(Arte y Cultura) GUATEMALA: Arte naif, costumbrismo a todo color

La pintura naif de Guatemala tiene su propio carácter, y los indígenas que la cultivan tienen la pretensión de reivindicar sus tradiciones y su cultura.

Para la pintora Lucrecia de Prera, «naif es el arte que resuelve de manera sencilla y personal, con intuición e ingenio, la estética de la inocencia».

Ingenuo, candoroso, natural, simple e inocente son algunos de los calificativos que se utilizan para este tipo de arte y no siempre son aceptados por quienes lo practican.

Muchos se rehúsan a ser considerados ingenuos, y también rechazan la idea de comparar su arte con el primitivo.

El término «naif», que deriva del francés «naive», describe prácticas pictóricas propias de Bali, Brasil, Etiopía, Guatemala, Haití, India y Sudáfrica, entre otros países.

Los pintores de costumbres casi siempre descubren el arte de la pintura de manera espontánea, cuando concluye la ardua jornada de trabajo rural.

Los instrumentos utilizados son bastidores de tela o madera, óleos y acuarelas. Su inspiración es el entorno natural, la síntesis de los ritos religiosos de sus ancestros mayas y los católicos y las ferias populares.

El año pasado, el Fondo de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco) publicó el libro «Arte Naif de Guatemala», que reproduce 175 obras de 80 pintores indígenas.

El volumen contiene ensayos de Lucrecia Méndez de Penedo, Roberto Cabrera, Linda Asturias, Claudia Dary, entre otros expertos que coinciden en que existen dos escuelas de arte naif en Guatemala, la de Comalapa y la de Atitlán, iniciadas en la primera mitad de este siglo.

«El trabajo que recoge el libro tiene el doble valor de reconocer a algunos de los más importantes pintores contemporáneos de este género y de difundir y valorar la plástica indígena desde la perspectiva de lo estético y lo histórico-social», afirmó en el prólogo el director general de Unesco, Federico Mayor Zaragoza.

De la escuela de Atitlán, fundada por Rafael González alrededor del lago de ese nombre, en el occidente de este país,, fueron incluidos 23 artistas, como los González Chavajay y Juan Sisay, uno de los iniciadores del arte costumbrista en la región, quien se consagró con la fuerza expresiva de sus óleos.

Algunas de las pinturas de Sisay contienen retratos de campesinos curtidos por el sol y mirada inquietante, escenas de ceremonias frente a la iglesia e incluso la conversación de dos borrachos bajo el sol del mediodía.

Mientras, el arte de Comalapa, un pueblo del suroccidental departamento de Chimaltenango, tuvo su origen en la obra de Andrés Curruchiche, llamado por sus paisanos «el de los pies descalzos».

Curruchiche, un indígena kaqchikel, es una de las principales figuras del arte comalapense, a quien le siguió su nieta Rosa Elena Curruchiche, dedicada a pintar miniaturas.

Uno de sus pequeños cuadros muestra la costumbre de los pobres de su pueblo de atar a una silla a un difunto para llevarlo a su sepulcro.

La razón fundamental de la creación artística de los pintores del interior del país, como el caso de los comalapenses, es la necesidad de manifestar su marcado sentimiento de pertenencia a una cultura y sus tradiciones a través de la pintura.

Estos artistas pintan sobre una tela extendida sujetada por tachuelas, sobre la que se aplican las primeras capas de pintura, sin utilizar el tradicional bastidor.

Si bien la falta de proporción de los elementos es una de las características de la corriente naif guatemalteca, ello no le resta valor a las obras, ya que lo más importante, según los expertos, es la percepción del mundo de cada artista. (FIN/IPS/cz/mj/cr/99

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