INDIA: Cincuenta años de sueños cumplidos solo a medias

El pueblo de India no percibió en la independencia el 15 de agosto de 1947, hace 50 años, la primera victoria contra el imperialismo en este siglo, que lo fue, sino el comienzo de una nueva era en la vida del país.

El primer ministro Jawaharlal Nehru declaró entonces que India debía dedicarse a partir de ese momento a "acabar con la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y la inequidad", tarea, en su concepción, inseparable de la libertad.

Medio siglo después, el compromiso continúa incumplido. India avanzó, sin duda, pero esos progresos fueron muy modestos. Los mayores logros fueron la supervivencia de la democracia y de la unidad e integridad del país en medio de la inestabilidad y el caos.

Y la supervivencia y profundización de la democracia india no es solo una excepción en la tendencia predominante en la mayoría de los países en desarrollo. Representa un logro verdadero, dadas las insurgencias en el noreste y en las provincias de Kashmir y Punjab.

Pero este logro supuso un alto costo en derechos humanos, violados en esas regiones a manos de un gigantesco aparato represivo estatal.

Otra conquista significativa de la India independiente es el florecimiento de las libertades de pensamiento y expresión.

"Todas las influencias del mundo convergen en esta sociedad: hindúes, musulmanes, cristianos, seculares y estalinistas, liberales, maoístas, socialistas y gandhianos. No existe corriente de pensamiento en Occidente o en Oriente que no sea seguida en India", dijo el historiador E. P. Thompson.

El pluralismo de la sociedad india y la fortaleza de su tradición democrática garantizan incluso la participación de fuerzas intolerantes, como el sectarismo hindú.

Desde 1947, la economía india multiplicó su producto por seis y su ingreso por persona se más que duplicó. Fue un país que dependió de la importación de alimentos en los años 50 y 60, pero ahora es casi autosuficiente en esta materia.

Sin embargo, obtener el plato diario sigue siendo una tarea ardua para los 400 millones más pobres de sus 900 millones de habitantes.

La tasa de ahorro de India aumentó de 10 por ciento en los tiempos de la independencia a 24 por ciento. Su producción de acero se multiplicó por 20. El país se urbanizó y el porcentaje de la agricultura en el producto interno bruto (PIB) se redujo a la mitad, hasta llegar a 29 por ciento.

La industria obtuvo una amplia base tecnológica. El mercado nacional se consolidó. Pero India aún está muy por debajo del resto de Asia. Hace 50 años, su PIB por persona equivalía al de Corea del Sur. Hoy, es cuarenta veces menor. La participación india en el comercio mundial cayó de dos a 0,4 por ciento.

El crecimiento del sector agrícola se logró a través de un uso excesivo de agua, energía y productos químicos, con un efecto distorsionante en las cosechas.

En consecuencia, la degradación ambiental insume costos que equivalen a más de 10 por ciento del PIB, el doble de la tasa de crecimiento de la economía a largo plazo, según el Instituto de Investigaciones Energéticas Tata.

Además, las disparidades regionales internas crecieron a niveles peligrosos, la producción industrial apuntó al consumo de una elite y los precios se multiplicaron por 20.

La población por debajo del nivel de pobreza descendió de 45 a 37 por ciento, aunque hoy hay más pobres y analfabetos que el total de habitantes del país en 1947. Los integrantes de toda una generación de malnutridos que hoy están creciendo nunca podrán desarrollarse a pleno su potencial humano.

Estas patologías sociales han sobrevivido todos los cambios políticos y económicos.

India figura en el lugar 134 entre los 173 países evaluados en el índice de desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Medio siglo después del compromiso de Nehru de acabar con la ignorancia, casi la mitad de la población adulta, y casi dos tercios de las mujeres, son analfabetos.

Es cierto que la expectativa de vida de los indios en el momento de nacer se duplicó desde la independencia, cuando era de apenas 29 años. Pero las tasas de mortalidad varían entre clases y regiones. Tres cuartas partes de la población carecen de acceso a agua potable y servicios de salud adecuados.

La industria farmacéutica india creció a un ritmo de 12 por ciento al año. El país exporta 500 millones de dólares de medicamentos al año. Pero no más de un tercio de los indios pueden comprar esos productos.

Las mujeres indias son discriminadas de forma sistemática en el acceso al alimento, la educación y el trabajo. La proporción de mujeres en la población cayó de 972 cada 1.000 hombres a apenas 927 en 90 años. Esa proporción es aun menor en estados como Punjab, con alto crecimiento económico.

La equidad es un sueño lejano para la amplia mayoría de los indios. El 15 por ciento más desventajado de la población (los parias, "intocables", "descastados" o "dalits", según el sistema de castas hindú) están apenas mejor que en 1947, pero aún se les niega acceso a templos, escuelas y servicios municipales.

Las disparidades en cuanto a ingreso se ampliaron más de diez veces y empeoran con rapidez en el marco de las políticas de libre mercado adoptadas en esta década.

Hoy, la décima parte más rica de la población gana 200 veces más que el décimo más pobre. Las disparidades regionales también se agravan. Dos tercios de la inversión se concentran en menos de un tercio del territorio. La cohesión social soporta golpe tras golpe.

También preocupante es el debilitamiento del tramado secular de la sociedad india. En los años 90 se registró un avance considerable del sectarismo hindú y su ideología lindante con el fascismo, lo que representa una amenaza a la unidad nacional y al pluralismo.

El sectarismo hindú alimenta el ultranacionalismo y el chauvinismo militante y coloca a las minorías religiosas en una posición defensiva.

La democracia ya tiene profundas raíces. Sectores antes excluidas participan ahora en el proceso político. Pocos partidos articulan los intereses y demandas de la mayoría pobre, pero la elite no hegemoniza la actividad política. La democracia india está adquiriendo un carácter poroso y masivo.

La demanda de transparencia y apertura ha contado con el respaldo de una constitución liberal y democrática y una prensa libre y activa. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/mj/ip/97

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