Dependiente de insumos extranjeros y acusada de explotar a trabajadores y contaminar el ambiente, la industria maquiladora de México se afirma como puntal del comercio exterior e importante fuente de empleo.
En el primer trimestre del año las maquiladoras generaron 58.083 nuevos puestos de trabajo y sus exportaciones ascendieron a más de 10.000 millones de dólares, cifra que representó 40 por ciento de las ventas totales del país en ese período.
Instaladas en 1965, las plantas donde se ensamblan televisores, computadoras, muebles, prendas de vestir y componentes electrónicos, entre otros productos, se muestran inmunes a los episodios de crisis económica que ha vivido México en las tres últimas décadas.
"El costo competitivo del país", la mano de obra y la situación geográfica son los factores que permiten a México tener una industria maquiladora en crecimiento constante, señaló Marco Valenzuela, presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora de Exportación.
A diferencia de la mayoría de los sectores productivos, en la crisis de la deuda de los años 80 y la última estallada a fines de 1994, cuando México entró en la peor recesión en 50 años, las maquiladoras no detuvieron su crecimiento ni registraron despidos masivos de trabajadores.
La maquila es una forma de subcontratación internacional en la que un país, generalmente desarrollado, prové capital, tecnología e infraestrucura a otro, que pone la mano de obra.
Entre 1965 y marzo de 1997, el número de plantas maquiladoras instaladas en México pasó de 12 a 2.624, mientras la cantidad de personas empleadas en el sector creció de 200 a 861.143.
Interesado en sacar un mayor provecho del sector, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo iniciará en agosto un Programa de Desarrollo de Proveedores, cuyo objetivo es cambiar la relación entre abastecimiento de materia prima y producción.
Actualmente las empresas maquiladoras, cuyos capitales son en su mayoría de Estados Unidos y de los países asiáticos, importan 98 por ciento de sus insumos.
A través de alianzas entre empresas locales y acuerdos con otros países, el gobierno de Zedillo pretende que una parte importante de los abastecedores de la maquiladoras sean industrias nacionales.
"Es un trabajo difícil pues se requiere un elevado desarrollo tecnológico", dijo Federico Peña, director adjunto de Nacional Financiera, organismo estatal que diseña un proyecto de créditos para apoyar a los abastecedores.
Para el Frente Auténtico del Trabajo de México, así como para grupos humanitarios locales, el "boom" maquilador se alcanzó gracias a la explotación de sus trabajadores, sometidos a labores repetitivas, sin creatividad y escasamente remuneradas.
Según un informe de la organización internacional Human Rights Watch, en las maquiladoras mexicanas se discrimina a la mano de obra femenina -mayoritaria en esa industria- y se bloquea el trabajo sindical.
Los beneficios económicos de las maquiladoras se logran a costa de la integridad física y mental de cientos de miles de mujeres, generalmente provenientes de sectores pobres, que encuentran en esa industria una opción para sostener a sus familias, apunta el grupo humanitario.
En las plantas ensambladoras, hombres y mujeres trabajan entre ocho y diez horas por día en tareas repetitivas, como colocar botones o tornillos en un mismo lugar, armar parte de un televisor o pegar etiquetas.
Un estudio de Human Right Watch difundido a fines de 1996 indica que antes de contratar a una mujer los administradores de las maquiladoras interrogan a la interesada sobre sus preferencias sexuales, los métotos anticonceptivos que usa, la fecha de la última menstruación y si está embarazada.
El gobierno mexicano tolera "generalmente" esta discriminación y permite la explotación, afirma el grupo humanitario.
Otro "costo" del "boom" maquilador mexicano es, según la organización ecologista Greenpeace, su daño ambiental.
Ubicadas en su mayoría en los estados norteños de Baja California y Chihuahua, fronterizos con Estados Unidos, las plantas maquiladoras producen varios tipos de residuos químicos y metálicos que son depositados al aire libre y no reciben ningún tratamiento, observa Greenpeace.
Autoridades de Estados Unidos y México prometen que antes del 2000 habrán desarrollado, a través de acuerdos y trabajos conjuntos, un proyecto para procesar todos los desechos de las maquiladoras en la zona de frontera. (FIN/IPS/dc/dg/if-pr/97)