En el Cementerio Edirnekapi de los Mártires, en Turquía, los cuerpos de los soldados muertos durante la guerra de 12 años contra los guerrilleros kurdos son ordenados por fecha de nacimiento. Estos días es el turno de los nacidos en 1976.
Cada semana, varios jóvenes son enterrados en este cementerio. Aunque la propaganda oficialista los glorifica como mártires y habla de una "guerra patriótica" contra los "terroristas", los padres de esos soldados sienten rabia y tristeza en lugar de orgullo nacional.
El creciente número de víctimas de guerra en Turquía ha resultado en un imprevisto aumento de la conciencia social y política entre los parientes de los "mártires".
"El hijo de (la ex primera ministra) Tansu Ciller hizo su servicio militar en Estambul, del otro lado del Bósforo, cerca de su residencia de verano", y "el hijo del general Dogan Gures (ex jefe del estado mayor) aún no realizó el servicio", señaló una madre con indignación.
El primer ministro Erkmetin Erbakan, Ciller y el presidente Solimán Demirel "sólo defienden sus propios intereses, y además nos mienten", afirmó Elif Yildirim, madre de un soldado muerto.
"Ellos argumentan que nos indemnizan por la muerte de nuestros hijos, pero ?cuánto dinero traería a mi hijo de vuelta a la vida?", preguntó.
Turquía libra desde 1984 una sangrienta guerra contra el Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK), que pretende autonomía para los 15 millones de kurdos del país. Cerca de 250.000 soldados, 60.000 policías especiales y 70.000 guardias locales desplegados en 10 provincias del sudeste llevan adelante esta guerra, que ha costado ya 22.000 vidas.
Los militares hablan de un "conflicto de baja intensidad" en el sudeste, mientras el gobierno niega que el país esté en guerra.
Los jóvenes turcos de 19 a 21 años que son enviados al sudeste para cumplir el servicio militar obligatorio conocen bien la situación. De acuerdo a cifras oficiales, 2.762 soldados han perdido su vida en el conflicto.
El Estado asigna a las familias de los soldados muertos en el sudeste "en el cumplimiento de su deber" 333 dólares trimestrales, a sus hermanos menores de 14 años 8,5 dólares mensuales, a sus hijos estudiantes de enseñanza secundaria 15 dólares y a los universitarios 27 dólares.
Como los "mártires" de 20 años normalmente no tienen hijos en edad escolar, la mayoría de los subsidios asignados a los huérfanos se destinan a hermanos de policías u oficiales del ejército.
"Nada puede aliviar nuestra agonía", expresó Songul, la joven hermana de Kemal Kahveci, quien perdió su vida justo una semana antes de su fecha de retiro. "?No habrá fin para este desastre?", preguntó.
"Cuando lo enterramos, hace cuatro días, le pedimos a Dios que él fuera el último en morir, pero esto nunca acaba, y los soldados continúan muriendo", agregó.
La versión de los familiares de soldados muertos difiere marcadamente de la presentada en los medios. "Hemos sacrificado un hijo por la patria", es la declaración de "la madre del mártir" usualmente publicada en los periódicos luego de cada funeral.
Aunque la prensa presenta estos funerales como efusiones de orgullo nacional y odio público contra el "terrorismo", raramente aparecen en los medios coberturas detalladas sobre la vida de las propias víctimas y los sentimientos de sus familias.
Especialmente los viernes, el día sagrado de los musulmanes, el cementerio Edirnekapi se llena de madres y viudas de las víctimas de guerra. Permanecen allí todo el día, en una inusual comunidad de mujeres que conversan y lloran mientras arreglan las tumbas de sus hijos o esposos.
"Estamos aquí todos los viernes", dijo Lutfu Sahinler, presidenta de la Asociación de Familiares de Mártires. "Buscamos un fin a este desastre", añadió. (FIN/IPS/tra-en/nm/HvdB/fn/ml/ip/96