El gobierno de Venezuela espera pactar un segundo acuerdo con el Fondo Moneterario Internacional (FMI) en febrero, que no incluiría aportes crediticios, anticipó hoy el presidente del Banco Central, Antonio Casas.
En un diálogo con corresponsales extranjeros, Casas consideró que lo más previsible es que el acuerdo sea del tipo "sombra", donde no hay desembolsos, debido a que el país cuenta con el mayor monto de reservas monetarias de su historia.
Las reservas internacionales se sitúan en 18.300 millones de dólares, de las que 10.000 millones son operativas o de disponibilidad inmediata.
Venezuela suscribió en julio de 1996 un acuerdo "stand by" con el FMI, en el que pactó un programa de estabilización cumplido parcialmente y con un atraso en el cronograma, a cambio del cual recibió aportes por 1.500 millones de dólares, de los que sólo usó un tercio.
Desde mediados de este año el gobierno y el FMI pasaron a dialogar sobre un nuevo acuerdo, pero el organismo multilateral ha dado largas a las discusiones, como una presión para forzar a que el Ejecutivo asuma condiciones más rígidas, según economistas independientes.
Casas indicó que la próxima semana viajará una misión a Washington para avanzar de manera firme en las negociaciones con el FMI, pero que debido a la caída de las actividades de fin de año el acuerdo será suscrito en febrero.
El presidente del instituto emisor venezolano indicó que el acuerdo será un paso muy importante para sostener un programa fiscal destinado a abatir la inflación y mantener las reformas económicas, en un año electoral en que el consenso político es más difícil y se suele tender a una política expansiva.
Casas reconoció que en el programa de ajuste pactado en 1996 ha habido "un desfase", en parte debido a las demoras legislativas en aprobar reformas estructurales y los programas de privatización de los sectores del acero y el aluminio.
Además, se debieron atender presiones sociales, en un país donde el ingreso real soporta un agudo deterioro desde hace 15 años, que comenzó a ser revertido con aumentos salariales, a cambio de la flexibilización de las condiciones laborales y la proyectada reforma del colapsado sistema de seguridad social.
El resultado es que la tasa de inflación se mantendrá 15 puntos por encima del nivel calculado en enero, que era de 25 por ciento, después que en 1996 alcanzó un nivel récord de 103,7 por ciento, pese a tres años recesivos que comenzaron a revertirse por el impulso de los grandes proyectos petroleros.
Casas, quien evitó suministrar cifras, se animó a proyectar que este año el producto interno bruto crecerá a una tasa de cuatro por ciento, pero no detalló cuál será la incidencia del petróleo, sostén de la economía local desde los años 50.
La principal autoridad monetaria del país aseguró que el segundo acuerdo entre el FMI y el gobierno del democratacristiano independiente Rafael Caldera tendrá como objetivo fundamental contener la inflación.
Aseguró que el logro de ese objetivo requiere el control del gasto por parte del gobierno y también de la estatal Petróleos de Venezuela, cuyo plan de inversiones para 1998 es de unos 6.000 millones de dólares.
El gobierno de Caldera volvió a la senda neoliberal en abril de 1996, después de dos primeros años de gestión neopopulista, basado en rígidos controles, entre ellos el monetario y el cambiario, que coincidieron con una crisis del sistema financiero que llevó a la quiebra a una docena de instituciones bancarias.
Cifras oficiales indican que la pobreza afecta a 80 por ciento de los 22 millones de venezolanos, mientras que el salario mínimo equivale a poco más de la mitad de la cesta alimentaria y 38 por ciento de la canasta que incluye otros rubros de primera necesidad.
Pero Casas se mostró convencido que el gobierno de Caldera dejará a su sucesor en febrero de 1999 una economía más saneada, solida y con mejor credibilidad internacional e interna, con un alto respaldo de reservas y un cambio estable, a diferencia del panorama recibido cinco años antes.(FIN/IPS/eg/dg/if/&7
