MEXICO: Mejoran índices reproductivos salvo muerte materna

En los últimos años, México ha conocido mejoras en sus índices en salud y derechos reproductivos, con excepción de los de mortalidad materna, cuyo estancamiento es atribuido por las autoridades a un mejor registro.

Daniel Hernández, coordinador de asesores del Consejo Nacional de Población (Conapo), dijo a IPS que México inició mucho antes de la conferencia mundial de población de El Cairo de septiembre de 1994 la aplicación de lo que luego fueron recomendaciones sobre el tema.

Señaló que sólo así resultó posible mejorar o mantener los índices en medio de la profunda crisis económica que afectó a las grandes mayorías mexicanas desde diciembre de 1994, y que aún sigue en vías de superación.

"Se trató, básicamente, de integrar a nuestra estrategia la realidad socioeconómica y cultural global de la mujer para enriquecer el viejo concepto de planificación familiar", afirmó.

Puso el acento en que este cambio de enfoque valorizó las nociones de salud y derechos reproductivos, eje del próximo informe anual del Fondo de las Naciones Unidas para la Población.

En enero de 1995 se creó la Dirección General de Salud Reproductiva, dependiente del Conapo, pero sus lineamientos ya habían sido incorporados años antes a los programas gubernamentales.

Según cifras oficiales, uno de los resultados inmediatos fue la reversión de la tendencia al descenso de la lactancia materna, que actualmente arroja un promedio de 8,4 meses por bebé, contra 7,5 en 1987, recuperando así los niveles de 1976.

La proporción de mujeres sin atención médica prenatal era del 20 por ciento en 1987 y se fue reduciendo gradualmente hasta el 15 por ciento actual.

También la mortalidad infantil continuó su importante descenso, del 64 por mil en 1976 al 36,2 por mil en 1990 y al 26,7 por mil en 1996, y sigue bajando.

En cambio el índice de mortalidad materna, que era de 9,4 por cada 10.000 embarazos en 1981 se mantiene estancado en 5,8 por 10.000 desde 1993, lo que a juicio de Hernández "se debe a un perfeccionamiento de los registros oficiales".

"Mejoramos el conteo y además comprobamos que las principales causas de muerte no tienen ya que ver con la malnutrición, pese a la crisis, sino con procesos de hipertensión o hemorragios", adujo.

De acuerdo con las estadísticas oficiales también bajaron las muertes por complicaciones de abortos naturales del nueve al siete por ciento del total, al reducirse los episodios de infecciones puerperales.

La tasa de abortos espontáneos o inducidos (estos últimos son ilegales en México aunque en la práctica no se los pena) también sigue una curva descendente en virtud del uso cada vez más generalizado de diversos métodos anticonceptivos.

Así, si en 1987 el 20 por ciento de las mujeres había tenido al menos un aborto en la actualidad esa cifra se redujo al 15 por ciento.

Las mujeres gestantes que se atienden con médicos representan un promedio nacional del 85 por ciento, conformado por el 94 por ciento en áreas urbanas y el 66 por ciento en las rurales.

En cuanto a los problemas de salud vinculados con la actividad sexual y reproductiva, el mayor es el representado por el sida, que creció en 38.000 casos durante 1996, aunque en parte la vía de contagio son transfusiones o prácticas de drogadicción.

Los casos de herpes son menos de uno cada 100.000 habitantes, los de sífilis 2,2 cada 100.000 y se ha incrementado el número de contagios de candiliasis (causada por el hongo llamado cándida).

Para Alicia Molina, directora del Centro de Investigación y Estudios Interdisciplinarios (CIEI), la mejoría de la calidad de vida de las familias (incluyendo no sólo a la madre y al niño sino también al padre) es la clave del avance reciente.

En diálogo con IPS, explicó que los últimos años se diluyó la división antes rígida de funciones entre hombres y mujeres, de modo que tanto el embarazo como la crianza y educación de los hijos son responsabilidades más compartidas por la pareja.

Adujo que al mismo tiempo se extendieron las prácticas anticonceptivas, en particular el condón y la vasectomía, lo que facilitó un incremento de la planificación familiar.

Molina criticó la separación existente en los hospitales entre los sectores destinados a atender enfermedades sexuales y los que se ocupan de planificación familiar, "ya que ambos deben estar estrechamente relacionados".

Señaló que sectores conservadores, como la jerarquía católica, pretenden limitar la educación sexual al interior de la familia "cuando son precisamente los padres quienes están necesitando y pidiendo información adecuada".

Sostuvo que "la educación sexual que se imparte en el sistema de enseñanza se reduce a temas biológicos y médicos pero deja de lado los fundamentales aspectos que se vinculan a los ámbitos psicológico y social".

Por último estimó errónea la campaña contra el sida basada en la fidelidad, "ya que, además de que hay vías no sexuales de contagio, las estadísticas muestran que la mayoría de las mujeres infectadas son fieles". (FIN/IPS/emv/dg/pr-he/97)

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