CAMBOYA: Refugiados de guerra siguen viviendo una odisea

Pra Thong, de 36 años de edad, huye de la guerra en su natal Camboya desde hace 23 años, y actualmente reside en un campamento para refugiados en Tailandia.

Cientos de personas se reúnen en el campamento en torno a contenedores vacíos, con latas en sus manos, esperando los camiones que traerán el agua.

Un hospital temporario, erigido en una gran carpa por el departamento de salud local y organizaciones no gubernamentales, está repleto de camboyanos enfermos, de todas las edades. La mayoría padece diarrea y malaria.

La viuda y madre de dos hijos parece agotada por el calor opresivo del campamento. "Es como viajar en el mismo auto y lo único que cambia es el conductor", dijo del ciclo bélico que se sucede desde hace décadas en su país.

Pra Thong, luego de deambular por varios lugares, se detuvo hace 10 años en el campamento de Kao-I Dang, en el lado tailandés de la frontera con Camboya.

En 1991, la comunidad internacional brindó su mediación en un acuerdo de paz para Camboya. Mientras la Organización de Naciones Unidas (ONU) preparaba el camino para las elecciones generales de 1993, se organizó un proyecto de repatriación para los refugiados camboyanos en Tailandia.

Pra Thong decidió entonces que la situación era segura y se radicó en el pueblo de O'Samach, en el norte de Camboya.

Su vida volvió a la normalidad hasta que el 5 de julio un golpe de Estado del primer ministro Hun Sen depuso al primer primer ministro de Camboya, Norodom Ranarridh. Desde entonces, Ranarridh se encuentra en el exilio, pero sus fuerzas mantienen la lucha contra las de Hun Sen.

Las tropas de Hun Sen comenzaron a atacar a mediados del mes pasado las bases de los partidarios de Ranarridh en Kao Laem y O'Samach, en la provincia de Samrong, próxima a la provincia de Surin, en el nordeste de Tailandia.

Pra Thong y sus hijos juntaron sus pertenencias y se unieron a los 30.000 camboyanos de la zona que comenzaron a huir hacia la frontera tailandesa. El 24 de agosto, O'Samach, el último enclave de las fuerzas de Sihanouk, cayó ante los soldados de Hun Sen.

La mujer no sabe a quien culpar por esta última ronda de violencia.

"Sólo se que los poderosos siempre están peleando mientras nosotros, los débiles, nos morimos de hambre y enfermedad. Huyo de las guerras desde que era pequeña y sigo corriendo. No tuve felicidad en mi vida", manifestó.

El campo de refugiados en el que Pra Thong se halla ahora, en el distrito de Kab Choeng, en la provincia tailandesa de Surin, es caluroso y está atestado de personas. La situación podría ser más difícil cuando llegue la temporada de lluvias.

"Ahora estamos trabajando en el saneamiento del campamento donde se están construyendo más de mil retretes. La situación sanitaria está bajo control", aseguró Jaturong Teerakanok, médico director del departamento de salud de Surin.

Más de 3.000 personas estaban enfermas en el campamento durante la segunda semana en que llegaron gran cantidad de camboyanos, en agosto.

De la noche a la mañana, el campamento se convirtió en una aldea. Los refugiados comenzaron a construir sus propios refugios con pequeños árboles y láminas de plástico. Varias familias comparten un mismo techo y sus integrantes duermen en el piso junto a gallinas, cerdos y perros que trajeron de sus casas.

Sin embargo, la vida de los refugiados continúa. En cuestión de días, comenzó la venta de alimentos y productos de consumo básicos traidos de aldeas tailandesas.

Pero la guerra nunca está lejos. La lucha se acerca a la frontera de Camboya con Tailandia, a 10 kilómetros del campamento. En ocasiones, los refugiados pueden escuchar el sonido de la artillería y el fuego de las armas.

Muchos se preocupan por lo que dejaron atrás y temen que puedan ser enviados de nuevo a la zona de guerra. Esperan la ayuda de organizaciones internacionales como la ONU, como ocurrió en el pasado, lo que no parece fácil en la actualidad.

El gobierno tailandés no considera a los camboyanos refugiados sino "personas desplazadas" que serán enviadas a sus hogares cuando termine la lucha.

"No queremos que tengan una vida incómoda aquí. Les brindaremos apoyo humanitario y los aceptaremos en nuestro territorio mientras siga la lucha. Una vez que termine la guerra queremos que vuelvan a sus hogares para continuar con sus vidas", dijo el primer ministro tailandés Chavalit Yongchaiyudh.

La cancillería tailandesa declaró que prefiere que los camboyanos desplazados se refugien en una zona segura en territorio de Camboya. Los campamentos temporales no se convertirán en centros permanentes de refugiados, aseguró el comandante del ejército tailandés, general Chetha Thanajaro,

Mientras, muchos camboyanos parecen haber perdido la fe en su capacidad para llevar adelante vidas normales. "Siento pena por mí mismo y mi familia", señaló Teul Karo, de 52 años.

"Cuando era un joven estudiante esperaba utilizar el conocimiento para mejorar mi vida, pero la esperanza nunca se realizó", expresó en una entrevista.

Como Pra Thong, su vida quedó marcada por la guerra. Tuel tenía 25 años cuando comenzó la guerra civil luego de que las fuerzas del general Lon Nol dieran un golpe de Estado en 1970 contra el príncipe Norodom Sihanouk, ahora rey de Camboya.

La familia de Tuel se escondió en la selva durante un año y volvió a Samrong para sufrir el cruento régimen del Jemer Rouge en los años 70.

El régimen obligó a trabajar a la familia en una comuna y asesinó a un hermano y un tío de Tuel, quien tuvo que aparentar que era analfabeto para salvarse de una purga de intelectuales.

La familia volvió a Camboya luego de la expulsión del Jemer Rouge en 1979. La restauración de la democracia mediante las elecciones de 1993 dio esperanzas al pueblo, afirmó Tuel.

"Luego de la elección, la gente comenzó a trabajar por su futuro, pero la guerra retornó. En verdad, ahora no se qué hacer", aseguró.

"No pretendo mucho en mi vida. Lo único que quiero es volver a casa y vivir en paz, viendo crecer a mis hijos como otros en el mundo", concluyó Tuel. (FIN/IPS/tra-en/pd/js/aq/pr/97

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