Los esfuerzos de Estados Unidos por construir un nuevo sistema de defensa contra misiles podrían provocar una reanudación de la carrera armamentista y la anarquía nuclear en el mundo, advirtieron analistas independientes.
Pese a un acuerdo con Moscú que prohíbe el desarrollo de nuevas tecnologías de defensa antimisiles, Washington continúa con sus planes multimillonarios hacia ese objetivo prohibido, señalan los críticos.
Estados Unidos, temeroso de que Rusia o China empleen misiles balísticos en el futuro, invierte más de 3.000 millones de dólares por año en investigaciones y otras actividades para construir un sistema nacional de defensa con misiles, conocido como NMD.
Así mismo, Washington proyecta invertir 17.000 millones de dólares en el desarrollo de ese sistema durante los próximos cinco años.
Los proponentes argumentan que, una vez completado, el sistema otorgaría a Estados Unidos una defensa a toda prueba contra cualquier ataque deliberado o accidental con misiles balísticos de largo alcance, pero los críticos no están de acuerdo.
"Se trata de una creencia errónea", afirmó Frank von Hippel, presidente del departamento de investigaciones de la Federación de Científicos Estadounidenses, un grupo a favor del desarme. "Los sistemas NMD no pueden protegernos totalmente de los misiles nucleares de largo alcance", agregó.
Expertos independientes aseguran que los misiles de defensa que Estados Unidos intenta desarrollar requieren contramedidas eficaces para interceptar objetivos a determinada altura.
"El sistema NMD es contraproducente, y pese a su enorme costo, puede ser fácilmente neutralizado", sostuvo David Wright, investigador de la Unión de Científicos Preocupados, un grupo de expertos independientes a favor del desarme.
En lugar de aumentar la seguridad, el sistema podría amenazar los esfuerzos mundiales en favor de la reducción de los peligros nucleares, señaló Wright, quien investigó durante varios años los aspectos técnicos de la industria militar estadounidense.
"El tipo de sistema que Estados Unidos intenta desarrollar no sólo haría que los rusos detuvieran el proceso de desarme nuclear, sino que también predispondría a los chinos a ampliar su arsenal atómico", opinó.
Rusia y China son los únicos países del mundo que tienen la posibilidad de atacar el territorio estadounidense con sus misiles balísticos de largo alcance, pero actualmente carecen de sistemas eficaces para defenderse de eventuales ataques de Estados Unidos.
Si Rusia decidiera desplegar misiles de defensa, Francia, Gran Bretaña y China adoptarían medidas similares, y esto arruinaría toda posibilidad de reducción de armas nucleares, advierten los críticos.
"Se trata de una situación peligrosa, ya que las futuras generaciones podrían vivir en un mundo de miles de armas nucleares", previno Steven Fetter, profesor de Seguridad y Política Ambiental en la Universidad de Maryland.
Los partidarios del desarme temen que, en respuesta a la creación de un sistema NMD en Estados Unidos, Rusia decida no cumplir con el tratado Start II, que prevé la eliminación por ambos países de más de la mitad de sus misiles portadores de cabezas nucleares, unos 3.500 en total.
Consciente de que los nuevos planes podrían complicar las relaciones con Moscú, el gobierno de Estados Unidos convenció al ruso de que acepte cambios al tratado de misiles antibalísticos (MAB) de 1972, que impone restricciones al desarrollo de sistemas antimisiles.
Clinton y Yeltsin declararon tras la reciente cumbre de Helsinki que el presidente ruso "aceptó una nueva visión del tratado de 1972, que permitirá a Estados Unidos proseguir con sus planes de defensa de misiles balísticos".
La administración Clinton desea implementar los programas antimisiles en el marco del tratado MAB, pero debido a la tremenda presión del Congreso podría adoptar una posición unilateral en la construcción de sistemas de defensa, según observadores.
Muchos creen que el entusiasmo del Congreso se debe al temor causado por el uso de misiles Scud por parte de Iraq durante la guerra del Golfo, pero otros apuntan a la creciente influencia de los industriales militares estadounidenses.
Gigantescas corporaciones de defensa, que contribuyen a financiar las campañas de los congresistas, utilizan su enorme influencia para modificar los planes del Pentágono.
"La industria militar es la verdadera fuerza por detrás de los programas antimisiles", afirmó Wright, y agregó que "es ella la que promueve tan peligrosas ideas". (FIN/IPS/tra- en/hr/yjc/ml/ip/97