que se desencadenó en mayo de 1992 y duró cinco años, la población en su mayoría uzbeka de Hojand se opuso enérgicamente al bando islámico.

Durante los tres años del proceso de negociación entre las partes en conflicto, Abdulmalik Abdullajanov, ex primer ministro de origen étnico uzbeko, exigió en forma reiterada que la "tercera fuerza" se incluyera en las conversaciones, pero los dos bandos tajikos, así como Irán y Rusia, ignoraron sus demandas.

Sin embargo, el acuerdo de paz resultante determinó la integración de los guerrilleros islámicos al ejército de Tajikistán.

La medida alarmó a Tashkent y la "tercera fuerza", cuya causa fue defendida por un oficial de origen étnico uzbeko, Mahmoud Jodabardiyev, vicecomandante de la guardia presidencial de elite con base en Kurgan Tyube, en el sudoeste de Tajikistán.

A fines de julio, Jodabardiyev se designó a sí mismo jefe del Consejo de Defensa de la zona sur-central de Tajikistán, a la que declaró territorio autónomo, e intentó anular la norma que incorporó a los guerrilleros islámicos en el ejército. El presidente Rahmanov descartó sus demandas.

Un comandante fiel a Rahmanov obstaculizó la marcha de Jodabardiyev a Dushanbe a principios de agosto y su cuartel general en Kurgan Tyube fue bombardeado por aviones no identificados.

Como la administración tajika no cuenta con aviones de guerra, las naves sólo pueden haber correspondido a las fuerzas de más de 25.000 soldados que Rusia mantiene en Tajikistán. El hecho destacó la fuerza del compromiso de Moscú hacia el proceso de paz tajiko.

La opinión de la población de origen étnico tajiko de que el presidente uzbeko Karimov había fomentado la rebelión de Jodabardiyev y la generalizada oposición de los habitantes a la reanudación del conflicto civil, que costó 60.000 vidas, llevó a los comandantes tajikos a apoyar a su presidente.

Jodabardiyev, cuyas fuerzas se redujeron a unos pocos cientos de hombres fieles, habría huido a Uzbekistán a mediados de agosto aunque Tashkent negó tener conocimiento sobre su paradero.

Pero el incremento sostenido desde entonces de las actividades guerrilleras en la zona tajika junto a Uzbekistán indicó que Karimov no deseaba aceptar el pacto de su par tajiko que implicaba compartir el poder con los islámicos.

Karimov temía que dicho acuerdo otorgara respetabilidad a los fundamentalistas islámicos e hiciera más ardua aún su tarea de contener a los activistas islámicos.

La zona sudoriental del valle de Fergana contiene un tercio de los 22 millones de habitantes de Uzbekistán y ha sido tradicionalmente un bastión de fe musulmana y del Partido del Renacimiento Islámico, opuesto a la política de Karimov de estricta separación entre el Estado y la religión.

Pero Karimov y sus colaboradores se dieron cuenta de que si continuaban con su política de asistencia a la insurgencia contra Dushanbe, la creciente tensión entre Uzbekistán y Tajikistán desataría la violencia entre las poblaciones de origen étnico uzbeko y tajiko.

Aunque los tajikos sólo representan cinco por ciento de la población de Uzbekistán, están fuertemente concentrados en las ciudades históricas de Samarkanda y Bujara. Además, la lucha étnica entre uzbekos y tajikos probablemente se extendería al vecino Afganistán y desestabilizaría a toda la región.

El temor de dicha posibilidad hizo que Karimov desistiera de su política de enfrentamiento a los islámicos mediante el fomento de la insurgencia contra las autoridades tajikas.

El tiempo fue importante en otro aspecto. Un gobierno de unidad nacional, integrado por ministros del ex gobierno comunista y la oposición islámica, está a punto de asumir el poder en Dushanbe. Karimov consideró oportuno realizar un acercamiento con su par tajiko ahora y no después.

Entre las potencias de la región que aprobarían la evolución de la situación en Asia central se encuentra Irán.

Las autoridades de Teherán estarían tranquilamente satisfechas si Karimov, el presidente secular de la república más poblada y estratégica de Asia central, se resignara a coexistir en paz con un gobierno de un país vecino donde las fuerzas islámicas comparten el poder. ____

(*) El periodista Dilip Hiro es autor de "Between Marx and Muhammad: The Changing Face of Central Asia" (Entre Marx y Mahoma: El rostro cambiante de Asia central), publicado por Harper Collins, Londres y Harper Perennial, Nueva York. (FIN/IPS/tra-en/dh/mk/aq-ml/ip/98

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