SUDAN: La política mató el turismo en esta tierra tocada por Dios

El turismo desapareció de la lista de fuentes de divisas de Sudán. Las guerras civiles, los crímenes y la situación política se confabularon para convertir a esta tierra tocada por la mano de Dios en uno de los destinos menos visitados por los viajeros.

Unos 20.000 turistas visitaban Sudán cada año antes de 1991. Pero ningún turista occidental ingresó al país o solicitó el visado correspondiente en 1996, dijo a IPS Mohammed Al Fathi, alto funcionario del recién creado Ministerio de Turismo. Apenas cuatro europeos pasaron sus vacaciones en el país en 1994.

El gobierno pretende ahora calcar nuevamente el perfil del país en el mapa del turismo mundial. Para ello, el presidente Omar al Bashir dispuso la creación del Ministerio de Turismo y Ambiente y la construcción de nuevas villas turísticas alrededor del mar Rojo.

Además, Al Bashir dispuso que el Ministerio de Finanzas suministre 120 millones de dólares para financiar esos balnearios, mientras confía que los hombres de negocios arriesguen su capital.

Para volver a ser rentable, el turismo de Sudán cuenta con innumerables atractivos, especialmente en la costa del mar Rojo. Parece que Dios echó allí un puñado de piedras preciosas sobre la alfombra azul del mar para felicitarse por su creación, dijo un experto turístico que estuvo allí hace poco.

Pero antes de que tan bellos paisajes vuelvan a atraer a los viajeros, el país deberá curar las heridas que le causó la reputación del país como violador de los derechos humanos y refugio de grupos terroristas, y sus 13 años de guerra contra rebeldes del sur.

Tanto los funcionarios de gobierno como los empresarios hoteleros pronostican que lograr que los extranjeros pasen sus vacaciones en Sudán insumirá algún tiempo, muchos mensajes tranquilizadores a los posibles turistas y normalización de los vínculos con Europa occidental y el mundo árabe.

Al Fathi dijo que una de los principales escollos es el hecho de que Estados Unidos incluya a Sudán en la lista de países inseguros que, además, fomentan el terrorismo internacional.

A inicios de año, Washington trasladó su embajada desde Jartum a Nairobi, capital de Kenia, y argumentó para ello que la situación del país en materia de seguridad era crítica.

"La política estadounidense mató al sector turístico. Washington le ha dicho a los turistas que Sudán no es seguro y, como resultado, muchos dejarán de venir. Irán a Kenia, Zimbabwe, Sudáfrica y Uganda. Incluso Eritrea está ganando terreno en materia turística", dijo Al Fathi a IPS.

Pero aun antes de la medida estadounidense, la reputación del país se había visto perjudicada por esporádicos actos de violencia contra los visitantes.

En 1988, cuatro turistas británicos fueron asesinados en el hotel Acropole, en Jartum, por el grupo palestino Hamas. Un grupo de desconocidos mató luego a Mahdi Hakim, un líder opositor iraquí, en el hotel Hilton, y un empresario sudanés sufrió el mismo destino en su cuarto del hotel Arrak.

En sus días de gloria, el turismo aportaba al estado 60 millones de dólares anuales en divisas fuertes y era una de las principales fuentes de beneficios económicos del país, aunque nunca fue tan importante en ese sentido como la producción de goma arábiga y el algodón o la agricultura en general.

Los ciudadanos de Arabia Saudita solían ser visitantes habituales, pero el reino les prohibió visitar el parque nacional Dindar en el este y las áreas desérticas del oeste por razones de seguridad.

Como resultado de la caída de la actividad turística, el estado vendió el año pasado dos de sus hoteles, el Sudán y el Grand Hotel, a empresarios privados. El sector despidió a 4.000 trabajadores en los últimos años.

Algunos hoteles cerraron sus puertas o cambiaron de ramo. "No tiene sentido pagar impuestos cuando el negocio no funciona. Clausuré el hotel hace tres meses. No teníamos clientes. Lo convertiremos en un centro de negocios", dijo a IPS George Samid, propietario del hotel Shark, en el centro de Jartum.

Hashim Hassan El Ibrahim, quien cerró su hotel de tres estrellas, el Arrak, está seguro de que la etiqueta de "terrorista" que Estados Unidos puso sobre Sudán es responsable de la caída del negocio.

"Ningún turista se arriesgaría a visitar el país si somos considerados un estado terrorista", manifestó El Ibraim.

El empresario recordó que, antes del cierre, no podía pagar los salarios de sus trabajadores. Después de cesar a 109 empleados del hotel y los restaurantes que poseía en Jartum, quien perderá más es el estado, que dejará de recibir los impuestos, agregó.

El Ibrahim consideró que los pasos dados por el gobierno para reanimar el turismo sudanés tendrán éxito solo si el país mejora sus relaciones con Europa occidental y los países árabes.

La costa sudanesa del mar Rojo fue un popular destino turístico en la década del 70, cuando el país tenía un vínculo normal con esos países. La zona aún cuenta con posibilidades para atraer a los visitantes.

Hashim Adil, un inversor en en sector turístico de Sudán, dijo que el área de Senginab, sobre el mar Rojo, es perfecta para navegar y efectuar fotografía submarina, pues es uno de los sitios más importantes en cuanto a conservación de especies marinas.

Otra posible atracción para los turistas, especialmente los procedentes del mundo árabe, es Arakwit, también llamado el "paraíso siempre verde", un pueblo ubicado en una alta llanura a unos 205 kilómetros de Puerto Sudán. (FIN/IPS/tra- en/nb/kb/mj/if/96

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